El 12 de enero, se vendió una imagen de una persona pixelada generada por computadora por una criptomoneda por valor de aproximadamente 50,6 millones de dólares en un nuevo mercado en línea que atiende a tokens no fungibles.

Cinco minutos más tarde, el mismo NFT “Meebit”, un personaje virtual vestido con pantalones cortos morados y zapatillas verdes, fue vendido de nuevo del comprador al vendedor original por alrededor de 49,6 millones de dólares.

¿Confundido? Bienvenido al extraño y salvaje mundo de las NFT, una nueva generación de activos criptográficos que representan artículos digitales, desde imágenes y videos hasta ropa para avatares. Han explotado en popularidad durante el último año como parte de una economía incipiente y en gran medida no regulada para el tan publicanado metaverso.

El Meebit, que se puede utilizar como imagen de perfil, se intercambió entre dos billeteras de criptomonedas, que son anónimas. Aunque la tecnología blockchain subyacente crea un registro público cuando se vende una NFT, no registra los nombres de los involucrados. Una persona puede poseer varias billeteras, actuando como comprador y vendedor en una operación.