Alemania desencadenó la “etapa de alarma” de su plan de gas de emergencia el jueves en respuesta a la caída de los suministros rusos, pero no permitió que los servicios públicos transmitieran los crecientes costos de energía a los clientes de la economía más grande de Europa.
La medida es la última escalada en un enfrentamiento entre Europa y Moscú desde la invasión rusa de Ucrania que ha expuesto la dependencia del bloque de los suministros de gas rusos y ha provocado una búsqueda frenética de fuentes de energía alternativas.
El paso es en gran medida simbólico, lo que indica a las empresas y a los hogares que se están haciendo recortes dolorosos. Pero marca un cambio importante para Alemania, que cultivó fuertes lazos energéticos con Moscú que se remontan a la Guerra Fría.