Todas las entradas de: Raúl Martínez Solares

Factores que determinan nuestro comportamiento como consumidores de servicios financieros

“Sólo puedo controlar mi propio rendimiento. Si hago lo mejor que puedo, puedo sentirme bien al final del día”.

Michael Phelps, deportista olímpico más condecorado de la historia.

De acuerdo con los modelos económicos convencionales, las decisiones de consumo deberían partir de maximizar nuestro beneficio y ser en nuestro mejor interés. Pero cualquier compra, incluyendo la de productos o servicios financieros, tiene determinantes que inciden en la percepción y la decisión, generando efectos, no solo no óptimos, sino frecuentemente negativos.

Un ejemplo típico es la adquisición de una tarjeta de crédito. La variable fundamental de decisión debería ser la tasa de interés. A tarjetas similares, debería existir una inclinación para contratar aquellas con tasas de interés menores. Sin embargo, la evidencia experimental muestra que existen factores de diferente índole que hacen que la tasa de interés no sea considerada como relevante e incluso en ocasiones, ni siquiera es analizada, siendo otros factores más vinculados con percepción o recompensas de corto plazo, los que condicionan la decisión de contratarlas.

En México, por ejemplo, existen tarjetas cuya tasa de interés es cercana al 20 %, mientras que otras se encuentran en niveles superiores al 80 % de interés anual.

Entre los factores que pueden incidir en las decisiones de consumo financiero, algunas apuntan a temas de personalidad y de percepción, que condicionan la forma en la que tomamos dichas decisiones. En el artículo “Who Is in Control? The Role of Self-Perception, Knowledge, and Income in Explaining Consumer Financial Behavior”, de Perry y Morris, se analizó la relación entre las decisiones de consumo de productos financieros con variables como el nivel de conocimiento financiero, el ingreso y una característica psicológica denominada locus de control.

Para algunos, el conocimiento financiero se refiere simplemente a la cantidad y calidad del conocimiento que tenemos sobre variables financieras, como la tasa de interés, el efecto de la inflación y la capacidad para hacer cálculos financieros sencillos como porcentajes. Para otros, conocimiento financiero implica necesariamente tener una práctica financiera tal muestre la aplicación de dicho conocimiento.

Por lo que se refiere al concepto de locus de control, esto se refiere a la propensión a observar la influencia de los factores del entorno como causa de recompensa o

castigo. En el artículo se define a las personas con un locus de control Interno, como aquellas que esperan que sus acciones tengan resultados previsibles y por lo tanto son más orientadas a tomar acciones que determinen el curso de los acontecimientos de su vida futura.

Por el contrario, las personas con un locus de control Externo perciben los eventos de su entorno como fuera de su control, influenciados por factores como la suerte, el destino o el poder que terceros ejercen sobre distintos aspectos de su vida, lo que los lleva actuar como si sus acciones tuvieran poco efecto sobre su vida futura.

El estudio encontró qué las personas con un locus de control externo tienden a involucrarse menos en decisiones relacionadas con su comportamiento financiero, mientras que las personas con locus de control interno sí buscan tomar decisiones más productivas en ese sentido.

Los dos componentes que combinados pronostican el peor escenario en toma de decisiones financieras, es cuando se tiene simultáneamente un locus de control externo y un bajo nivel de conocimiento financiero.

Lo importante de esta conclusión es que ambas condiciones son reversibles. El conocimiento financiero puede mejorarse, existiendo hoy la posibilidad de acceder a cursos y mecanismos de información simplificada, que permitan tener los elementos básicos para tomar decisiones más informadas.

Simultáneamente, por lo que se refiere al cambio en la percepción relacionada con el locus de control, como muchas características psicológicas, éstas pueden ser desarrolladas y entrenadas. Pero ello exige que las personas asuman procesos sistemáticos de cambio de conducta, en este caso financiera, que gradualmente vaya generando hábitos positivos reforzando la percepción de que la acción individual provoca cambios en el futuro.

Evidentemente, son múltiples los factores que en la vida económica y financiera rebasan nuestra capacidad de influencia, pero de manera existen decisiones que de manera diaria y permanente pueden crear la diferencia entre un futuro de relativo bienestar y una vida de precariedad.

El efecto económico de la desconfianza institucional

“La desconfianza en el gobierno no es cinismo sin fundamento; Es realismo”.

Ben Shapiro, abogado y comentarista estadounidense.

Históricamente, existe una correlación entre el crecimiento económico y el nivel de confianza institucional que los habitantes de un país muestran; particularmente respecto de las instituciones gubernamentales.

Más que una causalidad directa, es decir, que la desconfianza genera un bajo crecimiento económico; lo que se ha evidenciado en distintos estudios es que la desconfianza típicamente es producto de una serie de factores que, a su vez, están asociados con condiciones que inhiben o limitan el crecimiento.

Un primer factor es la corrupción. Cuando la percepción ciudadana es que desde el gobierno se tiene una visión patrimonial de los recursos públicos y que estos son canalizados a enriquecer indebidamente a personajes de la esfera política; cuando se percibe que las decisiones gubernamentales están centradas en satisfacer intereses personales o de grupos específicos, sin importar su pertinencia; cuando se tienen la creencia y evidencia de que ha habido una mala administración de los recursos con acciones o decisiones ineficientes, destinadas a favorecer a algunos; entonces la percepción ciudadana es qué cualquier iniciativa de gobierno estará manchada por alguno de estos elementos y, por lo tanto, no es digna de confianza.

Visiones como esta, por ejemplo, están asociadas a altas tasas de evasión fiscal, bajo la premisa de que si los recursos públicos no son utilizados adecuadamente. es preferible que evadir las obligaciones fiscales.

Un segundo elemento presente en entornos de elevada desconfianza institucional es la debilidad del Estado derecho, que se traduce en una falta de consecuencias jurídicas para quien transgrede la ley, (desde lo público o desde lo privado), lo que a su vez genera el doble efecto de inhibir la inversión privada por desconfianza y de crear condiciones poco propicias para el desarrollo de las iniciativas que desde lo privado realmente se concretan. Una reglamentación excesiva e ineficiente, que permite altísimos grados de discrecionalidad de la autoridad, un incremento de la delincuencia y la criminalidad, al no existir la presión para aquellos que transgreden la ley, de una amenaza creíble de que serán detenidos y encarcelados, generan más presiones negativas sobre la actividad económica.

La experiencia internacional muestra que la manera más eficaz de combatir la corrupción es fortaleciendo las instituciones, particularmente aquellas responsables

de aplicar la ley y, de manera fundamental, dando certeza a la ciudadanía con información puntual y objetiva que permita ir construyendo la certidumbre de que las leyes se aplican y no están sujetas a la discrecionalidad de quienes detentan cargos públicos. La certidumbre en la actuación de las instituciones gubernamentales, que respetan las leyes y las reglas establecidas, así como los contratos y proyectos, vigilando estrictamente que estos sean apegados a derecho y al interés de la ciudadanía, son elementos fundamentales para crear condiciones de actividad económica que alimenten un crecimiento sostenido.

Todas las experiencias exitosas de combate a la corrupción que han permitido incrementar la confianza institucional y, de esta manera, han apoyado el crecimiento económico sostenido, han pasado por reformas de corto plazo y gran profundidad para fortalecer los mecanismos de interacción entre la esfera pública y los ciudadanos. Dichas experiencias han mostrado además que, las visiones típicas de que la corrupción está arraigada en valores a una cultura y que por lo tanto su erradicación es un proceso muy largo, son equivocadas.

Información dura, medible y objetiva en cualquier ámbito; leyes claras y cumplibles con mecanismos que garanticen el castigo a quienes no la cumplan y un gobierno que esté permanentemente sujeto al escrutinio de la ciudadanía, son fundamentales, y para esto último es crucial contar con medios de información críticos que, al margen de que el Estado pueda pensar que responden agendas particulares, señalen la información que debe ser investigada y acusen cuando esté en duda la actuación del gobierno para provocar investigaciones acuciosas e imparciales. Ello es fundamental para garantizar condiciones de combate a la corrupción y fortalecimiento del Estado de derecho que mejoren la vida de las personas y gradualmente contribuyan al crecimiento económico del país.

Cómo afecta la desaceleración económica y los periodos de recesión el empleo para los jóvenes

“El éxito es qué tan alto rebotas cuando tocas fondo”.

General George Patton.

En la actualidad encontramos análisis coincidentes de parte de analistas económicos, con base en cifras actuales verificables y objetivas, que pronostican una desaceleración económica significativa para el país y, en algunos casos, prevén incluso un periodo de recesión.

Factores del entorno internacional que propicien una desaceleración del comercio mundial, sumados a factores estructurales y de coyuntura en el país, hacen poco probable que podamos revertir la desaceleración de manera rápida. Las economías son como locomotoras, que cuesta mucho frenarlas y mucho acelerarlas.

En escenarios de bajo crecimiento y de una posible recesión, uno de los sectores que primordialmente resulta afectado es el del empleo y, de acuerdo con experiencias nacionales e internacionales recientes, específicamente el empleo de los jóvenes.

Yo concluí mis estudios universitarios precisamente cuando, después del periodo de crecimiento irresponsable del déficit público del presidente José López Portillo se dio uno de los periodos de recesión y contracción económica más severos que haya experimentado México, por lo que puedo hablar en primera persona de algunos de los efectos que estos fenómenos generan en el empleo.

Un primer efecto típico, documentado por ejemplo en el estudio “The Short-And Long-Term Career Effects of Graduating in a Recession: Hysteresis And Heterogeneity In The Market For College Graduates”, de Oreopoulos, Wachter y Heisz, es que los jóvenes que terminan sus estudios durante periodos de contracción económica, presentan un impacto inicial de perdida en sus ingresos que desaparece en periodos largos entre 8 y 10 años.

