Tras un año y medio de operaciones, Mexicana de Aviación, la aerolínea estatal relanzada con grandes expectativas, atraviesa una etapa de contrastes marcada por sus ambiciosos planes de expansión y un creciente cúmulo de retos financieros y legales.
Como parte de su estrategia de modernización, el gobierno federal adjudicó un contrato por 1.094 millones de dólares a Grupo Mexicano de Seguros para adquirir pólizas que aseguren cinco aeronaves Embraer, de un pedido total de 20 unidades que Mexicana compró por más de 20,800 millones de pesos (unos 1,085 millones de dólares). Este acuerdo busca fortalecer su capacidad operativa y abrir nuevas rutas, con entregas escalonadas entre junio y diciembre de 2025.
Sin embargo, este impulso ocurre en un contexto complejo. La aerolínea acumula deudas por 408 millones de pesos con extrabajadores de la antigua Mexicana por inmuebles y equipo, además de enfrentar una demanda en Nueva York por 9.9 millones de dólares interpuesta por SAT Aero Holdings, derivada de la cancelación de un contrato de arrendamiento.
A nivel nacional, enfrenta dos demandas laborales en el Estado de México por casi 1.9 millones de pesos y quejas de pasajeros ante Profeco por reembolsos no atendidos, que suman aproximadamente 50 mil pesos.
En el primer trimestre del año, la compañía reportó ingresos por 91 millones de pesos (unos 4.8 millones de dólares), frente a gastos superiores a 271 millones (unos 14 millones de dólares), lo que le generó una pérdida de 120 millones de pesos (unos 6 millones de dólares). Su participación en el mercado doméstico de pasajeros es aún marginal, con apenas un 0.6% del total, según la AFAC.
Mexicana de Aviación avanza en un frágil equilibrio: mientras sus nuevas aeronaves prometen una mejora operativa, la empresa deberá atender sus pasivos y fortalecer su estructura para evitar que el proyecto termine como un costoso revés para las finanzas públicas y la confianza de los viajeros.