Archivos de la categoría Raúl Martínez Solares

La percepción de la muerte y nuestras decisiones económicas

“La vida y la muerte son un sólo hilo, la misma línea vista desde lados opuestos”. Lao Tse.

01 de Noviembre de 2017.

Hace un año, por estas mismas fechas, dediqué mi columna a describir cómo las personas asimilamos de distinta manera nuestra percepción de la propia mortalidad al tomar decisiones financieras y como, en la mayoría de los casos, la falta de una adecuada asimilación nos lleva a tomar decisiones contrarias a una adecuada planeación financiera.

Aprovechando las festividades del día de muertos, vale la pena volver a reflexionar, desde otra perspectiva, respecto de cómo enfrentar, pensar o simplemente reflexionar, acerca de la muerte, en términos de como puede afectar nuestra percepción, de forma negativa o positiva, las decisiones financieras económicas que tomamos en el presente.

Como en casi todos los factores que detonan cambios en el comportamiento, muchos de estos cambios dependerán de las condiciones específicas en que se presentan y de factores de personalidad o sesgos cognitivos que nos llevan interpretar la muerte y su posibilidad. De esta manera, existen investigaciones que muestran que personas que se vieron frente a la muerte (ya sea a través de la cercanía con alguna desgracia natural o la enfermedades de familiares), tuvieron cambios de conducta entre dos extremos.

Por un lado, en algunos casos se da un incremento de la sensibilidad al riesgo (que potencialmente identifiquen hacia la propia muerte),  lo que se traduce en una disminución de acciones, en la falta de decisiones y en algunos casos a la inmovilidad; de aquello que con razón o sin ello se vislumbre como que qumenta el riesgo de enfrentar la propia muerte.

Tratándose decisiones económicas y financieras, este escenario implica la adopción de posturas conservadoras que buscar eliminar el riesgo, pero que en cambio se traducen en reducir la posibilidad de crecimiento de la riqueza patrimonial o limitan la adecuada administración de los bienes.

En el extremo contrario, la exposición a la presunción de mortalidad, puede provocar en algunos una sensación tal de vulnerabilidad que, reinterpretada como inevitabilidad, afecta cualquier futura y lleva decisiones inmeditas que buscan maximizar las recompensas de corto plazo, ante lo que se percibe como un escenario sin futuro favorable alguno.

En cualquiera de estos dos extremos, los resultados son negativos. Ya sea por la adopción de una visión cortoplacista o por inmovilidad generada por miedo al futuro, se dejan de tomar decisiones o se adoptan aquellas negativas, lo que puede comprometer la estabilidad económica futura de los hogares y de las personas.

La cercanía de la muerte, como cualquier otra experiencia humana trascendental, invariablemente debe provocar la reflexión, pero es fundamental tratar que está contribuya a mejorar el comportamiento financiero futuro y a evitar los errores que propicien la afectación patrimonial presente.

Episodios como los sismos que enfrentó nuestro país recientemente, provocan en muchas familias una sensación de vulnerabilidad que, de no ser procesada adecuadamente, puede llevar a tomar decisiones apresuradas o a la falta de las mismas. Ello es notorio, opir ejemplo en las decisiones relacionadas con los cambios de vivienda, a partir de la percepción de que existen zonas de la ciudad potencial mayor riesgo. Cuando, como en este caso, tenemos múltiples personas tomando decisiones en este sentido, se empiezan a evidenciar comportamientos erráticos, por ejemplo, en el mercado de vivienda en renta.

La percepción de la propia mortalidad y de la aleatoria de la misma, puede ser incorporada como un elemento que nos presione de manera positiva para tomar mejores decisiones de planeación del presente y del futuro financiero y el de nuestras familias.

La sola preocupación, sin decisiones pensadas en el contexto de las condiciones financieras específicas de cada familia, no genera resultados favorables.

Al final de cuentas, ante la certidumbre de la muerte y la incertidumbre de cuando ésta se presenta, la mejor alternativa es buscar tener una vida plena, feliz y disminuyendo nuestra incertidumbre financiera.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

 

¿Pueden las redes sociales reflejar conductas que afecten el mercado bursátil?

“Las cualidades que hacen que Twitter parezca insano y crudo, son las que lo hacen tan poderoso.” Jonathan Zittrain, Professor of Law at Harvard.

Las redes sociales se han  convertido en la última década en mecanismos de divulgación de información cuya corroboración y constatación resulta frecuentemente difícil. Apenas en los últimos años empiezan a realizarse algunos estudios que permiten identificar patrones de lenguaje y tono, calidad de información e intencionalidad, que pueden servir de termómetro para medir el comportamiento o sentimiento de la sociedad que se expresa a través de las redes.

En temas financieros, recientemente se han empezado también a encontrar mecanismos que permiten identificar cómo la información que fluye en redes como Twitter (que por su propia naturaleza tiende a tener un mayor porcentaje de contenido noticioso), expresan las emociones y conductas de los inversionistas y, por ello, se traduce en información que se manifiesta en el comportamiento del mercado bursátil.

En el estudio The Effect of Social Media and Gender on the Stock Market, de Lahtinen y

Soo Lee, publicado en The Journal of Behavioral Finance & Economics, se desarrolla un modelo que permite analizar si, en términos de su efecto en los mercados, la información que fluye en Twitter es solamente ruido, refleja opiniones o transmite información, así como si ello permite pronosticar el comportamiento futuro de las acciones.

Se analizaron 8 millones de tweets en los que se hace referencia a más de 5000 compañías cuyas acciones se comercian en el mercado de valores Estados Unidos.

La investigación mostró que, en términos generales, los retornos esperados del mercado pueden ser previstos a partir de la inferencia la confianza y los sentimientos que se expresan en la twits con notas u opiniones relativas a las empresas analizadas y que circula en las redes sociales.

De manera específica, el volumen de transacciones de las acciones puede predecirse a partir del nivel de confianza que se expresa en los tweets analizados, mientras que la volatilidad esperada se encuentra relacionada con los sentimientos que dichos tweets expresan.

Si bien la información permite medir el volumen probable del intercambio de acciones y la volatilidad posible en el precio de las mismas, estos indicadores no permiten, aún, identificar con precisión las correlaciones con el comportamiento hacia el alza o el declive de los precios de los activos financieros.

Hoy, las redes sociales son una presencia ubicua en la vida de las personas en comunidades urbanas y en gran medida en otros centros suburbanos que antes se consideraban ajenos a este tipo de influencias.

Sin embargo, un  problema fundamental para quienes pretenden utilizar la información que obtienen de redes sociales para orientar sus decisiones, es que la frecuencia y orientación de los argumentos e información vertida y expresada de manera generalizada en las redes sociales, no reflejan datos concluyentes, sino emociones y sentimientos que con frecuencia expresan de manera un sentimiento generalizado, aun cuando no esté fundamentado en información verificable.

La mayoría de las personas que participamos en mayor o menor medida en redes sociales o mecanismos de comunicación grupal, recibimos diariamente decenas de bloques de información que, si bien su propia estructura denota falta de credibilidad, fluyen e influyen, o por lo menos condicionan, nuestros procesos de decisión y análisis y de formación de opinión.

La incertidumbre vigente en temas económicos y políticos del país es evidente; por ello, utilizar sin discriminación información captada en redes sociales, como única guía para estructurar nuestras opiniones, visiones y decisiones, en la mayoría de los casos nos llevará a acciones que comprometan nuestro bienestar futuro.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

El Premio Nobel de Economía 2017

“Mi mantra es que, si quieres ayudar a las personas a cumplir una meta, hazlo sencillo para ellos”. Richard Thaler Premio Nobel de Economía 2017.

Como cada año por estas fechas, el comité del Premio Nobel anunció el ganador del Premio Nobel de Economía, otorgándoselo al investigador Richard H. Thaler, por sus contribuciones a la economía conductual o del comportamiento. En palabras de uno de los integrantes del Comité de Premiación, Thaler “hizo a la economía más humana”.

Se trata de uno de los economistas de la llamada corriente conductual, de mayor influencia en las últimas décadas; tanto por sus contribuciones a la comprensión de la forma que la personas toman decisiones, si no, además, por la orientación práctica de sus conceptos para mejorar la calidad de las decisiones que tomamos, particularmente en temas como el ahorro para el retiro.

El primer artículo que tuve la oportunidad de leer de Thaler, fue uno publicado en 1981 con el título de “Hacia una teoría económica del autocontrol”, en que Thaler incorpora este concepto como un elemento fundamental que determina las decisiones de los individuos y que específicamente tiene un papel determinante en las decisiones de ahorro y gasto. Ahí, se incorpora de manera clara, mas allá de los modelos económicos tradicionales, una visión psicológica de las decisiones económicas.

En otro artículo, que tuvo influencia en mi orientación académica hacia los temas conductuales, publicado hace 20 años, Thaler analiza a un autor de la economía clásica (Irving Fisher), mostrando como en varios de sus trabajos existe de manera implícita una visión conductual sobre las decisiones económicas.

En muchas de mis colaboraciones en El Economista, he hecho referencia a los trabajos de Thaler, la primera vez hace 6 años, sobre sus trabajos para incentivar el ahorro para el retiro.