Un segundo efecto es el incremento del desempleo, incluso mayor que el de la población general. En Europa, con posterioridad a la crisis de 2009, el desempleo de jóvenes fue superior al promedio, llegando en países como España a niveles de 50%.

Adicionalmente, de acuerdo con el reporte “Changes in the Character of the Labor Market over the Business Cycle”, de Lisa Kahn, en casos de recesión, los trabajadores empleados en tareas rutinarias ven una depreciación de sus habilidades en términos de salarios y, el ciclo normal mediante el cual las personas

ascienden en la escala salarial de las empresas, al aumentar su experiencia, se ve frenado. Este estudio ratifica que los jóvenes que se emplean por primera vez en periodos de contracción económica presentan salarios en promedio 10% menores incluso varios años después.

También existe una afectación en la movilidad laboral, derivada del hecho de que los jóvenes tienen que aceptar empleos en empresas más pequeñas y más inestables, lo que provoca que en los siguientes años aumente su necesidad de movilizarse hacia otros puestos de trabajo.

Si bien después de los periodos de recesión, tiende a haber una recuperación de los niveles de empleo (como ocurrió en México con posterioridad a la recesión del 2009), típicamente los empleados recuperado son de menor nivel y calidad que los que se perdieron.

En suma, los momentos de desaceleración económica, aun los que provienen de bajos niveles de crecimiento como los que ha presentado México en las últimas décadas, generan afectaciones en los jóvenes que se incorporan al mercado laboral, que se mantienen por lo menos la primera década de su carrera profesional.

Por ello, ante un escenario actual de muy probable desaceleración y falta de crecimiento, es fundamental que los jóvenes universitarios adquieran conocimientos adicionales a los que adquieren en las universidades, que les permitan fortalecer sus capacidades, para ser así más competitivos en lo que seguramente será un complicado y competido mercado laboral.

Hasta dónde deben vigilarse las intervenciones conductuales en política pública

“La única máxima de un gobierno libre debería ser no confiar en ningún hombre que viva con poder para poner en peligro la libertad pública”.

John Adams, primer vicepresidente y segundo presidente de los Estados Unidos.

El día de hoy tuve la oportunidad de conversar con Lucia A. Reisch , destacada economista conductual, profesora Escuela de Negocios de Copenhague y especialista además en Investigación del consumidor y Política del consumidor.

Se trata de una prestigiada investigadora quien recientemente publicó, junto con Cass Sunstein, el libro “Trusting Nudges: Toward A Bill of Rights for Nudging”, en el cual abordan el tema de que tan invasivas y aceptadas pueden llegar a ser iniciativas que buscan utilizar mecanismos de economía conductual, particularmente las llamadas intervenciones conductuales, como mecanismos para dirigir la política pública, de forma tal que incidan en el comportamiento de las personas.

De acuerdo con sus investigaciones la visión imperante en la mayoría de los países investigados, entre los cuales se encuentra México, es que los ciudadanos tienen simultáneamente una visión favorable respecto de las políticas públicas que buscan mejorar a través intervenciones conductuales la conducta de los ciudadanos, cuando se trata de temas como el ahorro y en específico el ahorro para el retiro, pero tienden a ser más cautos o rechazan aquellas intervenciones en las que la política pública trata de incidir en temas que son más cercanos aspectos relacionados con la vida de las personas; por ejemplo, en temas como la salud (como por ejemplo la donación de órganos).

Implícito está el reconocimiento de que, a nivel mundial, es cada vez más frecuente el reconocimiento de que, comprendiendo cómo opera la conducta real de las personas respecto a temas tan diversos como la salud, las finanzas o la delincuencia, es posible buscar cambiar patrones de conducta, para provocar mejores decisiones y conductas que generen una mejora en las condiciones de vida de la sociedad y de las familias y, en muchos casos, un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles.

Sin embargo, existe un temor, fundado, de que dichas intervenciones conductuales pueden responder en algunos casos, a un intento de los gobiernos por dirigir la conducta y la percepción de la ciudadanía, hacia los temas reflejan más la agenda de los grupos políticos que detentan coyunturalmente el poder.

Conviene en este sentido recordar, que estas intervenciones conductuales se refieren específicamente a aquellos mecanismos que, comprendiendo y sobre todo utilizando los sesgos cognitivos y conductuales que tenemos las personas, tratan de dirigir la conducta de manera específica. Por ejemplo, en un sesgo que se conoce como de opción por default, las personas tendemos a optar con mayor frecuencia por la opción que se nos presenta de manera automática. Por ello, en materia de política de donación de órganos se ha reconocido que, en la mayoría de los países, la decisión de donación se establece a partir de una pregunta que requiere una afirmación expresa: “Si desea usted ser donador de órganos marque esta casilla”. Dado que no tachar la casilla implica que no se es donador, esa es la opción por default y la más frecuente. En algunos países a partir de este reconocimiento de sesgo conductual la pregunta es en sentido inverso, lo cual convierte en automático la opción por default el aceptar ser donador; “Si usted no desea ser parte del programa de donación de órganos, tache esta casilla”.

Está simple y muy básica diferencia provoca en algunos casos que la intención de donación de órganos pase del 15 a cerca del 80% de los casos.

En la plática, la profesora Reisch comentó que, cada vez más en el futuro, es fundamental que comprendamos los alcances reales que tienen las intervenciones conductuales y reconozcamos la necesidad de que éstas se vigilen reconociendo los derechos de los ciudadanos, para evitar que su conducta sea manipulada de una forma tal que no refleje genuinamente el beneficio de la población.

Reconocer como actuamos y no como se supone que deberías actuar las personas es fundamental para contar con políticas públicas que sean eficaces y que operen genuinamente en beneficio de la mayoría de la población.

Cuándo y por qué demandamos más información financiera

“Como regla general, el hombre más exitoso en la vida es el hombre que tiene la mejor información.”

Benjamin Disraeli, político, escritor y aristócrata británico

En principio, deberíamos suponer que todas las personas que cotidianamente tomamos decisiones financieras, tendríamos una permanente y constante búsqueda de información que permitiera que esas decisiones estuvieran fundadas y, consecuentemente, fueran de la mejor calidad posible; con el fin de optimizar el rendimiento de nuestros recursos y minimizar el riesgo asociado a su administración.

Sin embargo, es más que evidente que las personas, pero incluso muy frecuentemente las instituciones (al final de cuentas integradas por personas), no buscan información de manera permanente, lo que conduce a decisiones subóptimas, cuando no completamente inadecuadas.

Sobran los ejemplos recientes y antiguos, de momentos en los que de manera masiva se han tomado decisiones de inversión que terminan en una seria afectación patrimonial.

Hace algunos años, por ejemplo, personas físicas, pero incluso tesorerías de empresas y de entidades gubernamentales, invirtieron en vehículos operados por una empresa llamada Ficrea, que aparentemente ofrecía rendimientos “garantizado”, muy superiores no sólo a la inflación sino también al promedio vigente de las tasas de interés en ese momento.

En ese caso, la promesa de un retorno exorbitante inhibió el que los tomadores de decisión buscaran información adicional que les permitirá corroborar la validez y certidumbre de su inversión, lo que provocó severos quebrantos que, hasta la fecha, siguen afectando a cientos de personas y empresas.

Más recientemente, la burbuja que provocó la especulación en torno a las inversiones en Bitcoin llevó a miles de personas en el mundo a contratar inversiones de esta naturaleza, precisamente en momentos en que la especulación alimentó un crecimiento exorbitante del precio de esa criptomoneda, la cual posteriormente tuvo una estrepitosa caída generando un quebranto brutal para muchas de las personas que participaron en esa inversión, sin haberse allegado información puntual para tomar decisiones adecuadas al respecto.

De acuerdo con el estudio “Financial attention and the demand for information”, de Qadanay Zoua’bib, se encontró que la atención por información financiera tiene una correlación positiva con el nivel de incertidumbre y de negatividad que se refleja el sentimiento de los inversionistas. Ello implica que sólo cuando se trata de entornos económicos negativos, los inversionistas buscan allegarse más información, lo que podría eventualmente llevarlos a ser más cautos en sus decisiones de inversión.

El estudio utilizó como referencia las consultas a sitios de internet especializados en temas de información financiera, partiendo de la premisa de que muchas personas acuden estos mecanismos de información, incluso por encima del consejo de expertos.

Aun no siendo necesariamente mejores fuentes información, la posibilidad de contar a través de sitios de internet especializados con datos duros contrastables y verificables, que permitan conocer las bondades y sobre todo los riesgos de determinadas inversiones, resulta fundamental para que las decisiones de inversión tengan, por lo menos, riesgos conocidos y se eviten quebrantos financieros graves.

El sentimiento de los inversionistas es un tema que se puede medir de diversas formas y que típicamente está asociado a la percepción que las personas tienen respecto del entorno presente y, sobre todo futuro, en términos de expectativas de potencial crecimiento de sus inversiones.

En la actualidad, México enfrenta un entorno particularmente negativo, ante perspectivas, fundadas en datos verificables, que apuntan a que el crecimiento económico para este año probablemente sea incluso inferior al 0.5% , con expectativas de crecimiento mayor (pero también sumamente bajo) para el 2020.

Si atendemos a las conclusiones de este estudio, hoy debiera existir entre todas las personas que toman decisiones financieras (ya sea de mucho o poco volumen de recursos) una mayor inclinación para allegarse información dura, verificable y fundada, que les permita mejorar la calidad de sus decisiones.

En entornos inciertos ésa un más importante mejorar las decisiones para evitar que al entorno negativo, se suman los efectos individuales de decisiones que comprometa, en el bienestar financiero futuro.

