Todas las entradas de: Raúl Martínez Solares

Por qué es importante generar conciencia sobre el conocimiento matemático

“Una buena vida es aquella inspirada en el amor y guiada por el conocimiento.” Bertrand Russell, filósofo.

 

27 de abril de 2017.

En abril se celebra a nivel internacional el mes de la “conciencia” (awareness) sobre la importancia del conocimiento en matemáticas y estadística.

El tema es relevante en muchos sentidos.

En primer lugar, existe evidencia amplia de que la formación en los niños, con una adecuada comprensión de los conceptos matemáticos, les permite un mejor desempeño académico futuro, no sólo en los temas estrictamente relacionados con las matemáticas, sino en la resolución de problemas de otras areas de conocimiento y de la vida cotidiana, al desarrollar la capacidad de pensamiento abstracto y analítico.

Adicionalmente, de forma más específica, distintos estudios muestran que una parte importante de la incapacidad que un amplio porcentaje de la población manifiesta para tomar decisiones financieras adecuadas, es producto de  de la debilidad del conocimiento matemático, que  genera una incapacidad para entender la importancia de las decisiones financieras, así como los elementos fundamentales a considerar en dichas decisiones.

Temas tan básicos y sorprendentemente tan débiles en la comprensión matemática, como es el cálculo de porcentajes, generan por su deficiencia serios problemas para que las personas entiendan las implicaciones, por ejemplo, de asumir deudas con tasas de interés excesivas o las implicaciones que las tasas de rendimiento tienen para comparar diferentes instrumentos de ahorro o inversió. En este mismo sentido, la comprensión de conceptos como el interés compuesto requiere de fundamentos matemáticos básicos, que en caso de carecerse dificultan entender la importancia de el ahorro en el tiempo.

Pero la falta de conocimiento matemático no sólo impide tomar buenas decisiones, sino que frecuentemente, incapacita a las personas para tomar cualquier decisión. Estudios han comprobado que cuando las personas reciben información que perciben que no comprenden, tienden a evitar tomar decisiones al respecto;  ello, en términos financieros, genera gravísimas consecuencias, como la falta de decisión relacionada con la planeación del retiro futuro. Es frecuente encontrar casos en que las personas, aún entendiendo que deben asumir una acción relacionada con su vida financiera, se ven imposibilitadas para hacerlo, producto de su desconocimiento sobre los temas, lo que les impide entender la naturaleza de la decisión y las consecuencias de las diferentes alternativas.

Otro elemento fundamental a considerar, se refiere a que hoy, particularmente, vivimos una etapa en la que los hechos son considerados como información opcional a ser tomar en consideración.

Que las personas mayoritariamente sean poco capaces de entender el análisis estadístico, las lleva con frecuencia a asumir posturas y opiniones que consideran válidas cuando, o bien no tienen ningún fundamento en datos duros o parten de una incorrecta interpretación de los mismos.

Un ejemplo puntual lo constituye el discurso y los señalamientos frecuentes del nuevo presidente norteamericano, en los que se falsea información o se interpreta de manera tendenciosa para apoyar recomendaciones y posiciones sin fundamento. El discurso anti mexicano en contra de la migración se basa en estadísticas incorrectas o interpretadas erróneamente, al igual que lo relativo a las supuestas desventajas comerciales con México.

Pero lo mismo escuchamos en los discursos de políticos mexicanos de todos los colores; interpretaciones incorrectas sobre estadísticas relacionadas con el crecimiento del empleo, la corrupción o la delincuencia por ejemplo.

Existe de fondo un problema casi cultural, en el que las personas con frecuencia descalificar el conocimiento matemático como si este sólo fuera necesario para quienes se dedicarán a ciencias duras.

Revalorar y replantear la necesidad de comprender los conocimientos básicos y el análisis estadístico a   profundidad, es indispensable para construir una sociedad con familias que tengan mejores oportunidades de alcanzar el bienestar económico y una sociedad más capaz de analizar su entorno.  Tomar mejores decisiones pasa necesariamente por mejorar la capacidad, que como individuos tenemos para comprender y apreciar la información matemática y estadística.

 

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.       

 

Por qué hemos alcanzado ese nivel de corrupción

“La corrupción se frena arrojando luz sobre aquello que estaba previamente en las sombras.” Paul Wolfowitz, político estadounidense.

En nuestro país desde hace muchos años es escandaloso el nivel de corrupción que se permea en todos los niveles y esferas de gobierno y de la sociedad.

La mayor parte de la sociedad tiene la percepción, completamente fundada, que los eventos públicos y evidentes de corrupción prácticamente nunca son castigados y que cuando eventualmente ello ocurre, no ocurre una reparación efectiva del daño a las instituciones y a la sociedad que resultaron defraudadas.

El crecimiento de la corrupción ha sido exponencial. Esta en la base de la falta de estado de derecho, que es central en casi cualquier problema que analicemos. Alcanza todo los niveles de gobierno y todas las estructuras; atraviesa el sector público al igual que el privado y ha creado una dualidad en la que por un lado la corrupción como nunca es señalada y reprobada ampliamente por la sociedad, pero simultáneamente se presenta cotidianamente sin ningún freno, alcanzando niveles de cinismo en los que cualquier señalamiento personal se descalifica argumentando un complot político sin aclarar la acusación o mediante explicaciones absolutamente inverosímiles frente a la evidencia de riqueza no acorde con los ingresos públicos (todos resultan ser herederos de riqueza hasta ahora desconocida y son capaces de comprar propiedad, relojes de medio millón de pesos, sin mediar explicación legal y creíble alguna).

Pero por más que pretendamos centrar la corrupción en partidos y políticos, finalmente ésta es un fenómeno derivado de la conducta de personas y no está limitada por ideologías o afinidades políticas.

Pareciera que vemos como seres humanos con condiciones especiales (y particularmente despreciables) de personalidad única, a quienes cometen los más escandalosos actos de corrupción; sin embargo, mayoritariamente se trata de personas comunes y corrientes que, en un entorno permisivo y contexto propicio y favorecedor, desataron toda su capacidad para cometer actos ilegales.

Haciendo una interpretación libre análoga, Hannah Arendt, teórica política judeo alemana, acuñó el término “la banalidad del mal” para tratar de explicar cómo personas aparentemente “normales” pudieron cometer actos inmorales y bárbaros durante la Segunda Guerra Mundial, estudiando particularmente el caso de Adolf Eichman.

La premisa del concepto, es que no se necesita ser un monstruo con características de personalidad anormales, para que, en entornos que justifiquen de forma anómala y propicien las conductas inmorales, las personas incurran en esos actos.

En México, el arreglo institucional hoy propicia todas las condiciones para favorecer la corrupción. No existen mecanismos de supervisión efectivos y los existentes son creados y manipulados desde los propios partidos y grupos políticos, que tienen nulo interés en crear condiciones que les permitan, castigar a sus propios integrantes y o frenar el margen de maniobra que tienen cuando ocupan cargos de poder.

Hoy la corrupción ha crecido incluso cuando existen mecanismos institucionales que se crearon para propiciar una mayor transparencia en el manejo de recursos públicos. Los mecanismos de control y seguimiento administrativo para impedir los actos de corrupción son de en la práctica inoperantes y, simultáneamente, los canales y mecanismos legales y penales para perseguir y castigar de forma puntual y expedita los actos de corrupción, son rígidos, caducos e ineficientes.