A partir de una serie de investigaciones que se concretaron en el concepto de “Ahorra más, mañana”, propone una medida que por su simpleza refleja la comprensión de la forma en la que se toman las decisiones de ahorro futuro.

A partir de entender la propensión de las personas a optar por aquellas alternativas de decisión que se proponen por default, propuso que en los planes de retiro de EUA (conocidos como 401k), la opción por default sea en automático quedar enrolado en el plan y que se requiere una declaratoria explícita para no quedar enrolado. Dada la propensión de las personas a la utilización de las opciones por default, este mecanismo incrementa la frecuencia que las personas quedan inscrita a este tipo de planes previsionales.

De la misma manera cunado se pregunta a las personas qué porcentaje de sus ingresos presentes están dispuestos ahorrar para el futuro, la mayoría tendrán una respuesta negativa de ahorro o una proporción muy baja. Thaler entiende que ello se debe a que, tratándose de decisiones Inter temporales (en este caso, aquellas en que la acción se realiza en un momento diferente en el que se percibirán los beneficios), la mayoría de las personas son motivadas por una búsqueda de recompensa de corto plazo que representa el gastar hoy, lo cual inhibe su capacidad de ahorro para el futuro. Por ello, propuso un mecanismo en el que lo que se les pregunta a las personas qué porcentaje de su aumento de sueldo del siguiente año estaría dispuesta ahorrar. Al tratarse de decisiones y acciones que están ambas en el futuro, el estímulo de recompensa de corto plazo se reduce y se incrementa la propensión y volumen de ahorro objetivo.

Dos de sus libros recientes tienen especial importancia porque permitan abundar en la comprensión de las decisiones de las personas que se traducen, con mucha frecuencia, en acciones irracionales que perjudican a quienes las toman. Nudge y Misbehaving presentan conceptos que muestran (el primero) que existen mecanismos conductuales de refuerzo que, tal como el pequeño codazo que nos daba nuestra madre para saludar a alguien, pueden dirigir la conducta y fomentar conductas benéficas en términos económicos y financieros.

En Misbehaving, se señalan muchos de los elementos puntual ha identificado que intervienen en las decisiones financieras, tal como la fuerza de voluntad. En suma, explica porque las personas tendemos a caer en conductas negativas que nos afectan o afectan a otros.

Thaler logró incorporar elementos que los modelos económicos clásicos faltaron en reconocer (como características de la conducta, factores de personalidad y sesgos en nuestros procesos de decisión), algunos de ellos enraizados profundamente en la forma en la que opera nuestro cerebro, que generan distorsiones en nuestro proceso decisión y que nos llevan a tomar decisiones subóptimas, muy lejos de la visión económica tradicional de un homo economicus racional buscando maximizando su beneficio.

La importancia de sus contribuciones es clara si entendemos que, no sólo nos ayudan a entender la naturaleza de las conductas sino, además, a crear mecanismos que permitan modificarlas y modelarlas para crear condiciones que permitan la alcanzar nuestro bienestar económico.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

 

Reflexiones sobre el sismo

En el 2004, el geofísico Cinna Lomnitz publicó un artículo en el que analizó las condiciones geológicas de la Ciudad de México y las implicaciones de éstas para la planeación urbana y de riesgos de la Ciudad de México.

“La resiliencia es, por supuesto, necesaria para un guerrero; pero también lo es la empatía”.

Phil Klay, escritor estadounidense.

En el 2004, el geofísico Cinna Lomnitz publicó un artículo en el que analizó las condiciones geológicas de la Ciudad de México y las implicaciones de éstas para la planeación urbana y de riesgos de la Ciudad de México. Su análisis lleva a una conclusión: no es una zona de riesgos sísmicos, sino de certeza de que los eventos sísmicos son constantes.

En México, la política pública pocas veces se desarrolla a partir de conocimiento científico.

Si bien en 1985 se realizaron adecuaciones a reglamentos y sistemas de construcción, (como lo señalaba Lomnitz), la misma ciudad presenta condiciones diferenciadas que llevan a que edificios construidos con las mismas normas, sufran daño en una parte de la ciudad y en otras permanecen intactos. Por ello, el conocimiento científico debe regir los cambios y adecuaciones a los modelos de desarrollo urbano futuros.

En esta coyuntura, en la que surgen expertos en cada esquina y propuestas con sentido de inmediatez pero poco útiles o viables, vale la pena recordar las palabras de Lomnitz: “no debemos ceder a la tentación de atribuir a causas tan vagas y generales como “la corrupción” o a la “mala construcción” o “las condiciones del subsuelo” y otras simplificaciones.

En materia de desastres debe evitarse cualquier reduccionismo. Y no es porque en la reconstrucción no deben investigarse estos temas, sino porque, por el contrario, hay que investigarlos todos, pero de forma seria y responsable.

Estamos nuevamente ante la oportunidad y la absoluta obligación de planear la política pública y las acciones de respuesta con una genuina visión técnica. Es preocupante que se realicen anuncios de canalización de recursos para la autoconstrucción, cuando de acuerdo con algunos diagnósticos preliminares, la destrucción de muchas construcciones tuvo como una de sus causas la autoconstrucción.

Por otro lado, se ha manifestado una gran sorpresa por el trabajo realizado por los jóvenes de una generación que muchos asumían apática. Siempre he creído, y así lo expresado en distintas colaboraciones, que no se trata de una generación apática, sino de una que se siente profundamente lejana, descreída, no representada y no vinculada a las practicas, condiciones e instituciones políticas y sociales existentes, pero que ha mostrado tener solidaridad y gran sentido de responsabilidad colectiva, conducta que en muchos casos aprendieron de la actuación de la generación de sus padres en 1985.

No conviene olvidar, sin embargo, que en medio de estructuras como las que prevalecen en este país, muchos de los movimientos surgidos de la sociedad en el 85, terminaron siendo instrumentos y mecanismos de control corporativo a través de líderes que, forjados hace 32 años, hoy son representantes fieles de lo más nocivo de la política clientelar actual.

Ahora, una generación más tecnificada y con más acceso información, está pudiendo generar iniciativas poderosas (como arribamexico.org), que liberen la fuerza de la sociedad y la acerquen a los sectores más afectados. Desafortunadamente, la inmediatez de la información también ha exacerbado la falta de verificación y la facilidad de propagación de mensajes erróneos o malintencionados.

Las crisis sirven para exacerbar lo mejor y lo peor de cada sociedad. Y entre lo peor, está la tardía, insensible, insuficiente y oportunista respuesta de la clase política (de todos los colores), y las posturas que creen que esta crisis es oportunidad para el rompimiento del régimen político, cuando la experiencia a nivel mundial muestra que esos fenómenos acaban en modelos todavía más perniciosos para la sociedad.

Las respuestas viscerales a problemas estructurales pueden sonar atractivas, pero casi siempre se quedan en cambios cosméticos que no afectan la esencia de los problemas estructurales que enfrenta nuestro país.

En la raíz de muchos de los problemas que enfrenta el país, se encuentra la corrupción y la falta de un estado derecho. Es la impunidad que se deriva de ello, la que posibilita que autoridades permitan construcciones defecuosas y que las empresas incumplan sus obligaciones legales y, por supuesto, éticas.

La coyuntura posibilita cambios y transformaciones, pero estas tienen que pasar por lo científico, por la atención de las necesidades de la sociedad, por la creación de mecanismos que maximicen el potencial de la solidaridad, por la canalización de recursos para atenuar la desigualdad y que, finalmente, todo ello opere en un marco de absoluta transparencia, que impida que, como en el 85, tengamos una ineficiente experiencia de reconstrucción y con funcionarios y empresarios que se enriquecieron ilegal y amoralmente.

Estamos ante una dolorosa oportunidad de empezar a construir un mejor país y para ello contamos, con el espíritu, la ética y el compromiso de los jóvenes, quienes, como muchos de mis alumnos y exalumnos, colaboradores, hijos de mis amigos y mi propia hija, nos han mostrado de qué está formado el corazón de un gran país.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter:

@martinezsolares

[email protected]

Los efectos de los cambios demográficos en nuestra expectativa laboral

“La edad es algo que no importa, a menos que seas un queso.” Luis Buñuel, realizador cinematográfico.

13 de septiembre de 2017.

Recientemente, noticias como la proporción que las pensiones ocupan en México del presupuesto del gobierno federal para el próximo año, han vuelto momentáneamente a provocar la reflexión sobre el impacto que el envejecimiento la población tiene para el país.

El diagnóstico es en sus temas centrales casi generalizado; pero las acciones que efectivamente se realizan son limitadas cuando no inexistentes.

La combinación en México de una edad de retiro sumamente baja (la mayoría de los países de la OCDE la han aumentado o están en la discusión para hacerlo), un bajo porcentaje de cotización para el retiro y condiciones laborales que disminuyen las contribuciones para la seguridad social; crean un escenario de precariedad para las personas adultas mayores, acentuando las ya de por si graves condiciones actuales, con pensiones sumamente bajas o inexistentes.

