Desde un proyecto de 360 millones de dólares para ampliar el aeropuerto internacional de Zambia en Lusaka hasta un puerto urbano de 1.400 millones de dólares en Colombo, la capital de Sri Lanka, China es la pieza que falta en el rompecabezas de una serie de conversaciones sobre la deuda en curso en los mercados en desarrollo.

La segunda economía más grande y el mayor acreedor bilateral del mundo es un prestamista dominante para muchas naciones en desarrollo más pequeñas y arriesgadas. Pero Pekín ha mantenido un perfil bajo, no solo en cuanto a las condiciones de préstamo, sino también en cómo se renegocia con los prestatarios en dificultades.

Eso se hizo más evidente después de que llegara la pandemia de COVID-19. Muchas economías que se pandeon bajo la presión económica buscan alivio de la deuda.

Ahora, la presión está aumentando sobre China para que asuma un papel más activo para ayudar a las economías tensas a revisar la carga de su deuda. Los líderes de las democracias ricas del Grupo de los Siete pidieron el martes a China específicamente cuando instaron a los acreedores a ayudar a los países.

Los países más pobres se enfrentan a 35 000 millones de dólares en pagos del servicio de la deuda a acreedores oficiales y del sector privado en 2022, y más del 40 % del total se debe a China, según el Banco Mundial.

Pero los analistas dicen que la premisa del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial de una distribución justa de la carga en las conversaciones de alivio de la deuda podría ponerlos en un curso de colisión con China, poniendo en tela de juicio la perspectiva de reestructuraciones integrales de la deuda.

“El dinero chino de ‘Belt and Road’ está en todas partes, así que lo veremos una y otra vez en las reestructuraciones de la deuda soberana”, dijo Dennis Hranitzky, jefe de litigio soberano del bufete de abogados Quinn Emanuel.