En el estudio A Developmental Behavioral Analysis of Dual Motives, Role in Political Economies of Corruption, de Sara Nora Ross se detalla como los vínculos sociales, el establecimiento de networks y mecanismos de reciprocidad (el “yo rasco tu espalda y tú rascas la mía” tan frecuente entre políticos), son sistemas sociales que, en ausencia de mecanismos reales de control, favorecen la corrupción; limitando seriamente su combate simplemente a través de la expedición de leyes y ordenamientos.

Por su parte en el estudio Preventing Corruption by Promoting Trust, de Johann Graf Lambsdorff, señala que la evidencia experimental muestra que los mecanismos contra la corrupción centrados fundamentalmente en controles y sistema de supervisión rigurosas (normas y reglamentos) tienen típicamente un desempeño deficiente para combatir efectivamente la corrupción.

Por el contrario, los métodos centrados en incrementar efectivamente y de forma simple la transparencia, que favorecen la genuina participación de la sociedad a través de la expresión pública y posibilitan mecanismos de “delatores confidenciales” de forma simple, son mecanismos más efectivos.

El efecto de la corrupción en nuestro país es brutal en todos los niveles. Se pierde riqueza económica, capacidad de crecimiento y confianza institucional, que a su vez favorece el incumpliendo de normas por parte de la sociedad. Combatirla no es deseable; es imperativo.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

El efecto de la ignorancia en las decisiones

“La verdad es incontrovertible. La malicia la puede atacar; la ignorancia puede ridiculizarla; pero al final, ahí está”. Winston Churchill

Un principio fundamental de la teoría de decisiones racionales, implica que las personas seamos capaces de analizar información relevante y considerar todos los escenarios posibles derivados de las distintas opciones de decisión. Ello aplica tanto para las decisiones financieras como para todas las decisiones que cotidianamente tomamos.

Ello, resulta especialmente relevante dado que la mayoría de las decisiones implican, de una otra forma, un cierto pronóstico del comportamiento futuro de las variables sobre las cuales decidimos.

En el ensayo Ignorance, de Devjani Roy y Richard Zeckhauser, se señala que típicamente, la conducta humana se guía a partir en experiencias pasadas para analizar las nuevas decisiones. Sin embargo, dada la complejidad del entorno actual, en temas precisamente como los financieros, frecuentemente las decisiones pasadas carecen de los elementos que les permitan apoyar las nuevas decisiones, porque los contextos y las consecuencias de los mismos han variado y, consecuentemente, también los posibles resultados futuros.

Cuando una persona trata tomar decisiones de gasto o de inversión (o inclusivo de voto al analizar las propuestas de distintos candidatos), debería bajo estos supuestos racionales ser capaz de analizar todos los elementos del entorno que pueden condicionar sus decisiones y ser capaz de pronosticar los resultados variados de las mismas. Así, la contratación de un crédito por ejemplo, dado puede implicar crecimiento de las obligavciones de pago en escenarios de alzas de interés como los cactuales, por lo que las personas deberías ser capaces de analizar los potenciales incrementos y determinar su los pago pueden rebazar su capacidad e ingresos. O para decidir si un tipo de inversión es adecuado hoy, deberías er capaz de analizar los cambios constantes en los niveles de riesgo de las inversiones y los cambios en los niveles de rendimiento y volatilidad de los diferentes instrumentos de inversión.

Adicionalmente a esta dificultad, hoy enfrentamos  en todo el mundo un fenómenos que afecta la capacidad que tenemos para diferenciar a los hechos de la suposiciones u opiniones llanas.

En un concepto que el científico e historiador Robert Proctor acuñó: la Agnotología,  se refiere a la ignorancia o duda que es culturalmente o grupalmente inducida, a partir de la publicación o generación de datos erróneos o tendenciosos o del análisis parcial o tendencioso de los hechos.

Proctor analizó cómo la industria tabacalera en los 50’s, se encargó de crear mecanismos para que los datos contundentes médicos y científicos sobre el efecto negativo del tabaco se diluyera frente interpretaciones sesgadas.

Hoy, lo mismo encontramos en los debates políticos y económicos en México y el mundo, siendo muy claros en el debate actual norteamericano.

Cuando se discuten temas como el calentamiento global, el origen de los problemas económicos en los distintos países y casi cualquier otro fenómeno con nómico político y social, es frecuente escuchar opiniones que se colocan en el nivel de los hechos y los datos.

Al respecto, fundamental que las personas entendamos que en todas nuestras decisiones, incluyendo las financieras, no todas las opiniones valen lo mismo. Este es un error frecuentemente inculcado en los niños: Las opiniones que están sustentadas en hechos corroborarles y verificables son evidentemente mucho más valiosas que aquellas sustentadas en “hechos alternativos” o suposiciones sin comprobación.

Las sociedades que permiten que la discusión, el análisis y las decisiones colectivas e individuales están regidas por suposiciones y afirmaciones que no son corroborables y no están sustentadas en hechos ni datos duros, no sólo tienden a destruir su capacidad para tomar mejores decisiones, sino son incapaces de crear las bases de una sana convivencia y generación de bienestar colectivo e individual.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. – Síguelo en Twitter @martinezsolares

 

La inequidad de género y sus implicaciones

Hemos empezado a criar a nuestra hijas mas como hijos… pero pocos se atrven a criar a su hijos mas como hijas.” Gloria Steinem, feminista norteamericana.

Este 8 de marzo se conmemoró a nivel internacional el Día de la Mujer.

Más que ser una fecha festiva, tiene como propósito provocar la reflexión y discusión acerca del estado que guarda la igualdad y equidad de género en el mundo, en aspectos que afectan la vida económica, política y social de las mujeres.

 Existen múltiples dimensiones para la inequidad. Una de las más conocidas y puntualmente graves, se refiere a la brecha salarial entre hombres y mujeres nivel mundial.

 De acuerda con datos de la OCDE, la diferencia salarial promedio entre una mujer y un hombre en la Unión Europea, implica que a una mujer en promedio gana 19.1% menos que un hombre, a similares niveles y características de trabajo. México, se encuentra ligeramente por debajo de ese nivel, con 18.3% de salario inferior. Estas diferencias varían dependiendo de las características de los empleos. Paradójicamente, en los empleos que requieren menor nivel de especialización y consecuentemente tienen aparejada una menor moderación, la brecha salarial disminuyen y es por ello que la diferencia global se sitúa en ese nivel. Ello implica que, en trabajos con actividades de mayor especialización como trabajos administrativos, la diferencia es en promedio mayor. Existen países, con economías menores, pero de similares niveles de desarrollo que México, en la que se tienen mejores condiciones. Colombia, por ejemplo, presenta una brecha salarial de género que es de la mitad del tamaño de la que tiene nuestro país.

 En lo que se refiere al nivel de empleo, el porcentaje de los hombres que están empleados en México (con datos a 2015) es de 98% en el rango de edad de 25 a 54 años, mientras que las en las mujeres dicho porcentaje representa 53.08%. En los últimos 20 años el porcentaje de ocupación de los hombres se ha reducido ligeramente, mientras que en el de las mujeres ha venido consistentemente creciendo, si bien aún existe una diferencia relevante que no se explica solo por la propensión mayor a mujeres con labores no remuneradas en el seno del hogar.