Para algunos persiste la visión de que el Estado debe ser responsable único y absoluto de subsanar estas carencias; pero ante ello, conviene recordar la frase de Frederic Bastiat: “A todos los que quieren vivir a expensas del Estado, se les olvida que el Estado quiere vivir a expensas de todos.”

Simultáneamente, la esperanza de vida continúa aumentando y es previsible que en la mayoría de los países este efecto continué por las siguientes décadas acentuando los desequilibrios y afectando, según algunos estudios, la capacidad de crecimiento económico.

En el libro recientemente publicado, “The 100-Year Life: Living and Working in an Age of Longevity”, de Lynda Gratton y Andrew Scott, se plantea que, en los países más ricos, durante los últimos dos siglos, cada año se han agregado tres meses de Esperanza de Vida promedio. Y de mantenerse dicha tendencia, la mitad de los niños que nacen hoy en esos países (o en los sectores de mejor ingreso de países como el nuestro), estarán alcanzando edades cercanas a los 100 años en el futuro.

Un ejemplo ilustrativo que se presenta es comparar una persona nacida en 1945, que trabajaría 42 años y tendrá un retiro de 8; contra una nacida en 1971 que, con una esperanza de vida de 85, trabajaría 44 años y tendrá un retiro de 20 años; mientras que una persona nacida a principios de este milenio, que trabaje durante 44 años, necesitará financiar 35 años de vida en el retiro.

Una de las propuestas del libro es que, ante este escenario, las personas mayores deberán invertir aún en edades avanzadas, en la generación de nuevas habilidades que les permitan continuar generando ingresos.

De ahí que la visión tradicional de una vida en tres etapas: educativa, de empleo y finalmente de retiro, irá perdiendo gradualmente y aceleradamente vigencia.

Y así como hoy se presentan ya, patrones en los que jóvenes adultos presentan comportamientos similares a los que sus padres tuvieron como adolescentes, gradualmente, la que antes se consideraba edad previa para el ingreso la vejez (teniendo como referencia icónica los 50 años), perderá sentido y en esa etapa deberá de continuar y fortalecerse el proceso de aprendizaje y desarrollo de habilidades que preserven y alarguen la duración activa en el mercado laboral.

Para algunos pocos, la capacidad de ahorro, los ingresos construidos algo de la vida (o heredados), serán de tal magnitud que les permitirán enfrentar el reto de madera adecuada. Para la mayoría, sin embargo, incluyendo sectores medios, el reto será mayúsculo y deberá obligar a una reflexión inmediata para evitar que el preludio de la vejez representa el fin de la vida laboral.

No hay Estado ni gobierno que cuente con recursos, aún utilizándolos honesta y adecuadamente, para enfrentar las consecuencias derivadas de esta gran transformación. El mayor peso, estará en responsabilidad personal y las decisiones que desde hoy tomemos.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

 

 

¿Por qué cuesta tanto trabajo cumplir objetivos financieros de largo plazo?

“La madurez se alcanza cuando la persona es capaz de posponer los placeres inmediatos por los valores de largo plazo”. Joshua L. Liebman, escritor y rabino estadounidense.

6 de septiembre de 2017.

Casi todos los objetivos relevantes, incluyendo los financieros, se alcanzan en el largo plazo. Ahorrar para comprar un inmueble, planear la educación de los hijos, estudiar una carrera, bajar de peso o planear el retiro; implican un objetivo de largo plazo, que implica necesariamente pagar costos (ya sea por hacer o dejar de hacer cosas) en el corto plazo.

Una persona deja de comer algunas cosas que le gustan cada día, con el objetivo de alcanzar un peso más sano en cierto número de meses; O deja de gastar en ciertas cosas día a día con el objetivo de constituir un patrimonio para su vejez.

En la mayoría de los casos, se considera que la incapacidad para enfrentar de manera exitosa decisiones de esta naturaleza está relacionada con problemas de autocontrol que limitan la capacidad para frenar o practicar acciones del presente.

Interviene también, sobre todo en temas relacionados con el ahorro futuro, una forma de incapacidad de adecuada percepción de la perspectiva del tiempo, para medir adecuadamente las recompensas futuras. Así, por ejemplo, la mayoría de las personas que se les ofrece decidir entre 1000 pesos hoy o 1150 dentro de un año, tomarán los 1000 pesos hoy, pese a que se les ofrece de forma implícita una tasa de interés de 15% en un año.

Ello ocurre se da mayor ponderación del beneficio en el corto plazo, del que se da al beneficio en el largo plazo, aun cuando este sea en términos relativos mayor.

Sin embargo, otros estudios han demostrado que esta incapacidad para postergar la gratificación presente puede relacionarse también con una respuesta a los resultados que presentamos a lo largo del tiempo, mientras tratamos de mantener nuestra decisión.

En el estudio “Rational Temporal Predictions Can Underlie Apparent Failures to

Delay Gratification”, de McGuire y Kable, se señala otros factores intervienen, sobre todo cuando se trata de decisiones que implican sostener la conducta de manera repetida lo largo del tiempo.

En específico, se refiere a que la probabilidad cambiante que asignamos a cumplir el objetivo deseado puede limitar nuestra capacidad de realmente alcanzarlo.

Imaginemos que una persona se plantea el objetivo de bajar 10 kilos en 5 meses y al empezar considera que tiene una probabilidad elevada de cumplir ese objetivo.

La probabilidad que la persona percibe que tiene de alcanzar el objetivo cambia en el tiempo. En la mayoría de los casos, conforme avanza el tiempo, si no cumple sus metas intermedias, la persona reajusta la probabilidad de que cumpla el objetivo de largo plazo. Si el incumplimiento es sistemático, consecuentemente la probabilidad que asigna a cumplir el objetivo disminuye y ello lleva a que se abandone por completo el esfuerzo.

Algo similar ocurre con los objetivos de ahorro. Una persona que tiene un objetivo de ahorrar un monto específico en algunos años asigna de manera implícita una probabilidad alta de que llegue a esa meta al principio. Pero si los objetivos intermedios no se cumplen, disminuye su percepción de probabilidad de éxito y, más que reajustar sus objetivos, lo más probable es que abandone el esfuerzo.

Por ello, es fundamental que, al establecer objetivos de largo plazo (financieros o de cualquier otra índole), se tenga en cuenta la necesidad de contemplar objetivos intermedios y conductas asociadas, efectivamente alcanzables. Pues sólo alcanzando esos objetivos intermedios de corto y mediano plazo, se mantendrá la percepción de elevada probabilidad de alcanzar el objetivo de largo plazo, y se sostendrá la conducta.

Entender estos fenómenos que inciden en nuestra conducta para sostener decisiones favorables de largo plazo, nos evitará que, como ocurre con excesiva frecuencia, las buenas intenciones se abandonen afectando el bienestar económico futuro de nuestras familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

 

El dinero no hace la felicidad… pero sí la liquidez disponible

 

“Cuando era joven pensaba que el dinero era lo más importante en la vida; ahora que soy viejo, sé que eso es cierto”. Oscar Wilde.

 

Con frecuencia reflexionamos acerca de la relación que existe entre el dinero la felicidad. Se discute si la felicidad puede provenir de lo material o está en algún sentido a ello.

En el plano académico se trata de un tema que se ha estudiado desde muy diversos enfoques y perspectivas.

En algunos casos se ha medido la relación entre la riqueza de un país (medida en términos de su producto per cápita) y la felicidad promedio que puede medirse en encuestas entre sus habitantes. En otros casos, se ha medido de manera puntual el efecto que tiene el ingreso en la percepción de bienestar y de felicidad.

En este sentido, estudios como “Negative Emotions, Income, and Welfare: Causal Estimates from the PSID, de David Clingingsmith”, encontraron de forma medible una correlación en la que se aprecia que la felicidad aumenta en tanto aumenta el nivel de ingreso, pero que, después de cierto nivel de ingreso la relación se debilita y posteriormente desaparece. Dicho de otra manera, el dinero si produce felicidad, pero después de cierto nivel, muchísimo dinero no garantiza muchísima felicidad.

Mas recientemente, en el estudio “How Your Bank Balance Buys Happiness: The Importance of “Cash on Hand” to Life Satisfaction”, de Ruberton, Gladstone y Lyubomirsky, se analizó y midió la felicidad y bienestar subjetivo declarado a través de encuestas, comparando esos resultados con la información de estados de cuenta en los que se medía de forma puntual la disponibilidad y liquidez de sus recursos que las personas tenían en sus cuentas.

Se trató así de encontrar la relación entre la precepción de felicidad y bienestar, con la disponibilidad de recursos; esto es, con la liquidez disponible. Ello, analizando el efecto con independencia del nivel de ingreso total, el tipo de inversiones y con el nivel de endeudamiento de las personas.

Se encontró en el análisis, que la riqueza medida exclusivamente por la disposición de recursos líquidos en las cuentas de las personas, tiene una correlación significativa con la percepción positiva que manifestaron acerca de su bienestar financiero y que esta a su vez era un claro predictor del nivel de satisfacción general de las personas.

