El organismo rector mundial de natación FINA votó el domingo a favor de nuevas normas de elegibilidad que restringen la participación de atletas transgénero en competiciones femeninas de élite.
La política es la más estricta de cualquier organismo deportivo olímpico y prohíbe efectivamente a cualquier mujer transgénero que haya pasado por la pubertad masculina competir en eventos femeninos.
La FINA también acordó trabajar para establecer una categoría “abierta” para algunos eventos que garantizara que todos los nadadores tuvieran la oportunidad de competir.
La decisión significa que nadadores como la estadounidense Lia Thomas no podrán competir en campeonatos mundiales ni en los Juegos Olímpicos.
El nadador de la Universidad de Pensilvania Thomas se convirtió en el primer campeón transgénero de la NCAA en la historia de la División I después de ganar el estilo libre femenino de 500 yardas a principios de este año.
El éxito de Thomas, que compitió en el equipo masculino de Pensilvania durante tres años antes de hacer la transición y establecer múltiples récords de programas con el equipo femenino, provocó un amplio debate sobre los temas de la inclusión y la equidad competitiva en la natación y el deporte en general.
Estos son los antecedentes de la decisión de FINA y por qué esta sentencia es importante para el mundo del deporte:
¿POR QUÉ FINA TOMÓ ESTA DECISIÓN?
Ha habido cada vez más llamamientos de ex nadadores y entrenadores para que el órgano rector restrinja la participación de las mujeres transgénero en el deporte, lo que se intensificó después del éxito de Thomas en los campeonatos universitarios de los Estados Unidos.
Los que hicieron campaña por el cambio argumentaron que las personas que han pasado por la pubertad masculina tienen ventajas físicas y, por lo tanto, era necesario proteger la competencia de las mujeres.
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Los partidarios de la participación trans argumentan que no se ha investigado lo suficiente sobre la cuestión de si las mujeres trans tienen alguna ventaja. Grupos como Athlete Ally han declarado que la nueva política de FINA es “discriminatoria, dañina, no científica”.