 De acuerdo a las estimaciones del Grupo de Alto Nivel sobre el empoderamiento económico de las mujeres del Secretario General de las Naciones Unidas, avanzar en reducir la desigualdad de género podría representar un impulso al crecimiento mundial de cerca de 12 billones de dólares en los siguientes ocho años.

 La desigualdad actual de género en términos económicos genera impactos futuros. Se estima que las mujeres de edad avanzada en la Unión Europea, tienen 37% más de probabilidades de tener una vejez de pobreza, respecto de los hombres del mismo rango de edad.

 En México el reto de abatir la desigualdad en el empleo es doble. Por un lado, avanzar en la reducción de la desigualdad implica generar empleos bien remunerados para todos; así como asegurar que una vez creados, estos no discriminen por género en la asignación de los salarios.

 Existe una presión adicional derivada del hecho de que ha venido creciendo consistentemente la participación de las mujeres en educación superior, lo que hace que un porcentaje creciente de ellas se incorporan el mercado laboral. Por otro lado, el crecimiento de hogares con jefes de familia mujer, representa una presión adicional que, ante la necesidad de obtener a toda costa ingresos para sostener a sus familias, con frecuencia las mujeres aceptan salarios menores a los de los hombres, como único método para asegurar el empleo.

 Otro fenómeno que propicia la desigualdad es la mayor participación que tiene las mujeres en empleos parciales, temporales o informales. En México, las mujeres se encuentran claramente sobrerrepresentadas en ese sector de empleo doméstico con remuneraciones bajas y con inexistentes prestaciones de Seguridad Social, que apoyen los temas de salud o creen una previsión para el retiro.

 Avanzar en la reducción de la inequidad económica de género pasa por atacar toda forma de inequidad. Ello solo podrá ser atendido con una combinación de políticas reales de acción afirmativa, estímulos a la generación de empleo, políticas públicas que combatan y castiguen la discriminación y, de manera muy relevante, a partir de la educación que en los hogares se de a los hijos hombres; ya que todo hombre que discrimina y propica la inqeuidad, fue en la mayoría de los casos criado por una mujer que en parte permitió que se perpetutuaran dichas conductas.

 El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. síguelo en Twitter @martinezsolares

 

El efecto de la forma de pago en nuestra conducta de compra

Pagar en efectivo provoca una sensación de mayor sacrificio; al desprenderse físicamente de recursos.
La mayor parte del tiempo nuestros impulsos son demasiado fuertes para nuestro juicio.
Thomas Hardy, novelista y poeta inglés.
El uso de las tarjetas de crédito y, fundamentalmente su mal uso, es un tema de alta relevancia en la discusión sobre el manejo adecuado de la conducta financiera.
Las tarjetas de crédito se han convertido en instrumentos que, mal manejados, propician el crecimiento del endeudamiento de las personas, aun por encima de los márgenes que las finanzas y la propia prudencia aconsejan.
Algunos estudios relativos a la forma en que compramos muestran que las tarjetas de crédito facilitan las compras impulsivas, siendo por ello un factor relevante que explica su utilización más asociada a la realización de compras que no generan valor y sí perjudican las finanzas de las personas, al no regular la estructura de gasto y mantenerla dentro de parámetros razonables y adecuados a la estructura de ingreso de las personas.
Pero se ha encontrado, adicionalmente, que existen factores de conducta que asocian la utilización de ese medio de pago con una conducta de mayor displicencia en compras específicas, incluso respecto del tipo de comida que compramos con ellas.
Pagar en efectivo nos hace reflexionar más
En el estudio “How credit card payments increase unhealthy food purchases: visceral regulation of vices”, de Thomas, Kaushik y Seenivasan (y otros similares realizados), se encontró que, entre estudiantes universitarios, aquellos que realizan sus compras en efectivo tienden a preocuparse más con respecto a la calidad nutricional de los alimentos que compran.
Las investigaciones realizadas mostraron que las personas cuando utilizan tarjetas de crédito como medio de pago, tienden a comprar productos que, de manera consciente, reconocen son perjudiciales para su salud.
Lo anterior se deriva, aparentemente, de que el medio de pago en efectivo provoca para la generalidad de las personas una sensación de mayor sacrificio; al desprenderse físicamente de recursos, que de manera tangible perciben que poseen.
Por el contrario, la adquisición a través una tarjeta de crédito (e incluso de débito), genera la percepción de un pago a futuro; lo que propicia una conducta de la mayor indulgencia, tanto en el gasto, como en esta investigación, en las características negativas de lo adquirido.
En otros estudios realizados con adolescentes, se ha mostrado que por su falta de experiencia financiera y su mayor proclividad a los impulsos de corto plazo (por un menor control de los impulsos de recompensa inmediata), las tarjetas de crédito pueden provocar a través de la repetición de la conducta, la generación de un hábito que incremente la falta de reflexión y consecuentemente, la frecuencia de las compras de impulso y, como en este caso, de productos que, como la comida chatarra, no sólo no generen valor financiero, sino que provoquen una afectación a la salud.
En este sentido, la utilización de efectivo para los gastos diarios, si bien puede representar un tema delicado para quienes nos preocupa la seguridad y la delincuencia, también puede representar un apoyo complementario para el control del impulso a través de incrementar la percepción de remordimiento, lo que facilite nuestro control sobre aquellas compras que, por sus características, afectan nuestra salud general y la salud financiera de nuestras familias.
Particularmente entre los jóvenes que empiezan a administrarse financieramente, esta sencilla práctica puede prevenir en caer con mayor facilidad en conductas que les generen hábitos negativos que afectan de por vida su estabilidad financiera.
El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

El efecto negativo en las decisiones por la falsa percepción de superioridad

La posibilidad de diálogo o de negociación se ve comprometida cuando una de las personas considera tener una superioridad moral.

La pretensión de superioridad moral es devastadoramente destructiva.

Mary Douglas, Antropóloga británica

En los estudios de las últimas décadas sobre la conducta y las decisiones, diferentes trabajos muestran que las personas tenemos, en la mayoría de los casos, una falsa percepción de nuestros propias capacidades y condiciones. A la mayoría de las personas que se les pregunte cómo se califican respecto del promedio del resto, en casi cualquier condición, conocimiento o capacidad, considerarán que se encuentran por arriba del promedio.

No cuando se habla de la percepción de moralidad, ello es reflejo en una falsa percepción que lleva a la mayoría a considerarse con características de justicia, virtuosismo o moralidad superiores al promedio del resto de las personas.

De acuerdo con diversos estudios, a este fenómeno se le conoce como sesgo de “autoayuda”, el cual nos lleva simultáneamente a subestimar las capacidades y características del promedio de las personas y a sobreestimar las propias.

En el estudio The Illusion of Moral Superiority, de Tappin y McKay, recientemente publicado en Social Psychological and Personality Science, se señala que, dado que las personas en principio tendemos a tener más información sobre la propia conducta y menos sobre la conducta de los demás, ello propicia una condición donde nuestra evaluación de los otros tiende a descontar elementos potencialmente negativos que, en conjunto, afectan negativamente nuestra calificación sobre el resto de las personas respecto de la propia.