Los resultados del estudio son además relevantes porque dicho efecto se percibe incluso a diferentes niveles de ingreso y de endeudamiento. Ello implica por ejemplo que personas con distintos niveles de ahorro no líquido (por ejemplo, ahorros para el retiro), mostraban similares niveles de percepción de bienestar si eran similares los niveles de recursos líquidos que tenían disponibles.

Ello se explica, en cierta forma, porque como lo muestran destinos estudios de neurociencia y neuropsiquiatría y neuroecoomía, la configuración de la conducta a nivel cerebral lleva a que las personas tengamos una marcada orientación hacia las recompensa y estímulos de corto plazo.

Por ello, considerando el ejemplo anterior, aun teniendo un ahorro patrimonial de largo plazo que de manera objetiva nos de tranquilidad y una mayor certeza de bienestar económico en el futuro, en el corto plazo nuestra percepción de bienestar está condicionada por la disponibilidad de recursos inmediatos que tenemos y que creemos pueden permitirnos atender mejor nuestras necesidades inmediatas.

Similar efecto se encontró a diferentes niveles de ingreso total de las personas e incluso de diferentes niveles de endeudamiento. En este último caso en particular, también las diferencias de endeudamiento se perciben más como obligaciones de largo plazo que pesan menos en la percepción de bienestar que los recursos disponibles de inmediato.

Reconocer esta propensión de corto plazo es importante, para balancear adecuadamente las necesidades (y percepción de bienestar) de corto plazo, con las importantísimas necesidades patrimoniales de mediano y largo plazo; que son las que, a la larga, determinarán nuestro bienestar general y financiero en una parte importante de nuestras vidas.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

 

 

Aspectos relevantes de las diferencias de género en los patrones de endeudamiento

“Puede ser el gallo el que canta, pero es la gallina la que pone los huevos.” Margaret Tatcher, ex primera ministra del Reino Unido.

 

9 de agosto de 2017.

Existe la percepción generalizadas acerca de que existen diferencias específicas en la conducta de gasto y, consecuentemente, de endeudamiento, entre géneros. Sin embargo, algunas de estas percepciones se fundamentan en visiones equivocadas.

Muy frecuente se supone que las mujeres compran más. Ello no necesariamente es cierto. Esta percepción se deriva fundamentalmente del hecho de que las mujeres tienden a sobre analizar sus decisiones de compra y ello, en términos de tiempo dedicado, las hace parecer que pasan más tiempo comprando.

Por el contrario, existe una propensión a mayor impulsividad en la compra por parte de los hombres, lo que hace que, estadísticamente, en muchos rubros, sean los que gasten más; aun cuando lo hagan en un espacio de tiempo más reducido.

Incluso cuando se ajustan los datos en función de quien ocupar la posición de jefe de familia, se sigue presentando una mayor propensión de compra en los hombres.

En algunos casos se supone que dichas diferencias provienen fundamentalmente de una mayor disposición de recursos por parte de los hombres. Efectivamente, existe en promedio una sensible mayor proporción de recursos disponibles para los hombres, la cual se deriva de una menor participación relativa de las mujeres en la fuerza laboral (particularmente en países como México); tendencia que también se ve además lamentablemente reforzada por la discriminación que genera diferencias relevantes en el ingreso promedio de mujeres respecto de los hombres, a trabajos similares realizados. Pero descontando esas diferencias, como proporción de los ingresos, los hombres siguen gastando más.

Al margen de ello, las tendencias de la naturaleza del gasto varían también por género. Existe una tendencia documentada de que, tratándose de mujeres, en promedio una proporción mayor de su gasto se orienta a temas relacionados con el bienestar de la familia.

Derivado de lo anterior, las características del endeudamiento en hombres y mujeres son también diferentes. En muchos casos, el origen de la deuda –

Mecanismos para enfrentar el endeudamiento extremo de las familias

“La vida en hogar deja de ser libre y hermosa tan pronto como se funda en el préstamo y la deuda.” Henrik Ibsen, dramaturgo noruego.

El concepto de Financial Distress se utiliza en la investigación sobre el comportamiento financiero, pare medir la “angustia” o (a falta de una mejor traducción) los “apuros” financieros que sufre una familia ante su incapacidad para hacer frente de manera adecuada a sus obligaciones financieras periódicas.

Se trata de una condición que enfrenta un elevado porcentaje de las familias en México y que se encuentra típicamente asociada a restricciones de liquidez disponible, que se manifiestan en la incapacidad o por lo menos dificultad relevante, para enfrentar sus compromisos de pago.

En la mayoría de los casos, esta condición se deriva de una combinación entre ingresos bajos y, más relevantemente, de la contratación de un endeudamiento excesivo en relación con la capacidad de pago. Frecuentemente, la presión se deriva de haber seleccionado, a veces de manera forzada, mecanismos o vehículos de endeudamiento de condiciones poco favorables, lo que aumenta la presión sobre el flujo disponible en el tiempo.

Otra condición que normalmente contribuye a la generación de ese “apuro” financiero, se refiere a episodios coyunturales que absorben una parte del gasto del ingreso disponible y que consecuentemente ponen una presión extra y que pueden manifestarse tanto como gastos no planeados excesivos (como por ejemplo fiestas familiares) o, con frecuencia, como episodios relacionados con accidentes o temas de salud, que merman el ingreso disponible o provocan la contratación de deuda de corto plazo no planeada.

En el estudio Targeted Debt Relief And The Origins Of Financial Distress: Experimental Evidence From Distressed Credit Card Borrowers (Alivio dirigido a la Deuda y los orígenes del “apuro” financiero), de Will Dobbie y Jae Song, publicado este mes en el National Bureau of Economic Research, se trató de analizar dos condiciones que típicamente utilizan las empresas financieras como mecanismos para apoyar a las familias a restructurar deudas de corto plazo como son las tarjetas de crédito. Se trata de acciones que se llevan a cabo, no con un puro afán de auxilio, sino reconociendo que es preferible asumir una reducción relativa de la deuda que el cliente caiga en una situación de total impago.

Los dos modelos típicos que se utilizan son; en primer término, esquemas de reducción de corto plazo que disminuyen los montos de pago mensual y, en segundo lugar, la reducción del monto total del endeudamiento en la parte final del mismo.

Típicamente, se considera que los apoyos asociados a una reducción en el corto plazo de los montos de servicio a la deuda tienen una mejor recepción y resultados, porque apoyan a disminuir la presión existente en falta de liquidez de corto plazo. Sin embargo, el estudio mencionado probó que, analizando la conducta futura de las familias, estadísticamente se muestra un mejor comportamiento futuro con las acciones enfocadas en la reducción del monto de endeudamiento futuro.

Lo anterior puede llevarnos a suponer que, cuando encontramos un mecanismo que nos resuelve (aun cuando sea parcialmente) la obligación de corto plazo, a través de la reducción de los pagos de servicio a la deuda, no se provoca un cambio en la conducta de largo plazo del deudor, que lleve a una mejor planeación financiera.

En cualquier caso, las familias deben aprovechar los mecanismos existentes que les permitan reducir la presión sobre su liquidez de corto plazo, pero siempre con el objetivo último de crear condiciones para una administración más sana de su endeudamiento total.

Las familias que logran mantener un control adecuado de sus niveles de endeudamiento y de la proporción de su liquidez mensual que destinan al pago de servicio de la deuda son, en el mediano y largo plazo, las que más pueden asegurar su bienestar financiero futuro.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

 

Los retos económicos de los Millenials

“La arrogancia de la edad debe someterse a ser enseñada por los jóvenes”. Edmund Burke, escritor y político británico.

La generación de los llamados Millenials; las personas nacidas aproximadamente a principios de los años ochentas y hasta 2004; son frecuentemente criticados por las generaciones de mayor edad.  Muchas de las crírticas se refieren a que son una generación profundamente hedonista y centrada en la satisfacción del aquí y ahora. La frase You Only Live Once (YOLO), o “sólo se vive una vez”, es usada como el ejemplo de una visión cortoplacista y que parece no reconocer las necesidades de prever los retos del futuro.

Sin embargo, se trata de una de las generaciones que en los últimos 80 años ha enfrentado los retos más complejos en casi todos los temas.

Si bien efectivamente gozan de beneficios asociados a la disposición de más tecnología que ninguna generación previa, la realidad es que enfrentan, por un lado, el agotamiento de la mayoría de los modelos institucionales en casi cualquier área de la actividad humana. En lo político, enfrentan instituciones que, con evidencia probada, existen razones probadas para no confiar en ellas. Perciben cotidianamente el limitado alcance transformador que tienen esas instituciones su actual incapacidad para canalizar las necesidades de cambio de buena parte de la sociedad. El acceso a tecnología tiene como contraparte que muchos empleos se peirden precisamente por el avance de la misma.

En lo económico, enfrentan modelos que desde hace décadas muestran ser ineficientes. El nivel de desigualdad grave y hoy, la mayoría de los jóvenes del mundo y especialmente los de países como México, enfrentan condiciones de inserción al mercado laboral extraordinariamente negativas.

Los salarios de acceso de un joven profesionista al mercado laboral son, en términos reales, de los más bajos de la historia reciente y, especialmente en México, están en niveles que claramente no alcanzan a satisfacer las necesidades de jóvenes que, aspiran de manera legítima tener el mismo nivel de bienestar que tuvieron sus propios padres.