Por qué frecuentemente los políticos mal interpretan los datos (económicos) y también las opiniones de sus votantes

“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

Groucho Marx, cómico estadounidense

Alrededor del mundo conocemos y frecuentemente padecemos, situaciones en las que los políticos de todo tipo, corte y orientación ideológica malinterpretan la información que reciben, la que a su vez determina la naturaleza de las decisiones que toman y, con muchísima frecuencia, mal interpretan también las opiniones de sus votantes, ajustándolas para que parezcan – cuando no apoyo irrestricto sus plataformas y políticas – por lo menos no contrarias a las mismas.

Distintos estudios realizados en el mundo muestran que esto es más frecuente de lo que queremos creer, lo cual contraviene uno de los principios básicos de la democracia, que es la noción de que aquellos por quienes votamos representan de alguna forma nuestras visiones y deseos.

Uno de estos estudios (“Correcting Bias in Perceptions of Public Opinion Among American Elected Officials: Results from Two Field Experiments”, de Kalla y Porter) se llevó acabo en Estados Unidos encuestado y entrevistando a legisladores, para propiciar que se acercaran a conocer información que trataba de transmitir las opiniones de sus votantes.

Se estableció una plataforma en la que de manera neutral los legisladores pudieran conocer las opiniones de los votantes de sus distritos, sobre temas específicos de la agenda legislativa.

La mayoría de los participantes no utilizaron el mecanismo, lo cual reflejó una doble condición: Por un lado, el desinterés de los legisladores por conocer de manera precisa las opiniones de aquellos a los cuales se supone representan y, por el otro, la visión, sumamente simplista, de que por el solo hecho de haber sido votados, ellos ya representan las opiniones de los votantes y por lo tanto no requieren ningún mecanismo que les permita ratificar que existió (o continúa existiendo) una alineación entre sus visiones y agenda con las opiniones y necesidades de sus votantes.

Incluso en EUA en que existe la reelección legislativa desde hace mucho (y no como en Mexico que esta posibilidad apenas inicia), no existe evidencia que el interés de relegirse incentive a conocer los intereses reales y concretos de los votantes o analizar información dura para tomar decisiones mas objetivas.

En estudios que se han realizado para tratar de entender la posibilidad de mejorar las decisiones de los ciudadanos en los procesos de votación, se ha encontrado que, si se les presenta información y hechos corroborables, se puede mejorar la eficacia de sus decisiones políticas electorales.

Por el contrario, este estudio demostró que, tratándose de los legisladores, es frecuente que cuando se les presenta información corroborable y dura que podría ayudarles a tomar mejores decisiones y diagnósticos más acertados, existe una marcada resistencia a analizar nueva información y por supuesto a incorporar esta en sus propuestas y posiciones legislativas.

En México, desde hace varios procesos electorales han existido iniciativas que tratan de facilitar la identificación, por parte de los ciudadanos, de las propuestas específicas que tienen aquellos candidatos por los cuales votarán. La gran iniciativa Voto Informado, desarrollada por estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, estableció cuestionarios que sobre tópicos generales permitirían a un ciudadano conocer la opinión de los candidatos sobre esos temas.

El problema es que, de acuerdo con el estudio comentado, existen pocos incentivos hoy para asegurar que aquellos que supuestamente nos representan, efectivamente (más allá del discurso y de posiciones políticas simplistas), representen genuinamente los intereses de aquellos que los eligieron, lo que limita su capacidad para proponer iniciativas que genuinamente generen el beneficio de la ciudadanía en el largo plazo y no únicamente satisfagan el interés político de corto plazo.

Medioambiente y conducta

“Nuestro uso de los recursos finitos del planeta están creciendo de manera exponencial, junto con nuestra capacidad técnica para cambiar el medio ambiente para bien o para mal”.

Stephen Hawking, astrofísico, y divulgador científico británico.

En las últimas décadas, pero con particular énfasis en los últimos años, se ha hecho evidente el efecto devastador que tiene, tanto para el planeta como para la vida cotidiana de las personas, el uso indiscriminado e irracional de los recursos naturales.

Ya sea en temas como el calentamiento global, la sobreexplotación de los recursos pesqueros, la tala inmoderada de bosques, el uso y contaminación de aguas pluviales, entre otros muchos temas, se genera esta discusión, en la que, por un lado, se trata de establecer cuál es el deterioro los años irreversibles inmediatos que se enfrenta y como resolverlo y, por el otro, una aparente ceguera en reconocer y atender estos temas, ya sea por desconocimiento o incluso de la negación de los datos científicos existentes o por una visión netamente utilitarista y de corto plazo, que no muestra mayor preocupación por el futuro.

Estos temas se abordan desde diferentes perspectivas: ya sea de la eliminación de la actividad que provoca el deterioro ambiental, o la de mitigación progresiva de las actividades que las generan o, en otros casos, de la incorporación de avances tecnológicos que permitan, sumados a un factor de mitigación, corregir los efectos negativos de la actividad humana.

Por ejemplo, cuando se trata del tema de las emisiones de carbono en el mundo, es fundamental entender que la visión de eliminar radicalmente la huella de carbono en el corto plazo es poco realista. Lo más adecuado (y posible) es buscar mitigar las emisiones, acompañados de una perspectiva de generación de energías alternativas, sumada a la inversión en tecnologías que permitan capturar el carbono de la atmósfera y reducir sus efectos dañinos sobre el planeta.

Pero más allá de eso, es importante también reconocer cuáles son las conductas que están detrás de la visualización que se tiene, de personas o grupos, respecto del uso de los recursos naturales.

En el estudio “I feel it is mine!” Psychological ownership in relation to natural resources”, de Matilainen, Pohja-Mykra, Lahdesm y Kurki, se trata de analizar los conflictos y disputas que se presentan cuando distintos grupos de interés compiten

por el uso o aprovechamiento de recursos naturales, lo que frecuentemente conlleva a confrontaciones.

El estudio plantea el concepto de “propiedad psicológica”, definido como el estado en que las personas perciben que objetos, entidades, ideas o, en este caso, recursos naturales, son de su propiedad.

Tratándose de recursos naturales, el concepto de “propiedad psicológica” se hace relevante, porque con frecuencia encontramos esta visión en comunidades que, por ejemplo, tienden a explotar los recursos naturales de forma indiscriminada, partiendo de que su origen o cercanía con los recursos en esa comunidad, les da un derecho de propiedad intrínseco, que consideran les debería permitir el aprovechamiento de dichos recursos. Por el otro lado, ciertos grupos ambientalistas tienen una percepción de “propiedad psicológica”, en la que, de manera más global, perciben que estos bienes rebasan el concepto de una propiedad grupal o comunitaria y por lo tanto perciben un derecho de propiedad más amplia hacia la naturaleza o hacia la sociedad en general.

La importancia de este concepto es que explica por qué la discusión entre la explotación o preservación racional de ciertos recursos naturales, no se resuelve típicamente por vías de un análisis racional, ya que los grupos en conflicto se confieren derechos de propiedad psicológica sobre los bienes.

A ello se suman condiciones específicas que en algunas ocasiones pueden ser atribuidas a factores de desigualdad que incentivan a que ciertas comunidades sobreexploten los recursos naturales.

En otros casos, se trata simplemente de una visión cortoplacista (por ejemplo, en el caso de las pesquerías de asiáticas), que simplemente buscan maximizar el retorno de corto plazo, sin importar los efectos negativos de mediano y largo plazo.

El tema de la preservación del ambiente y de los medios adecuados para mitigar y revertir daños al mismo, es poco probable que se resuelvan simplemente bajo la premisa de provocar un cambio en la conducta de las personas, de los consumidores o de quienes explotan indiscriminadamente ciertos recursos naturales.

Es fundamental entender que se requiere la comprensión de las conductas de fondo y de los factores económicos que motivan la explotación indiscriminada los recursos, sumadas a cambios normativos que, de manera efectiva, permitan mitigar y disminuir gradualmente los efectos negativos de la actividad humana, apoyándose invariablemente además en el avance tecnológico que permita contribuyan a revertir, de madera más acelerada, los cambios en la naturaleza que, de otro modo, terminarán por afectar la calidad de vida de todas las personas en el planeta.

La importancia de la inversión privada en México

“El objeto social de la inversión calificada debe ser derrotar las fuerzas oscuras del tiempo y la ignorancia que envuelven nuestro futuro”.

John Maynard Keynes, economista británico.

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir al 10º encuentro bursátil organizado por la Bolsa Mexicana de Valores, en la cual participamos tanto autoridades, como los representantes de las empresas emisoras de valores bursátiles en el país.

En el caso de la empresa que dirijo, Fibra Educa, ésta recibió el reconocimiento por ser una de las emisoras que colocó en bolsa en los últimos 12 meses, siendo una de las contadas con lo hicieron en este periodo caracterizado por la incertidumbre política, económica y financiera.

En el evento participaron servidores públicos de la Secretaría de Hacienda y de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, especialistas en temas económicos financieros y de cyber seguridad para el sector financiero; así como analistas políticos. Todos, contribuyeron a que los participantes tengamos un panorama más claro de las perspectivas para el futuro inmediato del país en lo económico, lo político y fundamentalmente, desde la perspectiva de las inversiones del sector privado.

Resultó particularmente relevante el señalamiento realizado por el Subsecretario de Hacienda en el sentido de que si México quiere crecer a tasas superiores a las que en promedio ha crecido las últimas décadas y superar además la tendencia de aún más bajo de crecimiento, que se prevé para los siguientes dos años, se requiere de forma indispensable, la inversión y participación del sector privado.

Ello es absolutamente cierto y es precisamente por ello que es fundamental que el mensaje y las acciones del gobierno tengan, ante todo, un componente que garantice la certidumbre tanto jurídica como financiera para los siguientes años. Para realizar inversiones en un país como México, en la escala y en el tiempo que se requieren, todos los inversionistas privados requieren tener certidumbre de que sus inversiones están garantizadas (en lo legal) y la estabilidad necesaria para buscar, mediante proyectos rentables y eficientes, la rentabilidad y el rendimiento adecuado para premiar a los inversionistas.