Las implicaciones de este fenómeno son diversas. Particularmente para nuestras decisiones, la percepción de que tomamos decisiones a partir de valores morales superiores al resto o que tenemos mejor información o capacidad para tomarlas, nos lleva con frecuencia a tomar decisiones equivocadas y a que, en temas económicos y financieros, estas perjudiquen nuestro propio patrimonio y el de nuestra familia.

Pero adicionalmente, el estudio muestra como esta falsa sensación de superioridad moral respecto del resto, puede llevar a que las personas nos sintamos en la libertad de tomarnos ciertas licencias, por decirlo de alguna forma, sobre conductas deshonestas. La lógica es muy simple, dado que me concibo como superior moralmente al resto, puedo permitirme algunos actos eventuales de inmoralidad o deshonestidad.

Con frecuencia, las decisiones que tomamos están fundadas en este principio conductual. Ello lleva a que no nos sintamos obligados a cuestionar la validez de nuestras decisiones, ni a allegarnos información complementaria o contrastar nuestra propia visión de forma autocrítica, para asegurar que la decisión que tomamos además de adecuada en términos morales, es efectivamente en nuestro mejor interés.

Esta percepción de superioridad moral, que no necesariamente se refiere a una moralidad “pura”, sino al hecho de que consideramos que tenemos más elementos de razón que el promedio del resto de las personas, puede llevar en extremos a condiciones de conflicto.

La posibilidad de diálogo o de negociación se ve comprometida cuando una de las personas considera tener una superioridad moral o de conocimientos sobre la contraparte. Y el peor escenario, de acuerdo los estudios, es cuando ambos tienen esa percepción; lo que imposibilita el diálogo y escala el conflicto.

Parte de este fenómeno, lo percibimos hoy en la nueva presidencia de Estados Unidos cuando, sin racionamiento o análisis crítico específico, se parte de la premisa de que al presidente le asiste una razón moral superior de defensa de su país, entorpeciendo cualquier diálogo o negociación.

Reconocer estos fenómenos que afectan nuestras decisiones y conductas es fundamental si queremos acercarnos a procesos que nos permitan entender las limitaciones de nuestras propias capacidades y obtener nueva información real basada en hechos y a asumir racionalmente la realidad que enfrentamos, hasta tomar las decisiones que moral y financieramente nos convengan.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

Los factores que propician conductas faltas de ética

Así como la ciencia económica ha tenido que enfrentar la necesidad de explicar decisiones económicas e irracionales de las personas que contradicen los principios tradicionales de la economía, hoy se plantea también la posibilidad de que las decisiones faltas de ética respondan a sesgos que las propician.

La ética, la equidad y los principios de justicia no cambian con el calendario.

DH Lawrence, escritor inglés.

 

Así como la ciencia económica ha tenido que enfrentar la necesidad de explicar decisiones económicas e irracionales de las personas que contradicen los principios tradicionales de la economía, hoy se plantea también la posibilidad de que las decisiones faltas de ética respondan a sesgos que las propician.

Hoy, que tanto a nivel nacional como internacional vemos y discutimos comportamientos poco éticos —que se manifiestan en fenómenos como la corrupción o en la toma de decisiones, evidentemente contrarias a los principios éticos de convivencia humana—, es importante comprender qué factores inducen estas conductas, particularmente en personas que en otras condiciones podríamos considerar fundamentalmente honestas.

En el artículo “Unethical behavioral finance: why good people do bad things”, de Ronald F. Duska, publicado recientemente, se trata de comprender por qué personas que en otros contextos podríamos calificar como buenas cometen actos incorrectos. Los factores que pueden llevar a ello son los siguientes:

Débil fuerza de voluntad. La mayoría de las personas tiene un limitado recurso de fuerza de voluntad que, ante condiciones extremas, puede agotarse y provocar que los fundamentos del comportamiento ético se pierdan. En lo personal, ello hace necesario que reconozcamos cuáles son los elementos que ejercen una tentación relevante sobre nuestra conducta y nos alejemos de ello, pero si, por el contrario, lo que pretendemos es vigilar la conducta de otras personas (por ejemplo, figuras de las esferas gubernamental y pública), es indispensable establecer marcos de conducta que limiten la posibilidad de exposición ante estas tentaciones. En México, por ejemplo, la estructura normativa existente y los mecanismos de contrapeso en la actuación pública son extraordinariamente débiles y facilitan, e incluso propician, que la falta de voluntad permita caer en la tentación de actos de corrupción.

La ignorancia. Existen momentos en los que la falta de información precisa o la existencia de “áreas grises” facilita la toma de ediciones poco éticas. Un elemento que puede incidir es el sesgo conocido como framing, que se refiere a que la forma en la que se nos presenta una decisión determina la orientación que damos a la misma, favoreciendo en muchos casos una conducta falta de ética. Se refiere el ejemplo de la catástrofe del transbordador espacial Challenger, en el que, antes del lanzamiento, un grupo de ingenieros se preocupaba por el funcionamiento de una pieza, pero, al pedirles que analizaran el problema desde una perspectiva de administración del proyecto, antepusieron el resultado de lanzamiento a la seguridad que como ingenieros se sentían comprometidos a vigilar.

Progresividad. En muchas ocasiones, las conductas poco éticas no inician siendo francamente tales. Típicamente inician como una pequeña infracción que paulatinamente va creciendo y degradando la ética de la conducta, que a partir de la repetición se hace hábito y se acrecienta.

Racionalización. Las personas tendemos a racionalizar conductas negativas tratando de justificarlas frente al resto, pero sobre todo, con nosotros mismos. En el caso de la corrupción, la principal justificación es que todos los demás también lo hacen. También pueden encontrarse elementos de racionalización que aparentemente apelan a condiciones superiores que, en los hechos, son inexistentes. En la reciente decisión del gobierno estadounidense de bloquear el acceso de migrantes de siete países (una evidente violación de los derechos humanos) se aducen elevadas razones de seguridad. En este caso, la racionalización claramente pretende justificar un acto falto de ética.

Arrogancia. Este elemento se refiere a la incapacidad que mostramos para reconocer las fallas propias en nuestra conducta. Esa falta de objetividad típicamente nos lleva a ser capaces de distinguir el comportamiento poco ético en otras personas, pero no en nuestras acciones. De ahí la importancia del escrutinio y transparencia de la conducta, particularmente pública, que es la que permite evitar que en la obscuridad la arrogancia justifique y haga prevalecer las conductas poco éticas, como ocurre con excesiva frecuencia en el ejercicio público y político de nuestro país.

Docilidad. La apacibilidad de las personas puede llevarlas a someterse a comportamientos faltos de ética, sin otra justificación que una aparente directriz superior, que, en ocasiones, expresamente, pero, en otras, sólo a partir de una suposición, justifican dichas conductas negativas.

El comportamiento ético es, ante todo, una decisión individual, pero tratándose de conductas sociales y colectivas, es fundamental propiciar mecanismos que permitan crear condiciones que por lo menos dificulten la falta de ética en las decisiones y comportamientos, creando consecuencias puntuales cuando se presenten, porque, cuando ocurren, especialmente en la conducta de personas públicas o con acceso a poder, las consecuencias pueden ser negativas para todos.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.    

Por qué importa la salida del Gobernador del Banxico

La historia, en general, sólo nos
informa lo que es un mal gobierno.