Existe un propuesta de modelo demográfico desarrollada por Howe y Strauss, que plantea que existe en crisis actual, porque periódicamente se repiten ciclos en los que una generación enfrenta el rompimiento de los modelos existentes previos. De acuerdo a dicho modelo, los Millenials enfrentan precisamente ese quiebre y son ellos los que estarán pagando los costos hacia el futuro.

Pero si bien el panorama es en muchos sentidos desalentador, ello no debe eximir de la responsabilidad individual que tienen los jóvenes para que, en medio de un entorno adverso, busquen establecer condiciones que, en cada caso, les permitan enfrentar de mejor manera este complejo escenario futuro.

Para muchos, los modelos tradicionales de educación muestran su agotamiento, pero sin dejar de tener algo de razón, la realidad es que la eduación sigue siendo el único vehículo para mejorar las condiciones de vida en el futuro. Evidentemente, distintas áreas del conocimiento humano requieren de adecuaciones diferetnes, pero la eduación es y continuará siendo indispensable.para el desarroloo profesional de cada joven en el futuro.

Entendiendo que, ante un entorno incierto, en el que se tiene desconfianza en las instituciones económicas políticas y sociales, la necesidad de prever es fundamental.

Hoy además, los jóvenes están alejados de muchos procesos en los que desconfían, pero en los cuales conviene llevar su voz para ejercer los cambios que en el futuro les favorezcan.

De no hacerlo; de seguir manteniendo una visión de corto plazo, estarán no sólo siendo afectados por un entorno que ellos no crearon, sino además dejando ejercer su responsabilidad personal para mejorar la probabilidad de alcanzar el bienestar financiero futuro.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

Como pueden los incentivos conductuales modificar las decisiones de aseguramiento

“La conducta es el espejo en que cada quien muestra su verdadera imagen” Johann Wolfgang von Goethe

La decisión de contratación de seguros, de todo tipo, representan para la mayoría de las personas una cierta forma de conflicto. Se tiene la idea de que el seguro es un mal necesario o qué es el producto que “prefieres tenerlo y no usarlo, a necesitarlo y no tenerlo”.

Parte de esta visión, se debe a una imagen negativa en muchas personas que creen que las aseguradoras incrementan sus ganancias a través de negar el reclamo de las pólizas o de estimar los riesgos de manera favorable para la aseguradora y no para los contratantes.

Ello, sumado a temas de baja capacidad económica, se suman para provocar que, en países como el nuestro, exista un bajo nivel cobertura en distintos productos de aseguramiento y en general una cultura mínima de aseguramiento.

En México, se estima que solo cerca de un tercio de los automóviles cuentan con seguro automotriz y que menos de una quinta parte de la población económicamente activa cuenta con un seguro de vida.

El comportamiento de la mayoría de las compañías de seguros es similar, enfocándose en mostrar a las personas la necesidad de protegerse frente a contingencias y utiliza similares canales de distribución para sus seguros.

Pero ahora, una empresa en Estados Unidos está utilizando mecanismos de refuerzo conductual para provocar una mejor respuesta de parte de los potenciales clientes sujetos de aseguramiento. El Jefe del Área de Comportamiento de la aseguradora es un afamado economista conductual, Dan Ariely.

Uno de los elementos que utiliza de forma inicial es, precisamente, retomar y hacer explícitos todos argumentos negativos que la mayoría de la población percibe sobre los seguros. Se trata de un ejercicio que busca provocar entre los potenciales consumidores, el efecto de mostrarse como una empresa más aliada con el consumidor, que con las compañías de seguros tradicionales.

La compañía utiliza demás un mecanismo conductual muy conocido, conocido como principio de las normas sociales, el cual lleva las personas a buscar vincularse con comportamientos que considera socialmente aceptados.

La empresa, utiliza para ello un sistema mediante el cual clientes nominan a instituciones de caridad al contratar su póliza y una parte de las utilidades obtenidas de las primas de todas las personas que eligieron a la misma asociación, se entrega como donativo al final del año.

Otro elemento conductual que están utilizando, es que la presentación de los reclamos no se realiza través de formatos en papel, si no través de la grabación por el asegurado, de un pequeño vídeo de un minuto en el cual el reclamante expresa en sus términos el motivo del reclamo del seguro.

Se presume que la creación que este mecanismo “cara cara” disminuye la proclividad de las personas para presentar reclamos fraudulentos y, a su vez, permite a la aseguradora identificar a través de micro expresiones faciales potenciales reclamos falsos.

Por las características de los productos de esta empresa, que vende directo vía online, su mercado objetivo es fundamentalmente jóvenes millenials, que típicamente rechazan a las compañías tradicionales de seguros o que nos son contactados por estas partiendo de la premisa de que no son clientes reales potenciales.

Éste es un ejemplo claro, de cómo la utilización de las herramientas de la economía conductual puede permitir crear mejores productos financieros más adecuados para ciertos grupos de personas y, simultáneamente, incrementar la efectividad del negocio.

Cada día veremos en el futuro más empresas que se apoyen en esos mecanismos para atender una población que, por la complejidad del mundo que enfrenta, encuentran menos aceptables los productos financieros tradicionales.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

 

La importancia de la confianza en la contratación de productos financieros

“Nunca inviertas en un negocio que no entiendes”. Warren Buffet, inversionista estadounidense

Para las personas promedio – ahorradores, inversionistas, familias, jóvenes o adultos – los productos financieros que contratan tienen, en muchos casos, un cierto nivel de componentes que les son desconocidos.

En algunos casos, este desconocimiento se deriva de la falta de claridad explícita a nivel de venta y contractual, en los servicios que contratamos. En ocasiones, por ejemplo, cuentas aparentemente básicas de cheques, presentan una enorme cantidad de información adicional relacionada con cobro de comisiones, cargos por consultas y otros factores que pueden terminar por afectar el beneficio potencial del producto financiero.

En otros casos, se trata de productos que por las características técnicas que determinan su funcionamiento, escapan en muchos casos al conocimiento de quienes contratan dichos servicios. Así, por ejemplo, existen hoy sociedades inversión que como resultado de las características de los activos financieros en que se invierte, pueden presentar comportamientos que, para el inversionista promedio resultan desconocidas, provocando en ocasiones sorpresas dada la poca comprensión que se tiene sobre sus condiciones reales de operación y, consecuentemente, de sus resultados.

Un ejemplo se da con ciertas sociedades inversión o instrumentos de los (mal) llamados de renta fija. Hoy, estos instrumentos, cuya denominación correcta es de instrumentos de deuda, genera para el inversionista una percepción de retornos garantizados y asegurados en el tiempo, sin que se conciba la posibilidad de variaciones a la baja en el patrimonio invertido.

Sin embargo, en distintos momentos, derivado de las fluctuaciones que las tasas de interés pueden mostrarse como resultado de ajustes internacionales (derivados por ejemplo de los cambios en la tasa de referencia en Estados Unidos) o de modificaciones en la política económica interna (derivados de los ajustes que hace Banco de México), pueden presentarse en momentos de volatilidad que provoquen minusvalías; reducciones al patrimonio neto ahorrado, que son incomprensibles para muchas personas.

Existen fenómenos que en este sentido pueden resultar contra intuitivos. Por ejemplo, los recursos invertidos en un instrumento de inversión a un a una tasa fija, como muchos de los instrumentos de deuda, puede verse afectados a la baja en momentos en que las tasas suben; beneficiándose, por el contrario, cuando se producen movimientos de tazas hacia la baja.

En el estudio The role of trust in financial customer–seller relationships before and after the

financial crisis, de T. Hansen, se determinó que, para la mayoría de los consumidores de servicios financieros, resulta más relevante su percepción de satisfacción con un producto financiero, que la confianza que el mismo servicio o proveedor del servicio les provoca.

Ello, si bien es explicable, también puede resultar peligroso. Si un consumidor de servicios financieros no cuenta con información adecuada que le genere un adecuado nivel de confianza sobre el producto que contrata, puede tener la falsa percepción de satisfacción de corto plazo, sin que entienda los riesgos o costos implícitos o no evidentes que a la larga afectan su patrimonio.

De ahí la importancia que, como ahorradores, conozcamos lo más puntualmente posible cuáles son las características técnicas y de operación de los productos financieros que contratamos; en particular de aquellos que de manera puntual afectarán el desempeño de nuestra inversión: el nivel de tasa, las condiciones de contratación general, el nivel de riesgo; deben ser reconocidas de antemano y comprendidas a cabalidad.

Existen fenómenos conductuales que muestran que, en periodos de bajas tasas de interés, las personas tienden a disminuir su aversión al riesgo y en ocasiones incurren en inversiones arriesgadas tratando de ganar un rendimiento mayor sin conocer cabalmente el alcance del riesgo adicional que asumen.

