Lo que depara el año nuevo

“Esperanza. Sonrisas desde el umbral del año venidero, Susurrando ‘será más feliz’ … “Alfred Lord Tennyson, poeta inglés

El año nuevo nos depara, contra lo que pensábamos hace un año, nuevas incertidumbres. Hace un año suponíamos que 2021 sería el año en que la vacunación mundial más el probable descubrimiento de medicamentos para combatir la enfermedad por COVID19, permitirían que el mundo tuviera control de pandemia y, consecuentemente, se evitaría la necesidad de nuevos mecanismos de control sanitario que afectan la actividad económica y generen incertidumbre.

Una combinación de factores ha impedido que esto ocurra; por lo menos con la contundencia que esperábamos. Primero, la desigualdad en el acceso a la vacunación a nivel mundial ha permitido que el virus transite libremente en ciertas regiones lo que posibilita la aparición de nuevas cepas que, como en el caso de la Omicron, presenta nuevos retos por su mayor nivel de transmisibilidad.

En la medida en que siguen existiendo regiones con altos niveles de población, precarios mecanismos de control sanitario y bajos niveles de vacunación, la posibilidad de nuevas cepas sigue existiendo y ello genera un entorno incierto.

En segundo lugar, como reza el dicho mexicano: “al que se quema con leche, hasta el jocoque le sopla”. La aparición de nuevos brotes de contagio acelerado ha llevado a que muchos países, ante el temor de que se repitan las experiencias iniciales, han vuelto a controles y cierres sanitarios, lo que evidentemente afecta la actividad económica y genera nueva incertidumbre.

En lo económico, existen por lo menos dos fenómenos complejos. Uno se refiere a la inflación; prácticamente todo el mundo ha enfrentado fenómenos inflacionarios que en cierto sentido se explican por interrupciones en las cadenas de suministro; pero en otros reflejan condiciones más complejas y profundas, más difíciles de atacar con los mecanismos tradicionales de política monetaria.

Parecería que el mundo vive una nueva etapa de “estagflación”, estancamiento económico e inflación, como la que se vivió en algunas partes del mundo en la década de los ochenta.

En la parte del empleo, se presentan fenómenos extraños y complejos; en buena parte del mundo desarrollado se da el fenómeno hoy conocido como “la gran renuncia”; proceso que ha llevado a cientos de miles de personas en economías desarrolladas, a renunciar a sus empleos, tal vez en una revaloración de lo que

representa empleos de bajo nivel de remuneración y condiciones de empleo no adecuadas (o la búsqueda de condiciones más flexibles de empleo). Ello se apoya también en inyecciones de liquidez en economías como la norteamericana, que han dado margen de acción a personas para que busquen nuevos horizontes laborales; al igual que la presión que han ejercido los grandes conglomerados de comercio electrónico, que buscando satisfacer la nueva demanda ofrecen sueldos elevados en empleos temporales, generando distorsiones sobre los mercados laborales.

En lo político, siguiendo la tendencia de la última década, la pandemia exacerbó fenómenos de cuestionamiento a la vigencia de instituciones que, aunque evidentemente imperfectas, siguen siendo mucho mejores que las alternativas que hoy se proponen como soluciones mágicas y simplistas. El fortalecimiento de populismos, la simplificación y polarización de la discusión pública, la resistencia y rechazo a la ciencia y a los datos; son fenómenos que pueden socavar seriamente las bases para la convivencia democrática, el crecimiento y el desarrollo sostenible.

Debemos pese a todo, trabajar en lo individual y colectivamente, para tratar de mejorar las condiciones de vida y asegurarnos que las decisiones que públicamente se tomen, sean en el interés real del desarrollo y bienestar de la mayoría.

Les deseo un feliz año nuevo y mis mejores deseos de salud y trabajo para ustedes y sus familias.

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