En el evento, en los distintos foros quedó en evidencia la importancia trascendental de que el gobierno actual mantenga, como hasta ahora, una visión de disciplina fiscal. En un entorno complejo, en el que se anticipa una desaceleración económica a nivel global que, por condiciones internas podía acentuarse en

nuestro país, la disciplina fiscal (que no la astringencia de recursos públicos en sectores prioritarios), es fundamental, porque garantizar la estabilidad de los factores macroeconómicos, que a veces pueden parecer lejanos, pero que tiene implicaciones fundamentales para la vida económica de las familias. Por ejemplo, el déficit público creciente y descontrolado, históricamente se traduce casi de manera automática en un crecimiento de la inflación, que termina por deteriorar la capacidad adquisitiva de las familias y cuyos efectos generalmente tienen una duración prolongada.

México ha recibido enormes cantidades de recursos de inversión financiera que, cuando no está asociada a emisiones primarias bursátiles o inversiones directas privadas, tiene un efecto limitado en la creación de empleo y crecimiento económico. Hoy en México tiene indicadores sumamente favorables en la tenencia de bono mexicanos en manos de extranjeros. Y ello es resultado de una razón simple, la diferencia entre las tasas en Estados Unidos y en México es tan considerable que, aun descontando factores de incertidumbre y riesgo económico y político en México, para cualquier inversionista financiero México sigue siendo altamente rentable. Hoy, la diferencia entre los bonos mexicanos denominados en dólares a 10 años y los bonos del tesoro estadounidense a ese mismo plazo, de las mayores para cualquier economía emergente y la mas alta para una economía similar a la mexicana.

Un inversionista norteamericano puede pedir prestado en Estados Unidos para invertir en México y tendría una ganancia superior al 4% sin haber realizado ninguna actividad productiva; simplemente por la diferencia entre lo que le costaría el préstamo y el rendimiento elevado que pagan los instrumentos financieros en México.

Incluso las inversiones en la Bolsa Mexicana de Valores, a menos que sean primarias; esto es, que se realicen en el momento de la emisión por parte de la empresa que coloca en bolsa, que es cuando utiliza esos recursos mayoritariamente para proyectos de inversión productiva, el resto del tiempo esas inversiones en bolsa no tienen un efecto inmediato en generación de actividad productiva. Por ello, tanto las inversiones financieras en instrumentos de deuda como las inversiones en bolsa no necesariamente están contribuyendo a un aceleramiento del crecimiento.

De ahí la importancia fundamental de garantizar la estabilidad y la certidumbre que permita que más empresas realicen emisiones en bolsa, tanto de instrumentos de deuda como de acciones o certificados y que los recursos que se obtengan por esta vía se destinen a proyectos productivos que ahí sí, contribuyan a generar más empleo, más crecimiento económico y por ende mayor bienestar para las familias.

El efecto de la depresión en las decisiones económicas

“La depresión es como la melancólica, pero sin sus encantos “.

Susan Sontag, escritora, filósofa y ensayista estadounidense.

En las últimas décadas las enfermedades mentales han pasado de ser secretos personales y familiares a un asunto de salud pública.

Específicamente en el tema de la depresión, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 300 millones de habitantes del mundo sufren de depresión y en México este padecimiento se considera el primer lugar de discapacidad para las mujeres y la novena para los hombres.

De acuerdo con la misma fuente, cerca del 10% de las personas han sufrido depresión en algún momento y una de cada cinco la sufrirá antes de los 75 años, siendo está cada vez más frecuente en los grupos de edad jóvenes.

Dada la importancia creciente de está afectación, resulta importante entender como esta afecta, entre otras múltiples facetas de la vida, las decisiones económicas y financieras.

El estudio “Time and risk preferences, and consumption decisions of patients with clinical depression”, de Bayera, Shtudinerc, Suhorukova, y Grisarua, se buscó analizar cómo la depresión afecta las decisiones económicas, específicamente aquellas relacionadas con las preferencias de tiempo. Es decir, las que determinan la decisión entre el consumo presente y el futuro o, dicho de otra manera, entre gastar hoy y ahorrar para mañana.

A partir de analizar un grupo de personas diagnosticadas con depresión y contrastar sus resultados contra personas de similares características socio demográficas sin el padecimiento, se encontró que las personas que padecen de depresión clínica son menos propensas a ahorrar y toman decisiones económicas de corto plazo de mayor riesgo.

En muchos casos, las decisiones económicas incorrectas, además, generan una afectación a la condición económica de corto plazo, lo que profundiza o genera nuevas tensiones de incertidumbre de corto plazo que a su vez retroalimentan la depresión.

De manera más puntual, las personas con depresión se caracterizan por tener tasas de descuento mayores en sus decisiones económicas de largo plazo;

entendiéndose como tasa de descuento, el rendimiento implícito que una persona requiere para posponer consumo presente contra consumo futuro. En un ejemplo específico, de manera racional a una persona que se le ofrezca hoy 10,000 pesos o la alternativa de recibir 11,000 pesos dentro de un año, debería aceptar el ingreso futuro dado que se le está ofreciendo implícitamente una tasa de interés del 10%, claramente superior a la inflación.

La mayoría de las personas, requieren el ofrecimiento de un rendimiento mayor para aceptar posponer un año el pago. Pero las personas con depresión clínica requieren la promesa de un premio futuro aun mayor que incluso que el promedio del resto de las personas requiere, lo cual conlleva a no realizar el ahorro o a sólo hacerlo cuando se presentan opciones con promesas de rendimiento sumamente elevadas, pero, consecuentemente, también de riesgo sumamente alto.

Si los estudios realizados en las últimas décadas sobre la conducta económica y financiera de las personas han mostrado que la mayoría de nosotros tenemos sesgos de irracionalidad que afectan la calidad de nuestras decisiones futuras, las personas con depresión clínica presentan una mayor profundidad de estas desviaciones de los modelos racionales de decisión. De ahí que, ante el crecimiento de este padecimiento que afecta a integrantes de muchas familias de nuestro país, estemos obligados a tener el doble cuidado de apoyar a las personas a enfrentar este severo padecimiento y, simultáneamente, a vigilar que no se tomen decisiones que generan desequilibrios más graves para el futuro.

Divorcios y perspectivas educativas

“El divorcio probablemente se remonta a la misma época que el matrimonio. Yo creo, sin embargo, que el matrimonio es algunas semanas más antiguo.”

Voltaire.

Prácticamente en todas las sociedades modernas se ha presentado un fenómeno de crecimiento de la tasa de divorcios y de disminución de los matrimonios.

En México, de acuerdo con información del INEGI publicada en los primeros meses del año, los matrimonios se han reducido en poco menos del 10% en los últimos años. Pasando de registrarse 567,000 matrimonios en el año 2010 a 526,000 en el año 2017. Lo anterior resulta doblemente significativo si consideramos que el porcentaje de personas que empieza a colocarse en grupos de edad donde potencialmente podría casarse, ha aumentado. Ello, como resultado de que las últimas generaciones grandes de la pirámide poblacional del país están entrando a edades de matrimonio.

Simultáneamente, la tasa de divorcios ha mostrado una tendencia contraria y creciente, pasando de tener 86,000 divorcios en el 2010 a más de 146,000 en el 2017. Ello implica, en una relación de divorcios por cada 100 matrimonios, que en el 2010 se presentaban 15.1 divorcios por cada 100 matrimonios, mientras que para el 2017 esta tasa se situó en 28.1 y seguramente para 2019 se estará alcanzando el doble de la tasa del 2017.

También para 2017, la edad promedio de divorcio de los hombres fue de 41 años y de mujeres de 38.4 años. Lo anterior implica que, en muchos casos, los matrimonios se disuelven cuando ya tienen la edad suficiente para haber procreado por lo menos un hijo.

Si bien no existen en México estudios específicos que con profundidad analicen el impacto de los cambios en el estatus de las relaciones matrimoniales en la educación futura de los hijos, en el estudio fulano de tal se hace referencia a una investigación realizada en Taiwán para comprender el efecto detienen los divorcios en educación superior de los hijos.

No se trata en este sentido de juzgar el crecimiento de los divorcios desde una perspectiva moral. Y crecimiento de los divorcios los vendemos tu pieza actores entre otros a procesos en permitido la liberación y empoderamiento aún muy limitado, y grupos de mujeres y una modificación, producto de cambio sociodemográficos, los patrones de relación de las personas.

De lo que se trata aquí ese entender si este crecimiento de los patrones de divorcio tiene una acto específico en la posibilidad de que los niños tengan una educación superior en relación con aquellos matrimonios que permanecen unidos.

Las conclusiones del estudio apuntan a que el divorcio genera una reducción del ingreso promedio de los hogares y típicamente es mayor del lado del hogar dividido en donde permanecen los hijos.

Necesariamente implica que los recursos disponibles para apoyar en todo tus gastos los relacionados con la educación, disminuyan.

En el estudio “Understanding the mechanisms of parental divorce effects on child’s higher education”, de Chen, Fan y Liu, se encontró que, cuando el divorcio se presenta cuando los niños se encuentran en edades entre los 13 y los 18 años, se produce una la disminución de 10.6% en la probabilidad de que los niños ingresen a la universidad cuando alcancen 18 años.

El estudio encontró también que, incluso de manera más pronunciada que los efectos económicos, existen una serie de mecanismos no económicos, tales como los efectos psicológicos, que pueden incidir con mayor fuerza en una reducción de la posibilidad de acudir a la universidad. El efecto es mayor entre menor sea la edad del niño (dentro de esos rangos de edad señalados).

En México, la tasa de divorcios ha aumentado también en segmentos de edad que antes se consideraban de alguna manera protegidos contra este fenómeno, por ejemplo, en rangos de edades de mujeres mayores de 50 años.