Escoger únicamente una satisfacción de corto plazo y sin conocer y media la confianza en un servicio financiero, puede provocar a la larga descalabros patrimoniales de consecuencias negativas para las familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

 

La importancia de la confianza en la contratación de productos financieros

“Nunca inviertas en un negocio que no entiendes”. Warren Buffet, inversionista estadounidense

Para las personas promedio – ahorradores, inversionistas, familias, jóvenes o adultos – los productos financieros que contratan tienen, en muchos casos, un cierto nivel de componentes que les son desconocidos.

En algunos casos, este desconocimiento se deriva de la falta de claridad explícita a nivel de venta y contractual, en los servicios que contratamos. En ocasiones, por ejemplo, cuentas aparentemente básicas de cheques, presentan una enorme cantidad de información adicional relacionada con cobro de comisiones, cargos por consultas y otros factores que pueden terminar por afectar el beneficio potencial del producto financiero.

En otros casos, se trata de productos que por las características técnicas que determinan su funcionamiento, escapan en muchos casos al conocimiento de quienes contratan dichos servicios. Así, por ejemplo, existen hoy sociedades inversión que como resultado de las características de los activos financieros en que se invierte, pueden presentar comportamientos que, para el inversionista promedio resultan desconocidas, provocando en ocasiones sorpresas dada la poca comprensión que se tiene sobre sus condiciones reales de operación y, consecuentemente, de sus resultados.

Un ejemplo se da con ciertas sociedades inversión o instrumentos de los (mal) llamados de renta fija. Hoy, estos instrumentos, cuya denominación correcta es de instrumentos de deuda, genera para el inversionista una percepción de retornos garantizados y asegurados en el tiempo, sin que se conciba la posibilidad de variaciones a la baja en el patrimonio invertido.

Sin embargo, en distintos momentos, derivado de las fluctuaciones que las tasas de interés pueden mostrarse como resultado de ajustes internacionales (derivados por ejemplo de los cambios en la tasa de referencia en Estados Unidos) o de modificaciones en la política económica interna (derivados de los ajustes que hace Banco de México), pueden presentarse en momentos de volatilidad que provoquen minusvalías; reducciones al patrimonio neto ahorrado, que son incomprensibles para muchas personas.

Existen fenómenos que en este sentido pueden resultar contra intuitivos. Por ejemplo, los recursos invertidos en un instrumento de inversión a un a una tasa fija, como muchos de los instrumentos de deuda, puede verse afectados a la baja en momentos en que las tasas suben; beneficiándose, por el contrario, cuando se producen movimientos de tazas hacia la baja.

En el estudio The role of trust in financial customer–seller relationships before and after the

financial crisis, de T. Hansen, se determinó que, para la mayoría de los consumidores de servicios financieros, resulta más relevante su percepción de satisfacción con un producto financiero, que la confianza que el mismo servicio o proveedor del servicio les provoca.

Ello, si bien es explicable, también puede resultar peligroso. Si un consumidor de servicios financieros no cuenta con información adecuada que le genere un adecuado nivel de confianza sobre el producto que contrata, puede tener la falsa percepción de satisfacción de corto plazo, sin que entienda los riesgos o costos implícitos o no evidentes que a la larga afectan su patrimonio.

De ahí la importancia que, como ahorradores, conozcamos lo más puntualmente posible cuáles son las características técnicas y de operación de los productos financieros que contratamos; en particular de aquellos que de manera puntual afectarán el desempeño de nuestra inversión: el nivel de tasa, las condiciones de contratación general, el nivel de riesgo; deben ser reconocidas de antemano y comprendidas a cabalidad.

Existen fenómenos conductuales que muestran que, en periodos de bajas tasas de interés, las personas tienden a disminuir su aversión al riesgo y en ocasiones incurren en inversiones arriesgadas tratando de ganar un rendimiento mayor sin conocer cabalmente el alcance del riesgo adicional que asumen.

Escoger únicamente una satisfacción de corto plazo y sin conocer y media la confianza en un servicio financiero, puede provocar a la larga descalabros patrimoniales de consecuencias negativas para las familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

El uso de finanzas conductuales para determinar nuestro perfil de riesgo

“Vivir constantemente en riesgo, es saltar del acantilado y fabricar las alas en la caída.” Ray Bradbury, escritor estadounidense de ciencia ficción.

 

La mayoría de los mecanismos que siguen las empresas financieras para determinar el perfil de riesgo de sus potenciales inversionistas, están asociados a capturar, a través de una serie de preguntas, cuáles son sus expectativas sobre el rendimiento a obtener en el tiempo, sobre los horizontes de inversión temporales con los que se sienten más cómodos y sobre los niveles máximos de potencial pérdida tolerables.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, este tipo de mecanismos dejan frecuentemente fuera factores fundamentales para analizar el verdadero perfil de riesgo de las personas.

Suponen en la mayoría de los casos, que una foto del perfil actual puede servir para determinar las características de aversión al riesgo en el futuro. La evidencia experimental muestra que, condiciones cambiantes del entorno, pueden modificar nuestra percepción de riesgo, haciendo que las condiciones que en un momento nos parecen aceptables, no lo sean en otro.

En este mismo sentido, estudios con realizados por los Premio Nobel de economía Kahneman y Tversky, muestran que las personas cambiamos nuestro perfil de riesgo incluso de manera coyuntural, específicamente ante situaciones de pérdida o ganancia que modifican el marco de referencia que, a nivel conductual, determinar nuestras decisiones frente a riesgos financieros.

A nivel mundial, cada día es más frecuente encontrar empresas financieras que utiliza mecanismos análisis conductual para determinar los verdaderos perfiles de riesgo de las personas.

A partir de la crisis de 2008 y a la fecha, hemos presenciado primero una enorme reducción de riqueza producto de la crisis y volatilidad financiera y, más recientemente, una larga época de auge y crecimiento (aunque con volatilidad) de las inversiones.

Existen estudios empíricos que muestra que después, tanto de periodos de crisis como de crecimiento acelerado, el nivel de respuesta conductual varía; pudiendo acentuarse ante nuevos periodos de incertidumbre.

Después de un periodo de marcado crecimiento de los mercados financieros, con crecimientos de la mayoría de los indicadores bursátiles, es previsible que en algún momento del futuro se genera una corrección que podrá provocar cambios en la conducta de percepción de riesgo de los inversionistas y eventualmente llevarlos a tomar decisiones inadecuadas.

En el documento Risk Profiling Through Behavioral Finance Lens, preparado para el CFA Institute por Michael Pompian, se trata de determinar un mejor método para analizar el perfil de riesgo de las personas.

El autor recupera una caracterización que había realizado en estudios previos, en donde se describen dos tipos de sesgos conductuales extremos. Por un lado, están los sesgos cognitivos, que se refieren aquellos que se derivan de errores en el manejo de la memoria y la información; así como del procesamiento que hacemos de esta y que derivan en razonamientos fallidos. Estos sesgos, a su vez, pueden subdividirse en sesgos asociados con la incapacidad para modificar las creencias propias y la información que consideramos válida y, los sesgos de procesamiento de información, que nos llevan a analizar incorrectamente la información de que disponemos para la toma de decisiones.

En el extremo contrario están los sesgos emocionales, que se derivan de cómo las emociones afectan negativamente el proceso de razonamiento y nuestra capacidad para la toma de adecuadas decisiones financieras.

La recomendación que se deriva es en primer término para los asesores inversiones, en el sentido de que deben de tomar en consideración este tipo de sesgos para analizar las

recomendaciones más adecuadas para sus propios clientes y la forma en que estas se les presenten. Ello, para disminuir el potencial efecto negativo de estos sesgos, particularmente en momentos de incertidumbre y volatilidad financiera, que los lleven a tomar decisiones que los afecten negativamente.

Los asesores financieros, pero sobre todo las personas que buscan tomar decisiones financieras favorables, es fundamental reconocer, antes de enfrentar situaciones de incertidumbre y volatilidad, qué tipo de sesgos pueden afectar sus decisiones; para estar prevenidos y evitar que las decisiones de corto plazo que tomen en esos entornos, comprometan su futuro bienestar financiero.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

 

 

Algunos factores que determinan la capacidad de administración financiera en las familias

“Debemos lograr que nuestra preocupación anticipada se convierta en análisis y planeación anticipada.”  Winston Churchill

31 de mayo de 2017.

La mayoría de las familias enfrentan escenarios financieros en los que se ven obligadas a tomar decisiones sobre la asignación de recursos escasos para fines diversos; así como tomar decisiones respecto del consumo presente contra el consumo futuro, que están asociadas con el ahorro y la obtención de crédito.

Pero, ¿qué elementos llevan a que, aún con características similares de ingreso, distintas familias tomen decisiones diferenciadas?

En el estudio “Antecedentes y consecuencias de la administración financiera de los hogares de sectores medios bajos en Brasil”, los investigadores Ana Paula S.C. Miotto y Juracy Parente, a través de dos estudios complementarios (tanto cualitativos como cuantitativos), trataron de entender la forma en que las familias administran sus finanzas del hogar.

Como resultado del deterioro de los ingresos reales de las familias (que en México se derivó de los recuentes episodios inflacionarios de los 70´s, 80´s y mediados de los 90´s), se generó un proceso acelerado de crecimiento del endeudamiento, una contracción y limitación de la capacidad de ahorro y consecuentemente, la generación de una preocupación por el efecto negativo que ello tiene sobre el bienestar de las familias.

