La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) pronostica que la economía global experimentará una leve aceleración en 2025, impulsada por una disminución continua en la inflación y una estabilidad relativa en el crecimiento.
Sin embargo, advierte que el panorama sigue marcado por incertidumbres significativas, como las tensiones geopolíticas en Medio Oriente y la posibilidad de políticas comerciales más restrictivas.
El organismo internacional, con sede en París, mantuvo sin cambios su estimación de crecimiento global para 2024 en 3.2%, mientras que ajustó al alza su previsión para 2025 de 3.2% a 3.3%. Para 2026, anticipa un crecimiento del 3.2%. Estas proyecciones reflejan una resiliencia económica notable, aunque matizada por desafíos importantes a corto y mediano plazo.
En conferencia de prensa, la OCDE destacó que la economía global ha mostrado solidez frente a un entorno complejo. La inflación ha ido acercándose gradualmente a los objetivos establecidos por los bancos centrales, lo que ha contribuido a mantener un crecimiento estable.
Sin embargo, alertó sobre la presencia de riesgos relevantes, incluidos los elevados niveles de deuda pública y unas perspectivas de crecimiento económico a mediano plazo consideradas insuficientes.
En cuanto a México, la OCDE proyecta un crecimiento económico del 1.4% para 2024, en línea con estimaciones previas, y un avance más moderado del 1.2% para 2025. Para 2026, el organismo anticipa una ligera mejora con un crecimiento del 1.6%. Estas cifras reflejan un desempeño moderado de la economía mexicana, en sintonía con las dinámicas globales.
A pesar de la resiliencia observada en ciertos sectores económicos, la OCDE subrayó que las tensiones geopolíticas, junto con la incertidumbre en las políticas comerciales y los retos estructurales, seguirán siendo factores críticos que podrían afectar el desempeño económico global en los próximos años.
El informe concluye que, si bien la disminución de la inflación y la estabilidad económica son señales alentadoras, los gobiernos deben abordar con urgencia los problemas estructurales, como el alto endeudamiento y la necesidad de fortalecer las perspectivas de crecimiento sostenible a largo plazo.