Thomas Jefferson

La semana pasada se dio el aviso de la salida, a partir de mediados del próximo año, del gobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens. La medida ha provocado especulaciones de todo tipo, así como señalamientos que acentúan o disminuyen la importancia del evento.

Es importante señalar que, en un sentido absolutamente conceptual, las instituciones (sobre todo aquellas que durante períodos muy prolongados han venido desarrollando sus funciones de manera adecuada) deberían en principio estar vacunadas contra cambios de funcionarios en su estructura. Pero en la realidad, ello rara vez ocurre.

En México tenemos evidencia muy palpable de que instituciones aparentemente probadas y sólidas, pueden rápidamente caer en una espiral que destruya sus fundamentos y que cambie su operación en detrimento de la función que socialmente desempeñan. Recordemos tan sólo que hasta hace algunos años, el Instituto Federal Electoral se consideraba una institución que, construida con esfuerzo y sacrificio por la sociedad mexicana, había creado las bases para procesos electorales eficientes, no cuestionados, e imparciales. Bastaron algunos meses y años de intervención y manoseo por parte de las distintas fuerzas políticas para destruir ese andamiaje institucional. Y lo mismo ha ocurrido con otras instituciones recientemente creadas en principio para beneficio de la sociedad mexicana, que casi siempre por motivos ajenos a aquellos por los que fueron creadas, han visto deteriorada su operación y la función institucional de largo plazo para la cual fueron concebidas.

En el caso de la salida del gobernador del Banco de México, hay quienes señalan que su salida responde a un interés legítimo por acceder a ocupar un cargo en la institución financiera internacional más antigua. En su momento él contendió para el Fondo Monetario Internacional pero entonces quedó claro que en la práctica ese organismo es ocupado por europeos, como el Banco Mundial lo es por estadounidenses.

Preocupa la forma y fondo del cambio, el que este tipo de anuncios típicamente se realizan en viernes para evitar que los mercados sobrerreaccionen y se tenga el fin de semana para mediatizar la volatilidad derivada del anuncio.

La salida de Carstens es relevante precisamente por haber sido éste un muy reconocido banquero central que ayudó a enfrentar, con una técnica impecable y con un margen de maniobra derivado de su prestigio internacional, los complejos momentos que ha vivido el mundo y el país, particularmente en los años y meses recientes. Un gobernador independiente y de prestigio con la autoridad moral para señalar los errores en el manejo del déficit y la deuda pública del gobierno federal; incluso enmendando la plana a la SHCP sobre los errores en el manejo de las finanzas públicas.

La salida de Carstens no sólo elimina ese contrapeso, sino que además abre un espacio para que, en la designación del nuevo gobernador, se dé pie a intereses políticos de corto plazo que comprometan la estabilidad financiera del país.

El objetivo legal e institucional del Banco de México es procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda y, por ello, su actividad está directamente relacionada con el control de la inflación y la estabilidad de la paridad cambiaria. La tentación en esta coyuntura de pretender utilizar al banco de México como mecanismo de impulso al crecimiento económico de corto plazo, es riesgosa y grave. Parafraseando a un exgobernador de Banxico, si los bancos centrales pudieran incidir en el desarrollo nacional, no existirían países pobres.

Por otro lado, a nivel internacional, el prestigio del aún gobernador del banco central es tal que a una llamada telefónica puede mandar la señal de estabilidad que requieren, en un entorno externamente volátil, los grandes actores de decisiones financieras a nivel mundial.

Ante este cambio y el proceso de remplazo, las instituciones del sector privado y de la sociedad deberemos estar atentas para evitar que se incurra en acciones que pongan en peligro la estabilidad económica y, sobre todo, propicien fenómenos inflacionarios que en el pasado fueron los que destruyeron la capacidad adquisitiva de los hogares en el país. La inflación y la destrucción de los ingresos de las familias están siempre a un tiro de piedra de acciones irresponsables y visiones de corto plazo de los gobiernos, particularmente cuando se privilegian los resultados de corto plazo y las ganancias electorales.

Simultáneamente, por la relevancia de este tipo de cambios, se realizan de manera institucional y conjunta con el gobierno, aun cuando se trate de un organismo autónomo con el caso de Banxico. El anuncio, que ni sé cómo filtraron en la mañana, manda una señal de falta coordinación que es tomada como preocupante por los mercados financieros nacionales e internacionales.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.   

Más sobre la educación y su impacto en el desarrollo personal y de la sociedad

Tenemos jóvenes profesionistas con sueldos que ni siquiera les permitirían pagar la educación que acaban de obtener.

Sólo la mente educada es capaz de entretener un pensamiento sin tener que aceptarlo. Aristóteles

Si bien se tiende a coincidir en la importancia de la educación superior como medio para alcanzar mejores oportunidades en lo individual y contribuir a un mejor desarrollo de la sociedad; también es cierto que existen circunstancias que llevan a cuestionar su validez como mecanismo de movilidad social.

El crecimiento de los costos de la educación privada superior, particularmente la considerada de mejor nivel, ha creado un problema de acceso.

Hoy que el costo total en alguna de estas universidades supera el millón de pesos, una parte importante de las familias de sectores medios quedan sin posibilidad de acceso a ellas, enfrentando por otro lado las limitaciones de la matrícula de las buenas universidades públicas.

demás, muchos mecanismos de financiamiento a la educación representan potencialmente una bomba de tiempo en el futuro para los jóvenes que se insertan en el mercado laboral, con una carga financiera inicial que dificulta su desarrollo económico futuro.

Por otro lado, los egresados de las universidades (inclusive las de mayor prestigio), enfrentan uno de los escenarios de percepciones laborales más bajas de la historia reciente de nuestro país. Considerando universidades cuyo costo promedio es superior a los 20,000 pesos mensuales; con salarios de primer ingreso laboral que en promedio no rebasan los 12,000 pesos, tenemos jóvenes profesionistas con sueldos que ni siquiera les permitirían pagar la educación que acaban de obtener.

A ello se suma el hecho de que la estructura laboral reciente en nuestro país ha propiciado un porcentaje importante de empleos de baja calidad y sin plena estructura de formalidad que les permita obtener beneficios, como los asociados al futuro retiro.

Por otro lado, las tendencias de innovación y tecnificación del mercado laboral (en México y a nivel mundial), están haciendo cambiar dramáticamente la relevancia y pertinencia de ciertas áreas de conocimiento, estudio y posterior desarrollo profesional. De acuerdo con datos del World Economic Forum 2016, actividades relacionadas con funciones administrativas y de oficina, así como muchas relativas a la manufactura, irán paulatinamente decreciendo en importancia producto de la automatización.

Sin embargo, pese a este panorama, toda la investigación apunta a que hoy más que nunca la educación superior tiene relación directa con el desarrollo nacional. En el estudio “Impacto de la educación superior en la dinámica socioeconómica y de desarrollo”, se señala que precisamente en el contexto de la crisis económica y del empleo, la educación terciaria es el recurso clave para el desarrollo de cualquier país; ello debido a que incide en el desarrollo del capital humano, el desarrollo social y la innovación tecnológica en los países.

Finalmente, diversos estudios muestran que, si bien no están completamente exentos de ello, los jóvenes con educación superior son más capaces de conocer información y decidir cuándo ésta es válida y cierta.