Sin embargo, el incremento de la tasa divorcio en ese segmento de edad genera también efectos negativos, pero ahí ya no sólo para los hijos, sino específicamente para el bienestar económico de las mujeres que son divorciados a esa edad.

Dado que estas tendencias son presentes a lo largo del mundo, más que pensar es una perspectiva moral o de valores acerca de cuál es el origen de esta tendencia, conviene que las familias si bien evidentemente busquen permanecer unidas, también contemplen establecer mecanismos de planeación que les permitan, en caso de que el matrimonio se disuelva, que existan mecanismos que les permitan mantener una mayor probabilidad de contar de manera planificada, con los recursos para sufragar los costos de la educación superior de sus hijos. Y, de la misma manera, que las mujeres, que de por si reciben una presión adicional en el entorno laboral, que limita su capacidad de acumulación de recursos para el retiro, planeen con anticipación el construir los recursos para su vejez de manera individual, con independencia de su estatus marital.

Es fundamental ,en este sentido, que entendamos que, como señala algún dicho estadounidense, “hay que esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor”. La planeación financiera invariablemente debe de considerar escenarios negativos

extremos, para impedir que, en caso de que estos se presenten, se altere de manera radical el futuro bienestar económico de las familias.

Economía y educación

“La educación es el pasaporte para el futuro, porque el mañana pertenece a quienes se preparan hoy”.

Malcolm X.

El día de hoy se conmemora el día del maestro, paradójicamente sin que en este día se pueda ejercer la función de educar formalmente, porque es un día feriado para escuelas y maestros.

Por ello resulta conveniente reflexionar acerca de la relación entre la economía y la educación, así como sobre las implicaciones y relaciones que existen entre una y otra.

Distintos estudios conductuales han mostrado la importancia de tratar de modelar o incidir en las decisiones relacionadas con educación futura, en virtud del efecto tan relevante que las decisiones que los jóvenes tomen sobre su educación (áreas, características y calidad), tendrá en su futuro, tanto en su desempeño académico, como por supuesto en su vida profesional y, consecuentemente, en bienestar económico que alcancen.

En el estudio “Nudging in education”, de Damgaard y Nielsen, a partir de la revisión de distintos estudios se plantea la posibilidad (y conveniencia) de realizar intervenciones conductuales en temas educativos, así como que es factible utilizar mecanismos conductuales para apoyar a los jóvenes a tomar mejores decisiones en relación con su futuro escolar, por ejemplo, a través de proveer de manera adecuada información que les permita entender y valorar adecuadamente sus propias habilidades en distintos campos. Ello permite que los niños y después jóvenes, exploten adecuadamente las áreas de conocimiento en que sus habilidades les permitan destacar y alcanzar un mejor desempeño. En mi experiencia personal, cuando se logra que los jóvenes identifiquen áreas específicas que le resulten de interés y que sean afines a sus capacidades y habilidades, se logra una motivación interna más potente, que a su vez se traduce en un mejor desempeño y, posteriormente, en la vida profesional, en mejores resultados que contribuyen a un crecimiento laboral.

De la misma manera, es posible, mediante estímulos conductuales específicos, ayudar a que aquellas habilidades que se encuentra limitadas en los jóvenes alcancen por lo niveles aceptables, sobre todo cuando se trata de habilidades que son indispensables para cualquier campo de la vida profesional. Es frecuente escuchar que, si un hijo es bueno pintando y malo en matemáticas, hay que ayudarlo a que desarrolle sus habilidades de pintor y no darle clases de matemáticas. Esta visión implica es incorrecta, porque asume que ambas opciones

son excluyentes y supone que un área específica de conocimiento es opcional. Lo conveniente sería por supuesto favorecer y desarrollar las habilidades artísticas, pero con una orientación que le permita traducir estás en actividades que le generen oportunidades de desarrollo profesional (y salarial) y, simultáneamente, apoyarlo en la capacidad de comprensión mínima de los temas matemáticos, que son necesarios en cualquier faceta de la vida personal y profesional futura.

Hoy, por ejemplo, se discute como una de las razones de mayor o menor capacidad de innovación y crecimiento de las economías la orientación hacia las áreas denominadas STEM (las iniciales en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas), encontrándose que en aquellas sociedades en que más jóvenes participan en estas áreas de conocimiento, se produce mayor innovación y crecimiento económico (y con mejores salarios promedio esperados). De la misma manera, uno de los factores que explica la desigualdad salarial de género (además de estructuras de discriminación laboral reales y de la afectación de la maternidad en la vida salarial), es precisamente la baja participación de las mujeres en las áreas STEM.

En temas educativos y económicos, también resulta importante destacar algunos de los planteamientos del libro “Giving Kids a Fair Chance”, del Premio Nobel de economía James Heckman, en el que se concluye, entre otras cosas, que la calidad y duración de la educación inicial que reciben los niños (la que va de los 0 a los 18 meses y después hasta los 48 meses), tiene efectos específicos favorables, tanto en el desempeño académico de los grados superiores, como en el futuro desempeño en la vida profesional adulta.

La educación tiene un efecto fundamental en la vida económica de las personas y a su vez, los fenómenos económicos inciden en el presente y futuro de la educación. Hoy, la educación sigue siendo un factor fundamental para asegurar a nuestros hijos mejores oportunidades de crecimiento profesional, de bienestar económico y de felicidad futura.

Polarización política y expectativas y comportamiento de los consumidores

“Espera todo, para que nada sea inesperado”.

Norton Juster, académico estadounidense, arquitecto y escritor.

Recientemente, en México, enfrentamos el problema de analizar encuestas y datos que reflejan, por un lado, las visiones políticas y económicas de las personas, sus filias y fobias respecto de los temas de la agenda pública, sus expectativas económicas y, por el otro, su comportamiento económico real y específico como consumidores.

En teoría, debería existir consistencia entre lo que creemos, lo que esperamos y cómo actuamos; pero rara vez ello es así y, en entornos volátiles y polarizados como los que vivimos, la inconsistencia se hace más evidente.

Cuando escuchamos las opiniones de muchas personas, en los meses previos a la elección presidencial del año pasado, o en los meses después de la elección y ahora en los primeros meses de gobierno, viendo cómo estás se expresan en encuestas formales (como lo que refleja la confianza de los consumidores) o de manera informal, por ejemplo en rede sociales o espacios de opinión, y las contrastamos con el comportamiento real de los grupos de consumidores, encontramos evidencia de estas contradicciones.

En Estados Unidos de acuerdo con el artículo “Partisan Bias, Economic Expectations, and Household Spending”, de Mian, Sufi y Khoshkhou, al analizar el comportamiento y las opiniones de las personas respecto del futuro económico de Estados Unidos se encontró que en el periodo preelectoral, cuando la sociedad anticipan un cambio ante una situación presente que consideraba negativa, las encuestas de confianza de los consumidores reflejaban una visión positiva del futuro.

Después de la elección, las personas cambiaron su percepción respecto del futuro económico, dependiendo de la cercanía o afinidad, no sólo con el gobierno que triunfó, sino con las expresiones puntuales que el nuevo gobierno manifestaba respecto del rumbo que pretendía imprimir a la economía.

De esta manera, en Estados Unidos se percibió que los votantes republicanos, después de la elección presidencial, tuvieron una visión sumamente favorable, en términos de confianza sobre futuro, mientras que los grupos demócratas abiertamente opositores el presidente Trump, tendieron a mostrar perspectivas mucho más pesimistas.

En el caso de México, el comportamiento ha sido similar. Las encuestas de confianza del consumidor mostraron una perspectiva de futuro sumamente optimista tanto en el período preelectoral como después de la elección. Para muchas personas, aún para aquellos que inicialmente no necesariamente tenían un apoyo declarado hacia el nuevo gobierno, la perspectiva de un cambio resultaba optimista ante una visión negativa de los años anteriores.

Sin embargo, esta postura de optimismo sobre el futuro que hoy todavía está presente en las encuestas de confianza de los consumidores empieza mostrar una reversión de la tendencia, en los tres primeros del año respecto de los últimos meses del año empieza, pero aún muy por arriba de los mismos meses del año anterior.

Pero los datos duros de consumo, no muestran necesariamente una traducción de ese optimismo en las decisiones de los consumidores.

Por un lado, las cifras que publica la Asociación Nacional de tiendas de autoservicio y departamentales, muestran una caída sistemática en las tasas de crecimiento de los indicadores de ventas mismas tiendas, en los últimos meses, incluyendo el año pasado. Y otros indicadores que típicamente sirven también para medir la visión real de futuro que tienen los consumidores, relacionados con la compra de bienes que generarán una obligación de pago para los siguientes años, por ejemplo, los automóviles, también muestran signos de contracción reciente.

La conducta real de los consumidores en sus decisiones de compra es muy importante porque de esas decisiones de consumo depende en gran medida el dinamismo de una economía que, como la mexicana, depende en una proporción importante de la actividad de consumo en el mercado interno.

De ahí la importancia de diferenciar la información y los indicadores que reflejan percepciones y perspectivas de futuro, contra los datos que reflejan la conducta real económica de las personas.

Al país le conviene que gradualmente, a través de consistencia en la señales el gobierno y de mensajes que contribuyan a la confianza de los inversionistas, las perspectivas y la conducta real de los consumidores estén alineadas, en beneficio del crecimiento económico futuro del país para que este se derrame a la mayoría de la población.

La falta de comprensión de los fenómenos económicos

“La investigación muestra que, si las personas hablan y escuchan a otras personas de ideas afines, se vuelven más dogmáticas, más unificadas y más extremas”.

Cass R. Sunstein, economista conductual

En entornos polarizados, resulta complejo para las personas analizar de manera adecuada la información que, en los distintos temas, por ejemplo los económicos y financieros, se les presentan y que tienen que tomar en consideración, tanto para formar una opinión, como para tomar decisiones específicas.

