MG México ha quedado en el centro de la polémica tras una serie de críticas relacionadas con la falta de respuesta adecuada ante las quejas de clientes.
El caso que desató la controversia involucra a Alejandra Cecoopieri, propietaria de una SUV ZR Elegance, quien se plantó frente a una distribuidora en Reynosa, Tamaulipas, para exigir atención por las fallas mecánicas de su vehículo, luego de sentirse ignorada por la empresa.
La situación escaló rápidamente en redes sociales, donde usuarios criticaron la postura inicial de la automotriz china-inglesa, señalando la falta de responsabilidad y compromiso en su atención al cliente.
Incluso, la intervención de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) puso en evidencia las deficiencias del servicio ofrecido por la marca en el país. Y la falta de atención de Profeco también tardía.
MG México tardó en emitir un pronunciamiento oficial, lo que deja claro el mal manejo de crisis y deja mal posicionados a sus ejecutivos por estar poco preparados para un acontecimiento de tal magnitud, además de la falta de capacidad de sus empleados para solucionar los enormes problemas en sus vehículos.
Cuando finalmente lo hizo, el despertar de su letargo, de poder redactar un comunicado se justifico, aseguró que la demora se debió a un “proceso de diálogo y mediación” para ofrecer una solución responsable. Sin embargo, para numerosos clientes y observadores, el daño a la reputación de la empresa ya estaba hecho. Eso sí, el actuar de sus abogados dejo patente la intimidación y trato hacia la quejosa.
Este incidente expone las debilidades de MG México en su capacidad de gestión de crisis y atención al cliente, una lección ya afecta la de por sí ya afectada de su imagen en un mercado altamente competitivo.
La empresa ahora enfrenta el reto de restaurar la confianza del público, que exige un cambio real en su enfoque hacia el consumidor. Incluso ocultar el acuerdo con la consumidora es penoso.