Hoy, que las redes sociales se han vuelto la principal fuente de información para una capa grande de la población, es evidente que sin adecuados niveles de educación se es incapaz de discriminar mayoritariamente la información falsa de la que ya cuenta con algún sustento real en datos comprobables.

Un reciente estudio realizado por universidades en Estados Unidos mostró que las 20 noticias falsas que más circularon en redes sociales en relación con la elección en Estados Unidos tuvieron más difusión que las 20 noticias verdaderas de mayor difusión. La educación superior es, en este contexto, una herramienta que, junto con muchas otras, contribuye a contar con una sociedad mejor informada, que tome mejores decisiones en lo individual y de manera colectiva, incluyendo aquellas decisiones financieras que determinarán su futuro bienestar y el de sus familias.

Mexicana de Becas organiza el Primer Encuentro Universitario para acercar a los jóvenes información que les permita tomar la mejor decisión sobre su futura educación y vida profesional.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

Efectos realistas para la economía de México, de la elección en EU

“Nadie es tan valiente que no se perturbe por algo inesperado”.

Julio Cesar, emperador romano.

La inesperada elección de Donald Trump ha provocado un sin número de reacciones que pasado del más absoluto pesimismo, optimismo moderado y hasta las posiciones que ven en ésta una oportunidad para que México retome la independencia de Estados Unidos. Incluso se llega a hablar de retomar un modelo de sustitución de importaciones, equivalente en términos de ciencia médica, a que nos recomendaran sangrías para curar alguna enfermedad.

Por ello es conveniente precisar cuál es el alcance real de las políticas que ha anunciado Trump en relación con México. Es importante señalar qué impactos negativos van a existir. La única duda se refiere a la magnitud de los mismos, que está asociada a la profundidad de las medidas y a nuestra capacidad de respuesta institucional. Quienes hoy se dicen tranquilos porque ven a un presidente electo más moderado, me recuerdan el síndrome de personas golpeadas que un día dicen sentirse más tranquilas porque los torturaron menos que en días pasados.

Claramente, de lo único que tenemos evidencia es de la inconsistencia y volatilidad del comportamiento del Presidente electo, así como del hecho de que ajusta sus posiciones a lo que cree que quiere oír su base de apoyo y que no tiene ningún reparo en mentir abiertamente, como lo hizo al mencionar como una victoria que una planta de Ford ya no saldría de Estados Unidos gracias a su intervención, cuando en realidad dicha planta no estaba en los planes de relocalización de Ford.

En casi todos los temas que pueden afectarnos, Trump tiene ciertos márgenes de autonomía para provocar alteraciones. Por ejemplo, en lo que se refiere al Tratado de Libre Comercio, paradójicamente tiene autonomía para cancelarlo, aunque no para renegociarlo, pues esto último debe de pasar por el Congreso.

Para entender lo relevante del impacto en el comercio y lo simplista que resulta decir que es el momento de mirar hacia otros mercados, hay que considerar que si alguna de las medidas propuestas implicara una reducción de 10% de nuestras exportaciones totales a ese país, para sustituirlas tendríamos que aumentar en 100% todas nuestras exportaciones hacia América del Sur, aumentar en 70% el total de exportaciones que realizamos a la Unión Europea o multiplicar por ocho las exportaciones que realizamos a China.

Lo que puede moderar la profundidad de las medidas es la combinación de los intereses del sector exportador de Estados Unidos, que también resultaría afectado.

Por lo que se refiere a la migración, en principio debe tener un impacto acotado porque hoy México es importador neto de mexicanos desde Estados Unidos, producto de las deportaciones realizadas en los últimos años. Sin embargo, si se llevaran a cabo acciones de deportación de connacionales limitadas a personas con antecedentes criminales, ello podría implicar el ingreso de cientos de miles de personas que presionarían por empleos o podrían reforzar la precaria situación de seguridad. Pero una deportación masiva también requería cierto nivel de apoyo del Congreso, porque implicaría el establecimiento de algunas medidas extralegales y requeriría de fondos adicionales del Congreso. El muro, como tal, además de difícil ejecución, no tiene un impacto real directo y también requeriría fondos especiales del Congreso, difíciles de obtener en el marco de una reducción fiscal propuesta por Trump.

La retórica de Trump provoca incertidumbre en los mercados financieros mundiales. Particularmente en el caso de México, cualquier exabrupto es identificado como una amenaza para el crecimiento de México y, consecuentemente, afecta los escenarios de captación de inversión extranjera y de crecimiento económico y del empleo.

De manera colateral, si bien en mercados accionarios algunos anuncios han sido bien recibidos, un seguro ciclo alcista de las tasas de interés en Estados Unidos tiene, en primer lugar, un efecto de corto plazo afectando la valuación de grandes portafolios de inversión como los de las afores, afectando además en el mediano plazo, con la alza de las tasas en México, el crecimiento económico nacional.

La economía mexicana es la undécima a nivel mundial, con una población económicamente activa cercana a 54 millones de personas. Con todas las deficiencias que enfrentamos, una economía de estas dimensiones no corrige y compensa sus problemas a partir de acciones menores, voluntaristas o románticas de corto plazo. Requerimos acciones puntales, capacidad de negociación, hacer uso de todas las medidas adicionales posibles para enfrentar los serios retos que entraña la relación con el próximo gobierno de Estados Unidos, que adicionalmente, controlará por lo menos a nivel formal, las dos cámaras del Congreso.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en Economía Conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter:

@martinezsolares

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La irracionalidad de la decisión de voto

“La democracia es un medio que asegura que no seremos gobernados mejor de lo que nos merecemos”. George Bernard Shaw, escritor irlandés, ganador del

 Premio Nobel de Literatura.

“La democracia es un medio que asegura que no seremos gobernados mejor de lo que nos merecemos”.

George Bernard Shaw, escritor irlandés, ganador del Premio Nobel de Literatura.

Para cuando esta columna esté impresa, salvo que se presente alguna situación similar a la ocurrida en la elección presidencial entre G. Bush y Al Gore, deberá haber una relativa claridad respecto de cuál de los candidatos estadounidenses ganó la contienda por la Presidencia de su país.

Los procesos electorales democráticos, si bien, criticados, continúan siendo los únicos vehículos para reducir la posibilidad de que el poder se concentre de forma autoritaria, absoluta y permanente, sin ningún mecanismo de rendición de cuentas.

Sin embargo, los cambios sociodemográficos y económicos de las últimas décadas, la mayor complejidad social, el desgaste de los mecanismos tradicionales de participación política y la creciente complejidad de los temas asociados con las decisiones de política pública llevan a un cuestionamiento permanente sobre la necesidad de realizar cambios a los modelos de participación imperante, para asegurar resultados óptimos para la sociedad.

Generalmente se asume que si bien existe el riesgo de encontrar votantes desinformados, los sesgos de ignorancia son posibles tanto en un sentido como en otro y, por ello, tienden a cancelarse. A ello se le conoce, en el libro El mito del votante racional, como el “milagro de la agregación”.

Sin embargo, como todo proceso de decisión, el acto de votar no sólo implica manejar información, sino analizarla a partir de percepciones y sesgos.

En una primera encuesta que publicó CNN apenas cerrando las primeras casillas se señaló que 66% de las personas definió su candidato desde el mes de septiembre, lo que implicaría que la información adicional obtenida no incidió en la percepción previa de las personas.