En el “How We Misunderstand Economics and Why it Matters”, de David Leiser, especialista en psicología económica, se trata de analizar por qué las personas malinterpretamos y comprendemos de manera incorrecta los fenómenos del entorno económico, lo que nos lleva a adoptar posturas que dificultan la formación de opiniones objetivas y fundamentadas y, consecuentemente, llevan la toma decisiones económicas y financieras equivocadas.

Para la mayoría de las personas, la comprensión de los fenómenos económicos negativos, particularmente aquellos que afectan su bienestar, frecuentemente se deriva de una visión en la que parecería existir una intencionalidad absoluta y voluntarista de actores que crean condiciones que afectan el bienestar. Y, de la misma manera, parecería que, por el contrario, la corrección de los fenómenos económicos negativos en un país puede llevarse a cabo a partir de buenas intenciones y de programas orientados a hacer “lo correcto”.

La historia económica muestra que, con frecuencia en medio de buenas intenciones, el desarrollo de programas o políticas económicas pueden conducir a condiciones negativas, cuando estas no toman en consideración las reglas básicas del comportamiento económico de las personas y de la economía nacional. Detrás de esas visiones frecuentemente existe una postura que menosprecia el efecto negativo que ciertas decisiones pueden tener en el desarrollo económico de un país o por lo menos se considera que dichos efectos potencialmente negativos pueden ser controlados y limitados a voluntad.

En el fenómeno de la inflación, por ejemplo, la mayoría de las personas no alcanzan a comprender integralmente cuáles son las causas que alimentan estos procesos y en muchas ocasiones lo reducen a decisiones específicas negativas de algunos agentes económicos que buscan beneficiarse incrementando los precios. Esta visión, simplista, desconoce el efecto que el déficit público o el gasto

descontrolado del gobierno pueden tener en la alteración de los mercados económicos y la generación de desequilibrios inflacionarios.

La historia económica de México por ejemplo, muestra como en períodos en los que el discurso de la política pública se centraba en el beneficio de las capas más desfavorecidas de la sociedad, la política económica terminó por generar efectos profundamente negativos que afectaron más, precisamente a los sectores que en el discurso se pretendía beneficiar.

Actualmente, la complejidad de la comprensión de los fenómenos económicos es mayor porque, a diferencia de hace algunas décadas, existe una interacción constante entre factores internos e internacionales que alimentan o cancelan las tendencias económicas, lo que hace sumamente complejo predecir movimientos en el corto plazo de la economía.

A ello se suma la confusión que se genera en el espacio de la discusión pública, cuando para muchos pareciera más importante justificar o validar las decisiones y menos entender los datos duros y la información puntual que valida o contradice una visión económica específica. En entornos polarizados, escuchamos aquello que ratifica y hace más dogmática nuestra postura y descalificamos lo que la contradice.

En el caso de nuestro país, la discusión de la economía nacional se vuelve más compleja cuando olvidamos que se trata de una economía dinámica, sumamente grande (entre las primeras 15 del mundo), con comportamientos sectoriales y regionales diferenciados y con profundos desequilibrios que, a veces por simplificación o por diagnósticos incompletos, nos llevan a pensar soluciones simplistas o a olvidar las enormes fortalezas que actualmente tiene.

Si bien resulta complejo entender todos los efectos e impactos que la economía y su comportamiento general tiene sobre la vida cotidiana de las familias, resulta importante que hagamos el esfuerzo por romper la simplificación de la discusión y tratemos de conocer distintas opiniones que, fundadas en datos verificables, ayuden a entender el presente y sobre todas las perspectivas futuras de la economía nacional, para tomar en lo individual y como sociedad las decisiones que, en medio de la incertidumbre, sea más factible que nos favorezcan.

Cómo modelan nuestras decisiones económicas los consejos de conocidos o de expertos

“La mayoría de las personas que solicitan el consejo de otros ya han resuelto actuar como les plazca”.

Gibran Khalil Gibran, poeta libanés.

La mayor parte del conocimiento que obtenemos las personas a lo largo de nuestra vida proviene de una combinación entre información adquirida mediante un proceso de aprendizaje y la experiencia.

En temas complejos, como lo son los económicos y financieros, ante la ausencia de conocimiento previo, típicamente se requiere o se acude al consejo de otros, para modelar las decisiones que tomamos.

Generalmente existen dos tipos de consejos: por un lado, está el consejo de expertos, a los cuales atribuimos un conocimiento superior sobre el tema que pretendemos decidir y, por el otro, está el consejo de nuestros “pares”, es decir, personas conocidas que creemos que se parecen a nosotros, por lo menos en algunas de las características relevantes para el tipo de decisión que enfrentamos.

En la investigación “How do learning ability, advice from experts and peers shape decisión making? de Läpplea y Barhamb se realizaronh diferentes experimentos para tratar de evaluar cómo toman decisiones las personas sujetas a la influencia, tanto de experiencia personal, como de consejos de conocidos y de expertos.

Una primera conclusión relevante de la investigación es que las personas aprenden fundamentalmente a partir de la realización directa de acciones y decisiones. Es decir, las personas aprenden más “haciendo”. Ello implica que las personas que actúan específicamente a partir únicamente de consejos, sin incorporar sus propios procesos en la decisión, tienden a aprender menos en la decisión y no les genera de manera relevante un factor de experiencia para tomar decisiones futuras. Ello es particularmente notorio en las personas que tienen mayor lentitud en sus procesos de aprendizaje.

En muchos casos, las personas tienden a tomar como válidos los consejos de pares, aún por encima de aquellos por proporcionados por personas que son vistos como expertos en los temas. Parecería como que la identificación de una persona, con la que creemos que compartimos ciertas características, nos hace creer más en su consejo, sin recapacitar acerca de que, si dicha persona se parece a nosotros, probablemente tenga las mismas carencias de información y de conocimiento necesarias para tomar una decisión económica óptima.

Las personas que tienden a aprender más rápido son menos proclives a tomar consejo, que aquellos que son más lentos en su proceso de aprendizaje. Sin embargo, en general, en todos los casos las personas toman en consideración menos de lo que debieran los consejos de los expertos.

Las conclusiones de la investigación son relevantes porque reflejan, en primer término, la dificultad que tenemos para entender que el consejo de un experto puede agregar valor a nuestras decisiones. También, porque muestra la tendencia a tomar decisiones a partir de consejos de personas que, en la mayoría de los casos, son igual de ignorantes que nosotros respecto de algún tema relevante (por ejemplo, los económicos o financieros). Y, por último, porque muestra la importancia que tiene el “hacer” en el proceso de aprendizaje.

Por ello es relevante que propiciemos que las personas, desde muy jóvenes, empiecen a involucrarse en las decisiones económicas y financieras que les atañen y que, apoyados por el consejo de expertos, puedan ir construyendo su propio criterio y proceso de decisión, lo que les garantice que en el futuro tengan una mayor probabilidad de tomar las decisiones económicas que más les convenga.

Cómo maximizar el efecto percibido de las vacaciones

“Mi vocación es mi vacación”.

Nick Cannon, rapero y comediante estadounidense.

Los periodos vacacionales son importantes para las personas en muchos sentidos. En primer lugar, porque representan un espacio de descanso o esparcimiento que rompe la rutina habitual de trabajo personal o, incluso, de convivencia familiar.

Importan también en un sentido financiero, porque representan momentos en los que, dependiendo de su adecuada planeación, pueden generarse presiones financieras o de endeudamiento para las familias.

En términos del efecto sobre la percepción o la conducta, un período vacacional afecta la percepción de bienestar y la condición física de las personas y, consecuentemente, su salud física y emocional; teniendo estas últimas condiciones efectos también financieros para las personas.

En el estudio “An investigation into the effects of vacations on the health status in male white-collar workers”, de Tarumi, Hagihara,y Morimoto, se demostró, por ejemplo, que el descanso vacacional está relacionado inversamente con ciertos factores de estrés psicológicos (incluso ajustado por las horas trabajadas y el tipo de empleo). Aunque también se mostró que la ausencia de periodos vacacionales genera un pequeño menor en la probabilidad de ciertas enfermedades.

También existen estudios que vinculan las vacaciones con el nivel de felicidad percibido de las personas. En la investigación titulada “Vacationers Happier, but Most not Happier After a Holiday”, de Nawijn, Marchand, Veenhoven y Vingerhoets, realizada con1500 personas en Holanda, se tuvo como resultado que las vacaciones generan un efecto de mayor felicidad, pero no después de las mismas, sino primordialmente en el período previo a que éstas se llevan a cabo. De acuerdo con el estudio, la anticipación y preparación de las vacaciones genera un estado de felicidad que no necesariamente se sostiene una vez concluidas las mismas. Parecería que produce más felicidad esperar la llegada de las vacaciones que las vacaciones en sí mismas.

Otro aspecto conductual importante en relación con las vacaciones se deriva de un planteamiento realizado por el Premio Nobel de economía Daniel Kahneman, que distingue la “percepción de experiencia” y la “percepción de recuerdo” de las personas. Cuando se trata de la percepción de experiencia, se refiere a la conducta y sentimientos que tienen las personas en el momento mismo (en este caso, durante sus vacaciones). Mientras que la “percepción de recuerdo” se refiere

a cómo en el futuro las mismas personas recuerdan la experiencia (en este caso el recuerdo de las vacaciones que tomaron). En este sentido, si queremos maximizar el efecto de bienestar que producen un periodo vocacional, lo más importante es que la percepción del recuerdo sea incluso más favorable que la que se tuvo durante las vacaciones mismas y una de las maneras de lograrlo es tratar de que la experiencia propia de la vacación presente el menor número posible de momentos negativos, porque estos tienden a ser recordados de manera más puntual en el futuro incluso que momentos favorables. Esto resulta particularmente complicado, cuando se trata de periodos vacacionales en los que, por ejemplo, en destinos turísticos, es muy probable encontrarse en momentos negativos, como largos periodos de espera o deficiencias en la atención a los turistas.

