El control de la inflación, uno de los perdedores con el tema de la guerra entre Rusia y Ucrania: Gordillo – Análisis

Realizar una evaluación del impacto económico-financiero total de la guerra entre Rusia y Ucrania todavía es muy complicado, por el desconocimiento de cuánto y cómo terminará el conflicto bélico.

De todas formas, la invasión en Ucrania comienza a provocar ajustes a las previsiones de crecimiento económico, inflación y rentabilidades de los activos que se manejaban para 2022. En el muy corto plazo, no hay ningún catalizador que genere a los mercados algo de esperanza sobre la guerra. Más bien todo lo contrario. Si hay algo que incomoda siempre a los mercados financieros, son las dudas, la incertidumbre. Y mientras éstas siguen ahí, la volatilidad y altibajos seguirán rigiendo el comportamiento de los activos financieros.

Donde sí parece haber un consenso general es en que el fuerte repunte que actualmente se observa en el precio de las materias primas globales tendrá repercusiones importantes en las trayectorias de inflación de la mayoría de los países.

A pesar de que en términos de tamaño del PIB mundial Rusia y Ucrania en conjunto no superan el 2.0%, si representan un importante “hub” en términos de materias primas de energéticos, metales y agrícolas.

Rusia representa un 8% de las exportaciones mundiales de petróleo, con unas exportaciones totales de 7.8 mil millones de barriles al día, solo por detrás de EE UU y Arabia Saudita. Rusia y Ucrania forman parte del llamado granero de Europa. Ambos suman el 29% de las exportaciones mundiales de trigo, el 20% de las de maíz y el 80% del suministro de aceite de girasol, pero también tiene una fuerte presencia en el suministro mundial de metales como aluminio, acero, níquel o el paladio.

Además, la amenaza de un embargo petrolero a Rusia por parte de EUA y Europa ha extremado el nerviosismo en el mercado de materias primas. Conviene recordar, que el mercado siempre se adelanta a la posibilidad, por eso se explican los niveles máximos de 14 años en los precios de las principales referencias de petróleo crudo.

Asimismo, el conflicto militar como tal exacerba los problemas actuales de interrupciones en las cadenas de suministro, los cuellos de botella, complicando el combate y mitigación de la inflación, la cual ha registrado niveles no observados en amplios periodos de tiempo.

Además, no hay que dejar de lado que la difícil situación de Rusia desencadene una crisis financiera severa, con efectos contagio en otros mercados de economías emergentes, y depreciaciones de monedas, con posibles efectos “traspaso” hacia precios.

Previo al conflicto bélico, se hablaba de que la inflación en términos anuales estaba próxima a alcanzar niveles máximos en la mayoría de las economías, y que podría empezar a darse una convergencia hacia los distintos objetivos de precios que tienen establecidos las autoridades monetarias de cada país.

Aunque es factible, esta premisa de convergencia será complicada de cumplirse, sobre todo en 2022. Dependerá en gran medida de la duración de la guerra y cómo concluya. Una conclusión del conflicto en el muy corto plazo, se traducirá en presiones para la tasa anual de inflación sobre todo en el periodo marzo- mayo. En este sentido, aunque los precios de materias primas se están disparando y es posible que se mantengan más altos de manera persistente en las próximas semanas, es de esperarse que en cuanto el problema geopolítico finalice, gran parte del aumento visto en los últimos días retroceda en unos pocos meses, lo que significa principalmente un impacto a corto plazo en la inflación. El problema con este argumento es que implica que los bancos centrales regresen con su argumento de presiones inflacionarias por factores temporales, algo que difícilmente los mercados financieros volverían a creer dado lo acontecido en 2021. Los planes de normalización de la política monetaria se complican, ante la combinación de una mayor inflación y un crecimiento más débil como resultado de la guerra.

En el caso específico de México, recientemente nuestro pronóstico de inflación de cierre de 2022 se ajustó al alza a niveles cercanos al 5.0% para comenzar a incorporar estas dificultades en el mercado de materias primas (el consenso de analistas del sector privado está en 4.78%). Esta expectativa puede seguir deteriorándose, dependiendo de la evolución del conflicto bélico. Bajo esta perspectiva de deterioro continuo, en el corto plazo (finales del segundo e inicios del tercer trimestre) no se puede descartar que en algunos meses pueda acercarse el 8.0% anual (máximos desde 2000) y que volverla a ver dentro del rango del objetivo de Banxico (debajo del 4.0%) sea hasta bien entrado el año 2023.

También se puede comenzar a dar un efecto negativo en las expectativas de inflación de mediano y largo plazo, algo en lo que influirá en gran medida las acciones en materia de política monetaria de Banxico.

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