Pero ¿qué es lo que dificulta tanto que los votantes se informen? En el libro se señala que al analizar el proceso de voto en términos de costo-beneficio, el votante promedio no percibe un beneficio claro individual frente al costo (en tiempo y esfuerzo) asociado con informarse adecuadamente. En este mismo sentido, el costo de la ignorancia y su efecto en una equivocación en el voto no son percibidos como un efecto negativo directo para la persona; al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en una decisión financiera personal.

Adicionalmente, en este tipo de decisiones, en las que la consecuencia de una mala decisión es difusa en términos del efecto negativo personal, es en el que con mayor frecuencia se presentan decisiones conscientemente negativas, destinadas a castigar a otros, aun cuando el resultado final sea de afectación negativa propia.

El tema resulta importante, no sólo por el efecto que la elección en Estados Unidos tendrá para el comercio, el crecimiento económico y la migración para nuestro país, sino porque en el 2018 estaremos celebrando en México una elección que hoy apunta a ser dominada por perspectivas, juicios y muchas de las irracionalidades y sesgos que hoy criticamos en la elección estadounidense.

Uno de los errores graves que cometemos al pretender analizar información es la sobresimplificación, la cual, típicamente, se da en dos sentidos.

El primero se refiere a la idea de que la resolución de los problemas se trata de un tema de voluntad. Como si los problemas se dejaran de resolver sólo porque no se desea hacerlo; sólo hace falta la persona adecuada para que los problemas desaparezcan.

La segunda se refiere a la naturaleza de los problemas. En casi cualquier problema grave que enfrenta este país su solución requiere análisis serios, discusiones de expertos y un proceso largo para atender las causas multifactoriales que frecuentemente los provocan. Sin embargo, las personas tendemos a sobresimplificar los problemas, reduciéndolos a una sola explicación.

En toda sociedad existen elementos que pueden propiciar la desinformación, en uno otro sentido, generando falsas creencias y percepciones que sesguen nuestro juicio. Pero atribuir toda la responsabilidad de nuestras malas decisiones a factores externos es precisamente caer en una ingenua irresponsabilidad.

Hoy cualquier votante promedio está en la disyuntiva de tener al alcance de su mano la mayor cantidad de información posible y, al mismo tiempo, estar completamente desinformado o erróneamente informado.

Desde la sociedad tenemos que construir con el mayor grado posible de objetividad y pluralidad los caminos de información que nos permitan discutir los problemas, entenderlos en toda su dimensión, y entonces buscar los partidos y candidatos que tengan genuinas propuestas puntuales y viables para resolverlos.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

El Premio Nobel de Economía 2016

La contribución de ambos investigadores es de suma relevancia para crear incentivos más adecuados.

A menos que ambas partes ganen, ningún acuerdo puede ser permanente.
Jimmy Carter, ex presidente de Estados Unidos

Como cada año por estas fechas, fue entregado el Premio Nobel de Economía. En esta ocasión los galardonados fueron Oliver Hart y Bengt Holmström.

En ambos casos se trata de economistas destacados por su investigación relativa a un tema que pudiese parecer distante de los temas económicos tradicionales, ya que el premio se les otorgó “por sus contribuciones a la teoría de contratos”; se trata de la forma en que los contratos operan para mediar las relaciones y, consecuentemente, las decisiones entre las personas y organizaciones.

Holmström y los incentivos a los directivos

En el caso de Holmström, éste ha realizado múltiples estudios, en uno de ellos se analiza cuál es el modelo óptimo para establecer incentivos a los directivos de las empresas.

En muchos casos, las empresas que cotizan en Bolsa establecen incentivos en los que el precio de la acción determina el bono que recibe el directivo; sin embargo, Holmström destaca que, dado que los precios de las acciones pueden responder a factores externos a la propia empresa, puede de esta manera estarse premiando o castigando en función de la suerte.

Por ello, propuso establecer un modelo en el cual el pago se establezca a partir del desempeño de la acción en relación con otras empresas del mismo sector.

En artículos posteriores, Holmström propuso además el establecimiento de modelos que tratan de balancear la remuneración de las personas en función de diferenciar aquellas actividades que pueden ser fácilmente medibles de otras cuya medición de desempeño puede ser más difusa.

Un ejemplo de ello se refiere a la forma en que los maestros pueden ser evaluados para recibir su compensación, siendo los resultados de exámenes muy fáciles de medir, pero si la evaluación sólo contempla este factor, se generaría un desequilibrio de la actividad al dejar fuera otros factores igualmente relevantes pero poco medibles, como el fomento al trabajo en equipo y propiciar la creatividad de los alumnos.

En la entrevista oficial que le hicieron al anunciarse el premio, Holmström explicó que los temas de incentivos contractuales no se refieren de manera exclusiva a los temas económicos y de dinero, señalando que en ocasiones, además de crear incentivos, el desempeño de las personas se vincula a cómo se estructuran las tareas y las organizaciones de forma que provoque la motivación de las personas.

Hart y el establecimiento de contratos más realistas

Por su parte, Hart ha desarrollado en sus trabajos modelos orientados a establecer contratos más eficientes, que faciliten de manera realista los acuerdos entre las partes.

En un artículo particularmente interesante, Hart analizó las diferencias entre la operación pública y privada de empresas en las existe un conflicto permanente entre costos y calidad de los servicios.

En el caso del sector privado, Hart señala que los incentivos contractuales que pueden presentarse para los administradores tienden en estos casos a estar asociados a que reduzcan los costos, lo que puede redundar en una reducción de la calidad de los servicios prestados.

En particular, Hart analizó los procesos de privatización de las prisiones en Estados Unidos, que derivaron en un detrimento de las condiciones de los internos, que es incluso superior a los de las prisiones administradas de forma pública.

Sin embargo, en el caso de la administración pública, la carencia de incentivos específicos al desempeño motiva que no se realicen mejoras ni en reducción de costos, ni en mejoras a la calidad de los servicios.

La contribución de ambos investigadores es de gran relevancia en la medida en que las organizaciones públicas y privadas, al igual que las personas, aprendan a establecer mejores mecanismos de acuerdo que, con base en los incentivos más adecuados, promuevan el crecimiento de la rentabilidad y simultáneamente la riqueza y el bienestar de las personas.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

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El impacto de los desequilibrios económicos globales en la economía de México

Desearía que los políticos del mundo dejaran de darse crédito por el crecimiento económico, que ocurre a pesar de ellos, no gracias a ellos.
Zaid Abdelnour, financiero libanes

Este martes tuve la oportunidad de presentar una conferencia con motivo de la XXXI Semana del Economista, en el Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara.

El tema de la conferencia fue explorar los factores globales que afectan y afectarán el futuro desempeño de la economía mexicana.

Entre varios temas, abordé el relativo a las distorsiones que a nivel internacional genera el exceso de liquidez, producida por las medidas de política monetaria y estímulos generados por los principales Bancos Centrales del mundo, para reactivar las economías después de la crisis del 2008.

Los Bancos Centrales, como la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), el Banco Central Europeo (BCE), El Banco Central de Inglaterra (BoE) y el Banco Central de Japón (BOJ) tomaron dos medidas: La primera fue bajar las tasas de referencia con lo cual todas las tasas (de interés a los créditos, pero también de rendimiento a las inversiones) cayeron significativamente; la segunda, fue que inyectaron dosis masivas de liquidez a sus economías, pero en general a la economía mundial.