Parecería que hablar de las vacaciones no es un tema relacionado con la economía o las finanzas de las personas. Sin embargo, tanto en términos del gasto que representan (y de su impacto en el endeudamiento posterior), en la presión sobre los ingresos de las familias y en el efecto que las vacaciones tienen en nuestro bienestar (y en la prolongación de dicha percepción de dicho bienestar en el futuro), el impacto y efecto de las vacaciones es sumamente relevante.

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

El efecto que tiene la desgracia de otros en nuestras decisiones de prevención

“No hay que temer nada en la vida, solo hay que entenderlo. Ahora es el momento de entender más, para que podamos temer menos”.

Marie Curie, científica francesa de origen polaco.

En muchos casos, las decisiones de prevención que tomamos, en temas de salud o en la contratación de mecanismos de previsión financiera, están asociadas, más que a una evaluación objetiva y precisa de nuestras necesidades y a su potencial efecto de beneficio, a factores de percepción y conducta que limitan la posibilidad de una decisión racional y de una elección adecuada entre alternativas.

Tratándose de productos previsionales; tales como los seguros de vida o los planes de ahorro para el retiro o para la educación de los hijos; buena parte de las decisiones que se toman están condicionadas por una expectativa o una percepción del futuro, a la que se suman factores con la tendencia a la postergación de las decisiones, aún sepamos que estas son necesarias y en nuestro mejor interés. Distintos factores de conducta nos impiden realizar el análisis adecuado y sobre todo emprender las acciones necesarias.

Tratándose específicamente de los seguros de vida, se ha encontrado que las personas tienden en muchos casos a evitar la contratación de dichos productos, como resultado, entre otras cosas, de que por un lado se minimiza la posibilidad de ocurrencia en el futuro inmediato de la muerte y, por el otro, a que de manera a veces inconsciente se evita discutir lo relativo a la muerte por el temor al proceso de reflexión personal que ello implica. Por ello, frecuentemente se evita enfrentar la planeación de las decisiones y temas relacionados con el efecto de la muerte en temas familiares o financieros.

En una investigación reciente detallada en el artículo “The effect of experiencing a death on life insurance ownership”, de Song, Park y Heo publicado recientemente, se trató de explorar los factores psicológicos que determinan la predisposición a la contratación de una póliza de vida; específicamente, el impacto que la experiencia de la muerte de un familiar cercano tiene en dicho proceso de decisión.

De acuerdo con la investigación, las personas que han enfrentado una muerte en la familia tienen una probabilidad 1.4 veces mayor de contratar una póliza de seguro de vida que aquellas familias que no tuvieron esa experiencia reciente. La investigación apunta a que las emociones negativas, el estrés y la ansiedad derivadas de la muerte de un familiar, generan mecanismos de presión que

disminuyen la propensión a postergar las decisiones de esta naturaleza, enfrentando a la persona a una realidad que puede ser internalizada como una potencial experiencia propia que la lleve a tomar mayor conciencia de la importancia de contar con una protección para la familia en caso de fallecimiento.

Este tipo de fenómenos se muestra en otras decisiones que toman las personas en temas como la salud. Para muchas mujeres que por su edad o su perfil de riesgo deberían de realizarse una mastografía anual, postergan dicha acción de manera innecesaria y riesgosa, siendo hasta que enfrentan la cercanía de un familiar que enfrenta un diagnóstico negativo que perciben un “detonador de urgencia” que acelera la toma de decisión y la realización de la acción concreta de prevención.

La realidad muestra que las personas tendemos en muchos casos a encontrar motivadores más duros para impulsarnos a tomar las decisiones correctas, a partir de escenarios negativos de futuro que nos generan miedo y ansiedad.

Lo ideal sería que pudiéramos evaluar y decidir adoptar los mecanismos de protección (ya sea financieros o de salud) que objetivamente más nos convienen, en el momento en que más nos conviene realizarlos para salvaguardar el interés de nuestras familias, sin esperar a que la tragedia de otros se convierta un recordatorio de nuestra propia fragilidad.

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

Por qué a veces nos interesa no solo tener más, sino tener más que otro

“Tu tiempo es limitado, así que no lo desperdicies viviendo la vida de otra persona”.

Steve Jobs, fundador de Apple.

En distintos estudios económicos, se ha mostrado que las personas perciben su bienestar económico y financiero no sólo de manera absoluta, esto es, en términos del tamaño total del ingreso que tienen o del consumo de bienes o servicios que realizan; sino que también existe una “percepción relativa”, que se refiere a la comparación de su nivel de satisfacción, ingreso y gasto, con el de las personas de su entorno inmediato (social, laboral e incluso familiar).

Este fenómeno no opera no solamente para temas relacionados con el ingreso, sino para casi cualquier elemento relacionado cualquier cosa que permita a las personas comparar su bienestar percibido, relativo al de otras personas. Así por ejemplo, distintos estudios han mostrado que ello ocurre en temas como la calidad del trabajo y las horas trabajadas, el tipo de vehículo que se tiene e incluso calidad de las vacaciones que se tienen.

En un estudio recientemente publicado (“Positional concerns through the life-cycle”, de Akay y

Martinsson) se analizó si este efecto, denominado en estudio de “preocupación posicional”, se expresa de manera diferente a lo largo de la vida de las personas, en lo que se conoce como ciclo de vida, ya que este ciclo incide en la conducta de ahorro y consumo que tenemos las personas.

Las conclusiones del estudio muestran que este factor de “preocupación posicional” en temas relativos como el ingreso y la compra de autos, aumenta en función de la edad.

Esta “preocupación posicional” se vincula directamente con los que en economía se conocen como “bienes posicionales”, que se refieran a productos o servicios cuyo valor percibido para las personas se deriva fundamentalmente del valor que creen que tienen para otras personas. Típicamente están relacionados con aquellos que denotan un mayor nivel de ingreso o una mayor “posición social“.

El estudio mostró además que, conforme aumenta la edad, las personas tienden a tener una mayor preocupación sobre este tipo de bienes posicionales, en parte presumiblemente porque de alguna manera reflejan cuál ha sido el éxito económico alcanzado (frente a los demás) a partir de una vida laboral.

El tema no es menor, porque para una persona que en su etapa de adulto, previa al retiro, tiene una propensión mayor a adquirir este tipo de bienes (que cree que manifiestan su posición social), ello puede implicar una menor racionalidad en la selección de bienes que se adquieran y consecuentemente un reducción de la acumulación real de recursos para el bienestar financiero. En ciertos casos, se trata de bienes que implican un costo mayor o esfuerzo extra convertirlos en valor de rentas para la etapa de las personas en que ya dejan de percibir ingresos fijos.

Entender esto nos puede ayudar a que, tratándose de ciertas compras, analicemos hasta donde estamos adquiriendo un producto o servicio por el bienestar real presente o futuro que nos genera o sólo porque este mayoritariamente representa ante nuestra propia imagen, algo que únicamente contribuye hacernos sentir que ocupamos una posición relativa a las demás personas de nuestro entorno superior.

Al final de cuentas, la percepción que otros tengan de nuestro nivel económico o incluso la que nosotros podamos sentir que tienen otros respecto de nosotros mismos, debería ser secundaria frente al tema importante que es alcanzar un nivel de bienestar financiero (absoluto) futuro para nosotros y nuestras familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

Volatilidad y autoeficacia financiera

“La fragilidad es la calidad de las cosas que son vulnerables a la volatilidad”.

Nassim Nicholas Taleb, investigador y financiero libanés/estadounidense.

Recientemente, algunos indicadores de volatilidad han venido generando mayor incertidumbre sobre el comportamiento futuro de las variables financieras y económicas, teniendo ello un impacto relevante sobre las expectativas de crecimiento económico

Por ejemplo, el tipo de cambio ha sufrido volatilidad importante, que generalmente se refleja en la amplitud entre el precio de compra y de venta de esa divisa. De igual manera, otros indicadores como a las tasas de interés han presentado variaciones significativas y comportamientos tales que para muchos permiten pronosticar condiciones de desaceleración económica futura.

La semana pasada, se presentó un fenómeno conocido como “inversión de la curva de rendimiento” consistente en que, para los bonos del tesoro de Estados Unidos, el bono de corto plazo presentó rendimientos superiores a los del bono de 10 años. La importancia de este evento es que la ultima ocasión en que se había presentado fue el momento previo al periodo de la crisis financiera de 2008.

La volatilidad financiera provoca efectos que impiden una adecuada planeación financiera futura, generando en muchos casos un impulso a tomar decisiones de corto plazo que prevengan condiciones inciertas hacia delante. En otras ocasiones, provoca cambios repentinos en los enfoques y las decisiones financieras, lo que en muchos casos provoca un deterioro sobre las inversiones

Uno de los factores conductuales que inciden en la forma en la que las personas, incluso los inversionistas con mayor experiencia, enfrentan y toman decisiones en momentos de volatilidad financiera, es el concepto conocido como de “auto eficacia financiera”. En el artículo 2Market Volatility and Financial Satisfaction: The Role of Financial Self-Efficacy”, de Asebedo y Payne, se define este concepto como el juicio subjetivo que tienen las personas sobre su propia habilidad para controlar, manejar o influenciar aspectos de su vida financiera.

De acuerdo con estudios de conducta, las personas que tienen mayores niveles de sentido de auto eficacia, en términos generales, tienen establecerse metas más elevadas, a perseverar en sus objetivos pese a la adversidad y son menos susceptibles de enfrentar consecuencias psicológicas negativas derivadas de la adversidad.

El estudio señalado encontró que las personas que tienen un bajo nivel de sentido de auto eficacia financiera tienden a presentar mayores efectos negativos en periodos de volatilidad y un menor nivel de satisfacción financiera derivado de sus decisiones en entornos complejos.

