OCDE reduce estimados de
crecimiento mundial: Intercam – Análisis

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó esta mañana nuevos estimados de crecimiento mundial, con un recorte a sus proyecciones para 2022, que pasaron de una expansión esperada en enero pasado de 4.5% en PIB mundial a 3% en el año. Para 2023, el crecimiento está proyectado a desacelerarse a 2.8%. Además, duplicó su estimado de inflación a 8.5% para los países miembros del organismo.


La principal razón de los ajustes es la aparición de dos nuevos choques que generarán menor crecimiento y mayor inflación: la guerra en Ucrania y las cuarentenas en China.

La firme recuperación económica esperada a principios de año se verá obstaculizada por severas contracciones en Rusia y Ucrania, además de un crecimiento más bajo en prácticamente todas las economías del mundo; aunque el mayor impacto negativo se concentrará en Europa, por ser la región más expuesta a las importaciones de energía desde Rusia y al flujo de refugiados por el conflicto geopolítico.

La OCDE anticipa también un consumo más débil a nivel global, a medida que los precios más altos en las materias primas agregan presiones inflacionarias que reducirán el ingreso real de las familias y el consumo, limitando aún más el crecimiento mundial. A ello se suma persistentes disrupciones en cadenas productivas que se desprenden tanto del conflicto geopolítico como de los recientes cierres en la economía de China, que limitarán la capacidad productiva del sector manufacturero.


Más aún, la guerra y las cuarentenas en China podrían contribuir a mayores presiones inflacionarias. La OCDE proyecta un elevado nivel de inflación para 2022, con un promedio de 5.5% en economías avanzadas y 8.5% en el conjunto de la OCDE. Estas presiones inflacionarias comenzarán a ceder sólo hasta 2023, cuando se haga patente un alivio de los problemas en cadenas productivas, los precios de materias primas se moderen y la política monetaria menos acomodaticia comience a surtir efectos. No obstante, se espera que la inflación subyacente permanezca elevada incluso hacia finales de 2023.


En cuanto a los riesgos, la OCDE aclara que las consecuencias de la guerra podrían ser aún mayores de lo esperado, en especial si los flujos de gas natural a Europa se suspenden, los precios de las materias primas se mantienen al alza y si las disrupciones en cadenas de suministro se vuelven más severas.

Las presiones inflacionarias también podrían ser mayores, con riesgo de ver un des anclaje de las expectativas de inflación e incrementos salariales acelerados dado lo ajustado de los mercados laborales (especialmente en avanzados). Además, existen grandes vulnerabilidades financieras (altos niveles de endeudamiento a nivel global y aún elevados precios de activos financieros) que podrían detonarse por la respuesta de los bancos centrales a la alta inflación (crecientes tasas de interés). Para las economías emergentes, también existe el riesgo de salidas de flujos de capitales conforme se elevan las tasas de interés en economías avanzadas, lo que podría poner presión sobre la posición financiera de muchos de estos países, particularmente aquellos con altos niveles de endeudamiento.

Finalmente, los altos precios de alimentos y energía también implican riesgos de estabilidad política en emergentes y podrían retrasar aún más la lenta recuperación de la pandemia.


Para México, la OCDE recortó el estimado de crecimiento de 2022 a 1.9% y 2.1% para 2023. Además, colocó el estimado de inflación en 6.9% para 2022 y 4.4% para 2023. El organismo considera que el crecimiento seguirá respaldado por el consumo, que verá ganancias gracias a la mejora del empleo, los ingresos por remesas y un porcentaje cada vez mayor de población vacunada. La recuperación

gradual del turismo también contribuirá de forma importante y las exportaciones podrían verse beneficiadas por la reconfiguración de cadenas productivas. El principal riesgo es la inflación y la posibilidad de que ésta erosione el consumo interno y requiera tasas de interés más altas a nivel local.
Finalmente, la OCDE resalta posibles consecuencias de mediano plazo para la economía mundial por la guerra en Ucrania. Un conflicto extendido podría incrementar el gasto militar de forma persistente en Europa, modificar la estructura de los mercados de energía (con implicaciones en precios y acceso al insumo), una potencial fragmentación de los sistemas de pago internacionales, la reorganización de cadenas productivas y cambios en la composición de las reservas internacionales. La OCDE teme que la fragmentación provocada por la guerra reduzca las ganancias obtenidas en décadas previas a través de la especialización, el libre comercio, economías de escala y la difusión de tecnología y conocimiento.

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