Tan sólo la Reserva Federal inyecto 3.5 trillones de dólares a través de la compra de bonos. Para que se comprenda mejor el concepto, ello es el equivalente a que el Banco de México (Banxico), hubiera comprado a los inversionistas, instrumentos de deuda del gobierno mexicano, para que, al tener recursos en vez de estos instrumentos de inversión, se favoreciera que se canalizaran esos recursos como inversión productiva que apoyara el crecimiento de la economía.

Si bien en principio es claro que dichos estímulos permitieron a los países recuperarse más rápidamente de la crisis financiera, la realidad es que también se generaron distorsiones de una magnitud aún por determinarse.

En un reporte publicado por la consultora McKinsey, se señala que el efecto de tasas bajas prolongado desde el 2008 a la fecha, ha afectado particularmente a los hogares, ya que, al disminuir las tasas, también lo hizo la propensión al ahorro ante los muy bajos niveles de rendimiento.

En especial, este reporte indica que ello puede haber contribuido a un crecimiento de la desigualdad, porque son los sectores de menores ingresos los más afectados por el bajo nivel de tasas. Este efecto negativo impacta particularmente a las personas de mayor edad que reciben pensiones derivadas de mecanismos privados de inversión.

Otro fenómeno asociado, que podemos observar puntualmente en el caso de México, fue que, la reducción de tasas mundiales implicó para la mayoría de los gobiernos una disminución de los intereses a pagar por sus deudas; pero en muchos casos, más que aprovechar esta circunstancia para disminuir las presiones fiscales, fue motivo para incrementar el nivel de endeudamiento, en parte también para mantener los incentivos a la economía.

La mayoría de los países vieron crecer exorbitantemente sus niveles de deuda; tanto, que hacen aparecer la deuda de México; que ha crecido a 50% como proporción del Producto Interno Bruto; menor en comparación con deudas como la japonesa que rebasa 200% o la norteamericana que es superior a 100 por ciento.

Finalmente, resalté el que buena parte de los incentivos creados por los bancos centrales no se tradujeron en inversión productiva. Una parte se convirtió en una enorme liquidez financiera que, buscando mejores retornos por la inversión, se mueve de país en país, de región en región, generando por su volumen desequilibrios que afectan a las economías locales.

En el escenario mundial actual y ante las particularidades de la economía mexicana, un escenario de crecimiento elevado es prácticamente impensable. Por ello es imperativo que en México tome las decisiones necesarias (con miras en el largo plazo) para mantener los equilibrios que le permitan tener un crecimiento real sostenido, que se traduzca en el bienestar económico de las familias; evitando que el endeudamiento excesivo y sus consecuencias como la inflación, vuelvan a destruir la capacidad de compra de los hogares.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

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El impacto del déficit y el endeudamiento para las familias

Reducir el déficit público destripando las inversiones en innovación y educación es como hacer más ligero un avión sobrecargado removiendo las turbinas.
Barack Obama

En las últimas semanas escuchamos la discusión sobre el crecimiento de la deuda del sector público y la necesidad de contener su crecimiento y frenar el déficit.

Simultáneamente escuchamos las quejas de personas y grupos que —frente a la intención de reducir el presupuesto federal en el 2017, lo que supone una reducción cercana a los 240,000 millones de pesos para el año próximo— reclaman que los recortes no afecten los programas o planes que son de su interés.

Pero, ¿por qué es tan importante la contención del crecimiento de la deuda y del déficit público?, y ¿cuál es el impacto que estos elementos tienen para las familias mexicanas?

Primero es importante recordar que el endeudamiento público y el déficit están asociados al crecimiento de la inflación. En México no hemos experimentado procesos de inflación elevada prácticamente desde mediados de los 90 e incluso en los últimos años hemos tenido inflaciones extraordinariamente bajas, alrededor de 3% anual.

La inflación es el gran, único y verdadero destructor de la riqueza de las familias y de su poder adquisitivo. Cuando algunas corrientes políticas y económicas proponen impulsar programas que conllevan incrementar indiscriminadamente el gasto público, olvidan que la caída real de los ingresos de las familias mexicanas está asociada precisamente a los procesos inflacionarios derivados de la expansión del endeudamiento y el déficit. Los procesos inflacionarios de los años 70, 80 y mediados de los 90 son las que deterioraron los ingresos reales de las familias.

Hoy, pareciera que los niveles de inflación bajos que tenemos nos dan margen de maniobra, pero la realidad es que los procesos inflacionarios rápidamente adquieren una dinámica de aceleración que deteriora los ingresos de las familias.

Históricamente, un país que se endeuda excesivamente empieza a representar frente a los inversionistas internacionales un menor nivel de confianza. Por ello, recientemente una empresa calificadora colocó en revisión la deuda mexicana, lo que representa que está avisando a los inversionistas que podrían presentarse problemas en el futuro. Por ello, los inversionistas pedirán un premio mayor (en tasa de interés) para adquirir la deuda mexicana, lo que conllevará un pago mayor de intereses y una mayor presión sobre las finanzas públicas. En caso de no controlarse, una espiral creciente puede terminar por deteriorar la capacidad de pago y las finanzas de un país. En parte, ello fue lo que ocurrió durante el llamado error de diciembre en 1994. Adicionalmente, un país que necesita dar más servicio a su deuda si quiere evitar una crisis requiere restringir su gasto para equilibrar las finanzas y ello necesariamente implica que dejara de gastar en otros temas.

Lo ideal sería que estas reducciones se dieran en el gasto corriente, que se refiere preponderantemente a los sueldos y salarios de la burocracia, y mantener el gasto que genera valor, como las inversiones en infraestructura, que además propician la generación de empleo y estimulan el crecimiento económico.

Lo más difícil es cortar precisamente el gasto corriente, porque siempre tiene aparejado presiones de empleados, grupos o sindicatos cuyo interés inmediato evidentemente es no perder su empleo, aun cuando ello sea, en un sentido global, más conveniente para el país.

Un gobierno que invierte menos en proyectos estratégicos como la infraestructura necesariamente tiene un impacto en la tasa de crecimiento. Los países requieren inversiones que incentiven el crecimiento y hoy México tiene niveles de inversión bajos, lo cual no sólo afecta el corto sino el largo plazo en la economía del país.

En las últimas décadas (por lo menos), la tasa de endeudamiento creció y se desaprovechó un extraordinario periodo de precios altos del petróleo que hubieran podido generar la holgura presupuestal para que el gobierno realizara las inversiones que apuntalaran del crecimiento.

Estamos en la coyuntura de tomar las decisiones importantes que necesaria y desafortunadamente implican una nueva contracción del gasto público. La estructura y naturaleza de dicha contracción determinará necesariamente su efecto sobre el crecimiento. Si no exigimos responsabilidad fiscal y presupuestal al gobierno y al Congreso y no asumimos la responsabilidad individual de enfrentar los costos de los ajustes en el corto plazo, estaremos creando la semilla de un proceso que nuevamente deteriore gravemente los ingresos futuros de las familias mexicanas.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

Síguelo en Twitter: @martinezsolares