Para personas con bajos niveles de este factor, los entornos de volatilidad propician mayores niveles de preocupación, que se traduce en típicamente en toma de decisiones poco fundamentadas y apresuradas.

La mayoría de los análisis económicos muestran que la perspectiva de una desaceleración en la economía norteamericana no es una cuestión de si se presentará sino de cuándo.

Para algunos analistas; tan pronto como en la segunda mitad de este año; ante la desaceleración económica, la Reserva Federal deberá tomar medidas como la reducción de las tasas de interés, que han venido creciendo sistemáticamente durante los últimos años.

Ante una desaceleración de la economía norteamericana; dada la enorme vinculación de la economía mexicana y en particular el hecho de que el sector más dinámico de la economía nacional está relacionado con las exportaciones hacia Estados Unidos; se presentará un factor de freno al crecimiento de México. Aun en años recientes de expansión de la economía en EUA, la economía mexicana ha crecido de manera sumamente moderada a tasas cercanas al 2%. Hoy, la mayoría de los pronósticos apunta a que en crecimiento en México que será en este año cercano al 1.5%.

Las perspectivas de crecimiento futuro en nuestro país dependerán tanto del crecimiento de la economía norteamericana, como de las medidas que al interior del país se tomen para que se den las inversiones necesarias para fortalecer el crecimiento de la actividad económica. El crecimiento que en el corto plazo pueda provenir de inyecciones de gasto gubernamental, a menos que estén orientadas hacia sectores que dinamicen la economía como en temas de infraestructura productiva, no sólo no contribuirán a una aceleración del crecimiento económico, sino que potencialmente podrían provocar inflación y deterioro de la capacidad de compra de las familias.

En entornos volátiles, es fundamental entender que existen temas de entorno no controlables. Lo que sí podemos controlar es la calidad de las decisiones que tomamos, cuyas repercusiones podrán tener un efecto negativo o favorable para el futuro bienestar económico de nuestras familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo de

Mexicana de Becas. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

Personalidad y estilo de inversionista

“La personalidad sólo ha madurado cuando un hombre ha hecho suya la verdad”.

Soren Kierkegaard, filósofo danés.

Se ha documentado ampliamente, que las decisiones de inversión no necesariamente responden de manera estricta a un puro análisis técnico.

Factores de percepción de entorno, sesgos heurísticos de decisión y, por supuesto, factores de personalidad, determinan la forma en la que nos aproximamos a las decisiones relativas, en primer lugar, al gasto y el ahorro y, habiendo ahorrado, a las decisiones sobre la estructura y características de los vehículos de ahorro o inversión que elegimos.

El estudio “Personality, decision-making styles and investments”, de Gambetti y Giusbert, contó con la participación de casi 400 personas a las que se realizaron estudios de personalidad e inventarios de su proceso de decisión, así como estudios de sus percepciones y decisiones de inversión.

El análisis, parte de recuperar estudios de finanzas conductuales que pretenden específicamente entender cómo ciertos patrones inciden en la forma en la que analizamos la información y en la naturaleza misma de las decisiones que adoptamos con la misma. El propósito específico de la investigación fue entender si ciertas características de personalidad y estilo de toma de decisiones generaban comportamientos particulares tanto de las percepciones como las decisiones de inversión de las personas.

Las primeras conclusiones se encuentran en línea con otros estudios, demostrando que, en términos generales, los hombres tienden a tomar mayor riesgo en sus inversiones que las mujeres y que las personas que más experiencia tienen en temas de inversión, tienden a ser más tolerantes con las inversiones de riesgo y las variaciones coyunturales que estas pueden tener, respecto de aquellos inversionistas de menor experiencia.

Específicamente, en términos de factores de personalidad, se encontró que las personas de mayor nivel de ansiedad; que presentan altos niveles de aprehensión, tensión y sentido de alerta o vigilancia, tienden a ser aquellos con menor propensión a la inversión y el ahorro; cuando llegan a ahorrar, están orientados más hacia la búsqueda de retornos fijos en mecanismos de inversión tradicionales, que en la búsqueda de rendimientos más elevados a través de vehículos de renta variable y mayor nivel de riesgo potencial, como los del mercado accionario.

Las personas que en los estudios de personalidad mostraron mayor nivel de autocontrol y disciplina, y, consecuentemente, menor nivel de impulsividad, tienden a diversificar más sus inversiones. Las características de extroversión y sentido de independencia tienen una correlación positiva con las decisiones de inversiones en acciones, típicamente asociadas a mayores niveles de riesgo.

Las personas extrovertidas -normalmente optimistas- tienden a tomar decisiones financieras de mayor riesgo y toman la iniciativa para ejercer sus decisiones de inversión. Sin embargo, este factor de personalidad en algunos casos tiende a utilizar un sesgo cognitivo, que se refiere a traer la memoria de experiencias pasadas para tomar decisiones presentes, lo que debilita en ocasiones la calidad de sus decisiones financieras.

En conjunto, personas que muestran, de manera combinada, características de independencia de pensamiento, asertividad y habilidad para influenciar a otras personas, tienden buscar retorno de inversión más altos y consecuentemente a tomar decisiones más de inversión que de ahorro; respecto de aquellas que tienen personalidades vigilantes, suspicaces y escépticas.

Se encontró que aquellas personas cuyo estilo de decisión es dependiente (requieren de la reafirmación de algo externo) o que evitan tomar decisiones, presentan también bajos niveles de percepción de sentido de auto eficacia y, consecuentemente, limitan sus decisiones de inversión. En el primer caso, se confía excesivamente en el juicio de terceros para tomar las decisiones y en el segundo, se aumenta la propensión a procrastinar (postergar) las decisiones de ahorro e inversión.

Lo importante de estos estudios es, en primer término, reconocer que los factores de personalidad inciden y limitan nuestra capacidad de juicio y de toma de decisiones racionales y óptimas. Pero, en segundo lugar, nos permiten reconocer que, como toda características de personalidad, esta puede ser administrada para reducir las consecuencias negativas que tengan en nuestras decisiones presentes y en nuestra estabilidad financiera futura.

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

Qué es la proyección afectiva y cómo afecta nuestras decisiones económicas de largo plazo

“Cambia tu vida hoy. No apuestes por el futuro, actúa ahora, sin demora”.

Simone de Beauvoir, filósofa y feminista francesa.

Todas las decisiones, incluyendo las económicas y financieras, se llevan a cabo involucrando componentes emocionales; frecuentemente teniendo estos, mayor peso incluso que los aspectos estrictamente técnicos asociados a la naturaleza de la decisión.

Uno de los comportamientos que con frecuencia dañan las decisiones financieras, es la procrastinación, que se refiere a postergar las decisiones que deberían tomarse o ejecutarse en el presente, para un futuro que no casi nunca llega.

De acuerdo con investigaciones recientes, uno de los componentes que afectan y alimentan la procrastinación es algo denominado la “proyección emocional”.

La investigadora Mariam Hanna describe la “proyección emocional” cómo la forma en la que predecimos las emociones que creemos tendremos en el futuro o las consecuencias emocionales que asignamos a eventos futuros.

El efecto de ello es descrito en un artículo publicado en Psychology Today, como similar a realizar las compras de la semana cuando tenemos hambre o cuando las realizamos después de comer. Al comprar cuando se tiene hambre se toman decisiones como si en el futuro fuéramos a tener la misma sensación de hambre que tenemos en el presente; lo que lleva a una compra mayor.

De forma similar, al intentar realizar un acto hoy, que puede implicar un costo emocional o sacrificio presente, las persona pueden suponer que hoy no están suficientemente motivadas para iniciar la tarea, pero que en el futuro si tendrán una adecuada motivación. Proyectan que en el futuro tendrán un estado de ánimo más favorable, lo que les facilita la postergación en el presente.

La investigación encontró que ello ocurre con una persona que, habiéndose hecho el propósito de ejercitarse, posterga cotidianamente la decisión de iniciar, pensando que en ese día no está en las mejores condiciones emocionales o física para realizarlo y suponiendo que en el futuro si tendrá mayor probabilidad de hacerlo.

La investigación arroja dos recomendaciones importantes para evitar este fenómeno.

La primera es reconocer este sesgo de conducta, lo cual implica contradecir las dos suposiciones implícitas: Cuestionar si efectivamente en el presente se tiene un bajo nivel de motivación para iniciar la tarea objetivo y cuestionar si efectivamente mañana o en el futuro se tendrá una mejor disposición de motivación para hacerlo. La respuesta en ambos casos típicamente es que NO y reconocerlo puede disminuir la proclividad a “patear” indefinidamente hacia el futuro el inicio de las decisiones que nos convienen.

Una segunda recomendación es reconocer que normalmente la motivación para iniciar una tarea que implica sacrificio, no aparece de forma espontánea; casi siempre se deriva del hecho mismo de iniciar la acción. Con frecuencia, las personas pensamos que debemos encontrar el momento adecuado de motivación para iniciar una tarea que nos resulta particularmente compleja, como ejercitarnos o iniciar un ahorro de manera constante. Pero mucha evidencia muestra que el proceso es inverso. La motivación se genera a partir de iniciar la acción: La persona que empieza ejercitarse, encuentra que el mismo acto de iniciar el ejercicio motiva que esta decisión se sostenga en los días subsecuentes.

Lo mismo ocurre con decisiones de ahorro. No se requiere una motivación previa para iniciar el ahorro; Iniciar el ahorro genera la motivación que ayuda a sostener la conducta en el tiempo.

Si entendemos esta conducta y asumimos las recomendaciones, estaremos contribuyendo en cierta medida a disminuir que nuestra percepción de la motivación presente y nuestra expectativa de motivación futura sean elementos que contribuyen a la postergación constante de las decisiones y acciones que contribuyan a nuestro bienestar financiero futuro.

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares