La renuncia de Sergio José Camacho Carmona como director general de Unifin Financiera, anunciada tras el proceso de concurso mercantil que evitó la quiebra de la compañía, deja una estela de críticas hacia su gestión.
Si bien ha liderado el proceso de reestructura, el tiempo al frente de la empresa estuvo lleno de tensiones, falta de claridad estratégica y decisiones que no lograron recuperar plenamente la confianza de los mercados.
Bajo su liderazgo, Unifin enfrentó serios cuestionamientos por su modelo operativo y la forma en que gestionó su apalancamiento financiero, lo que llevó a la compañía al borde de la insolvencia.
Aunque el concurso mercantil fue presentado como una solución, muchos analistas consideran que la estrategia fue reactiva y tardía, lo que exacerbó la crisis.
La decisión de designar a Eugene Irwin Davis como director general interino refleja la urgencia del consejo de administración por reorganizar la dirección de la empresa, mientras busca un nuevo líder a través de una firma de reclutamiento de ejecutivos. Malas decisiones en esa empresa.
No obstante, este cambio podría percibirse como insuficiente para restaurar la credibilidad perdida, especialmente considerando que los problemas estructurales que llevaron a la crisis siguen sin resolverse del todo.
La falta de detalles concretos sobre los nuevos planes y el historial reciente de decisiones erráticas deja en duda la capacidad de Unifin para volver a ser un actor relevante en el sector financiero no bancario mexicano. Esta firma sigue siendo un desastre, incluso con complejo panorama por delante.