El estudio buscó analizar algunas características de personalidad que, de acuerdo a la literatura económica, podrían tener un efecto específico sobre la conducta financiera de planeación de las familias. En el artículo que  resume las conclusiones del estudio, se entiende a la administración financiera del hogar como el conjunto de decisiones relacionadas con la realización de compras o las decisiones relacionadas con la contratación de productos financieros, que de manera individual o agregada y con el tiempo, generan comportamientos financieros habituales, los que a su vez son frecuentemente determinados por las características personales, las habilidades y las actitudes de quien o quienes toman las principales decisiones financieras en el hogar.

Estas decisiones son particularmente relevantes en sectores de menores ingresos, porque en estos, una sola decisión de compra o una sola decisión de endeudamiento de largo plazo, puede tener un efecto grave y definitivo sobre el bienestar financiero de las familias.

El estudio establece un marco conceptual que plantea que dos de los elementos centrales que determina las decisiones financieras son la capacidad de establecer un presupuesto de seguimiento mental (la habilidad y capacidad para registrar mentalmente los gastos e ingresos aproximados de la familia) y la habilidad de administración financiera; constituyendo ambas el fundamento de la administración financiera del hogar.

A su vez, este conjunto de elementos es determinados por características socio demográficas como el momento del ciclo de vida que se encuentra cada familia y el nivel educativo (siendo este último el de mayor incidencia en conductas como el ahorro). También es influenciada por elementos de la personalidad, como la capacidad de autocontrol (que está directamente relacionada con la forma en la que gastamos), la preferencia por el crédito (como mecanismo para adelantar consumo futuro al presente) y la propensión personal para la planeación.

Adicionalmente, particularmente entre sectores socioeconómicos medios y bajos, el surgimiento de eventos críticos pueden alterar y modificar la estructura de planeación y administración financiera de las familias. Ejemplo de ello son perdidas empleo o enfermedades, que generan graves desequilibrios de largo plazo.

El estudio concluye señalando, que la industria financiera podría contribuir a mejorar las condiciones de administración financiera de los hogares a través de facilitar la comprensión simplificada de la conducta financiera pasada. Un ejemplo, sería la inclusión en los estados de cuenta de la información histórica de gasto en tarjetas de crédito, que permite identificar qué porcentaje del endeudamiento está solamente adelantando consumo futuro, sin generar valor para las familias.

Para las familias, entender los elementos que las llevan a tomar malas decisiones en la administración financiera, es fundamental para empezar a tomar acciones que les permiten asumir el control de su futuro bienestar.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

El estado de la educación como inversión en América Latina

“La educación es el pasaporte al futuro, porque el mañana pertenece a los que se preparen para él desde hoy.” Malcolm X

 

24 de mayo de 2017.

La semana pasada el Banco Mundial presento en México el resultado de una investigación relativa al estado de la educación superior en América Latina y el Caribe. Se trata de un documento de gran importancia, porque analiza cuáles la evolución de la educación superior y su impacto en términos de ingresos para la sociedad, especialmente para los sectores de menor ingreso.

El documento destaca que América Latina ha presentado una expansión extraordinaria de la educación superior, particularmente entre los sectores de menor nivel de ingreso. El acceso a la educación ha crecido de tal forma, que la tasa promedio de la matrícula pasó de 21% en el año 2000 al 43% en el 2013.

El estudio se centra fundamentalmente en un aspecto crítico: cuales son los retornos financieros que tienen los estudiantes por contar con educación superior; específicamente en el caso de la educación privada, cuyos costos requieren ser recuperados por los propios estudiantes y sus familias.

El crecimiento en el acceso a la educación superior está favoreciendo a los sectores menores ingresos, pero aún persiste una notoria desigualdad en términos de acceso absoluto para los sectores de mayor nivel de ingreso en cada país. Un joven que pertenece al 20% superior de la distribución de ingresos, tiene una probabilidad de 45 puntos porcentuales más de probabilidad de acceder a la educación superior, que los jóvenes que provienen de los sectores de menor nivel de ingreso.

Otro elemento importante, se refiere a que la evidencia muestra que existen grandes diferencias en términos de la rentabilidad futura de la educación, para efectos de la recuperación – a través de salario en el empleo – dada la diversidad y diferencias en empleabilidad que tienen las distintas carreras y áreas de estudio.

Una de las grandes carencias existentes hoy, es la información adecuada para padres y futuros estudiantes, que les permitan decidir con mayor claridad, cuáles son las carreras que además de adaptarse mejor a sus condiciones personales y de perfil, pero que simultáneamente tienen mejores expectativas en términos una rápida inserción del mercado laboral y una expectativa salarial inmediata y en el tiempo, adecuada para garantizar el retorno de su inversión educativa.

El tema se vuelve más importante, por el crecimiento acelerado que tiene el sector privado en la educación superior. Como resultado de las restricciones presupuestales que enfrentan la mayoría de los países, la posibilidad de incrementar los espacios de educativa pública se ha visto limitada.

Otro dato relevante del estudio es que la expansión de la educación (especialmente la privada), no necesariamente se ha visto aparejada con una expansión de la calidad de la misma.

La deserción sigue teniendo como componentes importantes la capacidad económica de las familias, pero también, en muchos casos, la percepción de los estudiantes sobre la poca contribución a su desarrollo profesional futuro que los programas de estudio les brindan.

Finalmente, si bien ha aumentado la diversidad de instituciones que ofrecen educación superior, con distintos esquemas y capacidades técnicas y educativas, en América Latina aún no se presenta una diversificación clara en términos de las áreas de conocimiento. La mayoría de los jóvenes siguen concentrándose en áreas de estudio que, en muchos casos, no tendrán retornos relevantes por su inversión y en otros presentan panoramas poco favorecedores para los mercados laborales en la región.

Probablemente la conclusión más relevante del documento, es la necesidad de que las familias y los futuros jóvenes universitarios, asuman con mucha mayor responsabilidad el estudio de las alternativas que se les presentan y planeen con adecuada anticipación los costos inherentes a la educación, lo que les permitirán acceder a una educación de calidad, que se traduzca en un desarrollo profesional posterior pleno.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

 

 

 

Madre sólo hay una (e importa mucho para la educación financiera)

“El amor de madre es felicidad, es paz; no necesita ser adquirido, no necesita ser merecido.” Erich Fromm, psicoanalista, psicólogo y filósofo.

El papel de la madre en educación de los niños ha sido ampliamente estudiado. Mucha de la investigación apunta a que su contribución tanto en la formación como el desarrollo posterior de los niños es más relevante incluso que la de los padres.

Una investigación desarrollada por Joan L. Luby, psiquiatra de la escuela de medicina de la Universidad de Washington en San Luis, relaciona el apoyo de las madres hacia los hijos en la primera infancia, incluso con cambios físicos en el desarrollo del hipocampo, que se reflejan en la posterior capacidad de aprendizaje, de memoria y de respuesta ante el estrés. El estudio partió de estudiar los cerebros de niños mediante imagen de resonancia magnética desde su infancia temprana hasta la adolescencia.

También se ha encontrado que el papel que las madres juegan en la socialización del conocimiento relativo decisiones financieras es trascendental para la formación de las conductas de los niños, cuando estos alcanzan la adolescencia y posteriormente en la vida adulta.

En una encuesta realizada en abril de 2011 en Estados Unidos, se encontró que las madres son mencionadas ligeramente por encima de los padres como la influencia más significativa en la obtención de conocimiento y creación de hábitos financieros. Ello se deriva en gran medida, de que en muchos casos las madres son las tomadoras de decisiones cotidianas sobre los temas de gasto en el hogar, si bien, tratándose de temas de mayor significancia económica, la contribución del padre se acrecienta.

Otros estudios demuestran que esta relación se hace particularmente más fuerte entre hijas respecto de sus madres, en donde estas últimas se convierten en el principal soporte para obtener conocimiento y sabiduría financiera.

En el estudio “El rol de las madres en la socialización económica del comportamiento de ahorro de los adolescentes polacos”, realizado por Trzcinska y Goszczynska, se encontró a partir de un análisis de correlación y regresión estadística, que las actitudes más importantes para la formación de hábitos y comportamientos relacionados con el ahorro, provienen primordialmente de las madres y que ese conocimiento, de manera explícita o implícitamente través del ejemplo, expresado en conducta de ahorro en la familia, es más importante para la formación de actitudes futuras en los niños, que la propia enseñanza formal de los temas económicos.

Lo anterior, implica que simultáneamente debemos reconocer en nuestras madres, el peso específico que desempeñan y desempeñaron – consciente o inconscientemente – en la formación de nuestra capacidad de toma decisiones financieras y, en un sentido más amplio, en nuestra capacidad de aprender y enfrentar el entorno, incluyendo aquél que afecta e influye en nuestra vida financiera.

El apoyo a los niños (no confundir con solapar estimados padres y madres de millenials), específicamente en el desarrollo de su capacidad de análisis, ejercicio, practica y autocrítica en las decisiones financieras; la muestra a través del ejemplo y la incorporación temprana de prácticas relacionadas con la vida financiera futura (por ejemplo, en el ahorro), son cruciales para el futuro de los niños.

