Adiós a Twitter: López Vela – Análisis

La campaña presidencial de 2008 de Barack Obama marcó un giro en la forma de hacer política. El estilo fresco, los mensajes cercanos y el uso de las redes sociales fueron los elementos de la fórmula que permitieron a Obama, el primer afroamericano, ser electo como presidente de Estados Unidos.

Para nadie es sorpresa que Twitter, estrenado un par de años antes, jugó un papel fundamental en el posicionamiento de la plataforma y las ideas de Obama. Después de su triunfo, Twitter se ubicó como la principal red social para asuntos políticos y noticias. Twitter fue el canal de comunicación política preferido por los políticos y sus votantes. En Twitter está la influencia y la audiencia; en argot mexicano: “el círculo rojo” era asiduo a esta red social. Por ello, la plataforma consolidó una nueva vía, revolucionando la forma de hacer campañas políticas de alto nivel.

La estructura de microblog permitía a los políticos dejar mensajes concretos y contundentes en las cuentas de los seguidores quienes, a su vez, podían responder e intercambiar opiniones, también breves. Además, la plataforma se convirtió en la agencia de noticias más influyente del mundo.

El encanto y poder de seducción de Twitter la convirtió en la plataforma favorita, también, de los descalificadores, de los porros digitales, de los fabricantes de mentiras: de los trumpistas, pues.

Por ello, cuando la junta directiva decidió bloquear la cuenta del expresidente de Estados Unidos, sus huestes salieron a gritar “censura” cuando, en realidad, se trataba de respeto y civilidad.

Hace unos días, el hombre más rico del mundo, Elon Musk, compró Twitter. Y el cambio se sintió de inmediato. Musk decidió caminar sobre las huellas de Trump y despidió a Vijaya Gadde, la directora de moderación de la plataforma, en un programa en vivo. En medio de una entrevista, Musk le dijo que: “Los errores costaban y que estaba despedida”, en el mejor estilo de la serie televisiva The Apprentice que, en los noventa, hizo Donald Trump. Vijaya Gadde había sido la responsable de expulsar al expresidente de la plataforma.

En una carta al consejo, Musk había dicho que Twitter era “la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo”, pero que no puede lograr este “imperativo social” en su forma actual y “necesita transformarse en una empresa privada”.

La política de Musk descansa en la idea de que “en el mercado libre de las ideas” cada consumidor debe poder elegir en qué versión de la realidad quiere confiar.

Musk asume que cualquier moderación es perniciosa. Omite, además, distinciones que durante años han ayudado a regular la libertad de expresión; por ejemplo, la diferencia entre los discursos de odio frente a las opiniones odiosas. En ese tenor, moderar no es censurar.

Musk apuesta equivocadamente por una libertad sin restricciones. Tal vez sea momento de buscar otras redes.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.