Fede Valverde no para de crecer. Ancelotti le lanzó el reto de los diez goles y el centrocampista ya suma tres, a lo que hay que añadir dos asistencias

Fede Valverde reúne todas las condiciones que gustan al madridismo, esas que ponen a la grada bocabajo y que convierten en ídolo a jugadores que tienen en la entrega y en la pelea su ideario futbolístico. Lo bueno es que el uruguayo, además, está demostrando que lo suyo no termina ni empieza en la garra. La calidad y esa potencia perfectamente acoplada a su juego y a lo que necesita el Real Madrid en cada momento, le convierten en un jugador y decisivo. Lo fue en París en la final de la Champions y lo está siendo en cada partido de la presente temporada. Crece y no para.

Aquel gol que marcó al Barcelona en la semifinal de la Supercopa invirtió una tendencia que empezaba a preocupar al propio centrocampista. Las dudas han dejado paso a las certezas. Desde el pasado mes de enero ha levantado el vuelo y esa timidez que asomaba, ha dado paso a un jugador determinante en el área contraria y eso no se logra corriendo y corriendo sin parar. Se consigue con calidad, la que tiene Fede Valverde. 

Ancelotti no dudaba en aquello de que delante tenía un diamante por pulir o por lo menos por sacar todo el brillo que todavía encerraba y no había mostrado. Ya en la pasada temporada le dijo que diera un paso adelante en ataque y bien que lo hizo, pero se encontró con el larguero hasta en cuatro ocasiones.

En esta campaña, el reto se convirtió en una apuesta entre jugador y entrenador. Ancelotti le lanzó el reto de lograr 10 goles, desafío asumido por el uruguayo, que es lo que va de temporada ya ha logrado marcar tres goles, acompañados de dos asistencias, pasando a ser decisivo en eso de generar ventaja para el Real Madrid.