Violación: arma de guerra: López Vela – Análisis

Cada día se conocen mejor las atrocidades que el ejército ruso ha cometido contra los civiles ucranianos. Los muertos se cuentan por miles, la destrucción de los edificios públicos y las viviendas ha sido continua; el desplazamiento de civiles, así como las historias de asesinatos y tortura, inunda las redes sociales.

Como siempre, para las mujeres, las vejaciones han sido peores. En entrevista para la BBC, la ombudsperson ucraniana, Lyudmila Denisova, reportó que: “Al menos 25 mujeres y niñas, de tan sólo 14 años, fueron violadas por rusos en un sótano de Bucha. Nueve de ellas están embarazadas. Los soldados rusos dijeron que “las violarían hasta el punto de que no querrían contacto sexual con ningún hombre, para evitar que tuvieran hijos ucranianos”. Se han reportado casos de violaciones a menores de edad, a quienes, durante el ataque, les gritan consignas en donde las estigmatizan como “prostitutas nazis”.

La violación es sinónimo de sometimiento, de desgracia, de derrota. Pero, especialmente, de vergüenza pública. La mayoría de las víctimas preferirá no hablar; mientras que las que queden embarazadas enfrentarán la contradicción emocional de dar vida como consecuencia de un acto deshumanizante.

También están las llamadas de los soldados rusos, en las que comparten a sus novias que han violado a chicas ucranianas; ellas sólo les piden que utilicen protección y que no les cuenten detalles.

Todo lo que hemos caracterizado, cabe dentro de la definición de crímenes de guerra; específicamente, los que se consideran de lesa humanidad, de acuerdo con el Derecho Internacional Humanitario.

En específico, el artículo 7 del Estatuto de Roma señala que son crímenes de lesa humanidad:

1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque:

a) Asesinato;

b) Exterminio;

c) Esclavitud;

d) Deportación o traslado forzoso de población;

e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional;

f) Tortura;

g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable;

h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido (…)

i) Desaparición forzada de personas;

j) El crimen de apartheid;

k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física.

Considerando los hechos y la legislación, las posiciones neutras, las medias tintas, las ambigüedades son inaceptables. El silencio frente a lo que ocurre nos convierte en cómplices; por ello, nuestras voces no pueden quebrarse para decir: Vladimir Putin es un criminal de guerra; los soldados rusos son criminales de guerra; los ciudadanos rusos que normalizaron las agresiones ayudaron a que se cometieran crímenes de guerra.

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