OpenAI, la empresa de inteligencia artificial responsable de tecnologías como ChatGPT, anunció que su consejo de administración ha decidido mantener su estructura como una organización sin fines de lucro, reforzando su compromiso con el desarrollo responsable de la inteligencia artificial.
No obstante, la compañía también informó que avanzará en la transformación de su rama comercial hacia una corporación de beneficio público (public benefit corporation), lo cual le permitirá captar más capital sin abandonar sus principios fundacionales.
Desde 2019, OpenAI ha operado bajo un modelo híbrido: una organización matriz sin fines de lucro supervisa a su subsidiaria con fines de lucro, que es la que desarrolla y comercializa productos como ChatGPT o herramientas de codificación asistida. Esta estructura ha sido diseñada para permitir a la empresa atraer inversiones privadas mientras mantiene una misión centrada en el beneficio público y la seguridad de largo plazo.
“La fundación de OpenAI fue sin fines de lucro, y hoy continúa siéndolo. Es la organización sin fines de lucro la que controla y supervisa a las unidades comerciales, y eso no cambiará”, afirmó Sam Altman, director ejecutivo de la compañía, en un comunicado oficial. Altman recalcó que el objetivo es garantizar que OpenAI opere en el interés de la humanidad, sin dejar de ser competitiva en el vertiginoso avance de la IA.
La decisión de mantener esta estructura se tomó tras una serie de consultas con líderes cívicos y funcionarios de las fiscalías generales de California y Delaware. La intención es ofrecer una mayor transparencia y estabilidad jurídica frente a las tensiones inherentes entre el desarrollo comercial agresivo y las preocupaciones éticas que suscita la inteligencia artificial avanzada.
Con el estatus de corporación de beneficio público para su unidad con fines de lucro, OpenAI podrá atraer capital de forma más flexible mientras está legalmente obligada a considerar no solo los intereses de los accionistas, sino también su misión social. Este paso es especialmente relevante dado el creciente escrutinio sobre cómo las grandes empresas tecnológicas monetizan sistemas de IA, a menudo sin claras responsabilidades públicas.