Con franjas de China gastando abril bajo confinamiento, 46 ciudades según una estimación, era inevitable que salir a cenar, ir de compras, la producción de fábricas y el uso de energía se llevaran grandes éxitos.

Los terribles datos eclipsaron los anuncios de que algunas restricciones de COVID se relajarían. Una contracción económica del segundo trimestre parece inevitable. Además, la tasa de desempleo urbano del 6.7%, la más alta desde 2018, no escapará a la atención de las autoridades, desconfiadas de cualquier tipo de malestar.

Así que después de una serie de medidas poco entusiastas, finalmente se podría dar a conocer una respuesta política decisiva el viernes, cuando el Banco Popular de China se reúna para decidir las tasas preferenciales de los préstamos de referencia.

Sin embargo, el banco central desconfiará de una mayor debilidad en el yuan, ya cerca de los mínimos de 20 meses con respecto al dólar, y las posibles implicaciones para la inflación.

Los futuros del crudo Brent cayeron alrededor del 1.5% el lunes, pero se mantienen firmemente por encima de los 100 dólares el barril. Pero los datos han extinguido la breve chispa de optimismo que levantó Wall Street el viernes, con los futuros de acciones y los rendimientos de los bonos más bajos. El dólar australiano dependiente de China ha arrojado un 0.7%