Simultáneamente, particularmente en el caso de aquellas mujeres que recién se incorporan a la maternidad o las que con plena libertad en el futuro desean hacerlo, es importante que comprendan la relevancia que su actitud, su ejemplo y la vinculación y apoyo que mantengan hacia sus hijos, en gran medida determinarán su capacidad futura para alcanzar el bienestar financiero que anhelamos todos.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

Cómo prevenir el efecto negativo de una burbuja en bienes raíces

“Las burbujas especulativas no terminan como un cuento o novela. En el mundo real nunca sabemos cuando efectivamente ha concluido la historia”.

Robert Shiller. Premio Nobel de economía.

Recientemente, muchas de las principales ciudades del país comparten un fenómeno: el que los precios de cierto tipo de bienes raíces crecen desproporcionadamente, sin que pareciera disminuir la demanda por los mismos.

Se dice que se presenta una burbuja en bienes raíces cuando existe un crecimiento acelerado y desproporcionado del precio promedio de los bienes raíces en una ciudad o por lo menos en zonas específicas amplias de la misma. Típicamente afectan cierto tipo de inmuebles, generalmente  los orientados a sectores medios y altos de la población.

Lo anterior es resultado de que, mayoritariamente, el acceso a la compra de estos inmuebles se da a través de vehículos de financiamiento cuyo usuario típico requiere cierto nivel de ingreso.

A nivel mundial se han presentado en distintos momentos burbujas que, a la larga, terminan por afectar las finanzas y patrimonio de las familias. La crisis financiera global del 2009 se generó en gran parte por una burbuja bienes raíces que contagión al resto sistema financiero.

En la ciudad México por ejemplo, en los últimos años, los niveles de precio de cierto tipo de inmuebles alcanzan ya montos de entre 60 y 100 mil pesos m2, para departamentos de tamaños pequeños, sin que necesariamente están ubicados en zonas consideradas exclusivas.

Este tipo de crecimientos acelerados pueden parecer procesos favorables. Y lo son cuando los propietarios logran monetizar sus inmuebles con un margen de plusvalía considerable. El efecto negativo se genera en realidad cuando las familias adquieren deuda para adquiriri inmuegbles a precios elevados y, con el paso del tiempo, cuando los precios se ajustan, tienen endeudamientos caros para inmuebles que han perdido valor.

Según un artículo publicado por la revista Forbes un indicador claro de una burbujas es una reducción de las condiciones de acceso al crédito; por ejemplo, con una reducción del porcentaje de enganche y, por lo otro lado, asociado a momento de tasas bajas de interés, lo que favorece la reducción de los pagos periódicos mensuales. También se señala como síntioma una notoria disparidad entre la tasa de crecimiento de los salarios y la tasa de crecimiento de los precios inmobiliarios.

Otro elemento lo constituyen facortes coyunturlaes que propician el incremento de la demanda en ciertas zonas de la ciudad. En Londres por ejemplo, la demanda por parte de compradores internacionales empujó una burbuja que hoy empieza mostrar signos de potencial estallido.

En el caso de la ciudad México, uno de los factores que alimenta la demanda creciente es que las zonas típicas de concentración de sectores medios y medios tienen un margen limitado de expansión, lo que aumenta la densidad urbana y el precio por metro cuadrado del espacio habitable.

Sin embargo, las tendencias demográficas del país son claras y, particularmente en sectores medios la tasa de natalidad se reduce, lo que gradualmente implicará una menor presión por inmuebles en ciertas zonas de la ciudad y una sofre oferta de los mismos.

Otro de los factores que alimenta una potencial bruja es el que ante ganancias considerables, aumenta significativamente el número de participantes (en este caso desarrolladores) y consecuentemente la oferta crece aceleradamente.

Algunos de los elementos que muestran que una burbuja se acerca a su fin son: un cambio en la tendencia de las tasas de interés (como la cual como la que ya observamos en México), asi como otros factores externos que cambian (por lo menos a nivel perceptual) lo valuación inmobiliaria. En el caso de México, la fluctuación y volatilidad del tipo de cambio de 2014 a la fecha, ha generado una presión adicional que aceleró un impulso adicional al crecimiento de los precios.

Otros factores conductuales llevan además a que las personas tenga dificultades para valorar con criteriors económicos puros, una adquisición inmobiliaria.

De ahí la importancia de que las familias, especialmente aquellas que consideran hoy la compra a crédito de un inmueble, analicen puntualmente el impacto económico y de creación de valor patromonial futuro que la compra tendrá de forma efectiva.

 

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

 

Por qué es importante generar conciencia sobre el conocimiento matemático

“Una buena vida es aquella inspirada en el amor y guiada por el conocimiento.” Bertrand Russell, filósofo.

 

27 de abril de 2017.

En abril se celebra a nivel internacional el mes de la “conciencia” (awareness) sobre la importancia del conocimiento en matemáticas y estadística.

El tema es relevante en muchos sentidos.

En primer lugar, existe evidencia amplia de que la formación en los niños, con una adecuada comprensión de los conceptos matemáticos, les permite un mejor desempeño académico futuro, no sólo en los temas estrictamente relacionados con las matemáticas, sino en la resolución de problemas de otras areas de conocimiento y de la vida cotidiana, al desarrollar la capacidad de pensamiento abstracto y analítico.

Adicionalmente, de forma más específica, distintos estudios muestran que una parte importante de la incapacidad que un amplio porcentaje de la población manifiesta para tomar decisiones financieras adecuadas, es producto de  de la debilidad del conocimiento matemático, que  genera una incapacidad para entender la importancia de las decisiones financieras, así como los elementos fundamentales a considerar en dichas decisiones.

Temas tan básicos y sorprendentemente tan débiles en la comprensión matemática, como es el cálculo de porcentajes, generan por su deficiencia serios problemas para que las personas entiendan las implicaciones, por ejemplo, de asumir deudas con tasas de interés excesivas o las implicaciones que las tasas de rendimiento tienen para comparar diferentes instrumentos de ahorro o inversió. En este mismo sentido, la comprensión de conceptos como el interés compuesto requiere de fundamentos matemáticos básicos, que en caso de carecerse dificultan entender la importancia de el ahorro en el tiempo.

Pero la falta de conocimiento matemático no sólo impide tomar buenas decisiones, sino que frecuentemente, incapacita a las personas para tomar cualquier decisión. Estudios han comprobado que cuando las personas reciben información que perciben que no comprenden, tienden a evitar tomar decisiones al respecto;  ello, en términos financieros, genera gravísimas consecuencias, como la falta de decisión relacionada con la planeación del retiro futuro. Es frecuente encontrar casos en que las personas, aún entendiendo que deben asumir una acción relacionada con su vida financiera, se ven imposibilitadas para hacerlo, producto de su desconocimiento sobre los temas, lo que les impide entender la naturaleza de la decisión y las consecuencias de las diferentes alternativas.

Otro elemento fundamental a considerar, se refiere a que hoy, particularmente, vivimos una etapa en la que los hechos son considerados como información opcional a ser tomar en consideración.

Que las personas mayoritariamente sean poco capaces de entender el análisis estadístico, las lleva con frecuencia a asumir posturas y opiniones que consideran válidas cuando, o bien no tienen ningún fundamento en datos duros o parten de una incorrecta interpretación de los mismos.

Un ejemplo puntual lo constituye el discurso y los señalamientos frecuentes del nuevo presidente norteamericano, en los que se falsea información o se interpreta de manera tendenciosa para apoyar recomendaciones y posiciones sin fundamento. El discurso anti mexicano en contra de la migración se basa en estadísticas incorrectas o interpretadas erróneamente, al igual que lo relativo a las supuestas desventajas comerciales con México.

Pero lo mismo escuchamos en los discursos de políticos mexicanos de todos los colores; interpretaciones incorrectas sobre estadísticas relacionadas con el crecimiento del empleo, la corrupción o la delincuencia por ejemplo.

Existe de fondo un problema casi cultural, en el que las personas con frecuencia descalificar el conocimiento matemático como si este sólo fuera necesario para quienes se dedicarán a ciencias duras.

Revalorar y replantear la necesidad de comprender los conocimientos básicos y el análisis estadístico a   profundidad, es indispensable para construir una sociedad con familias que tengan mejores oportunidades de alcanzar el bienestar económico y una sociedad más capaz de analizar su entorno.  Tomar mejores decisiones pasa necesariamente por mejorar la capacidad, que como individuos tenemos para comprender y apreciar la información matemática y estadística.

 

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.       

 

Por qué hemos alcanzado ese nivel de corrupción

“La corrupción se frena arrojando luz sobre aquello que estaba previamente en las sombras.” Paul Wolfowitz, político estadounidense.

En nuestro país desde hace muchos años es escandaloso el nivel de corrupción que se permea en todos los niveles y esferas de gobierno y de la sociedad.

La mayor parte de la sociedad tiene la percepción, completamente fundada, que los eventos públicos y evidentes de corrupción prácticamente nunca son castigados y que cuando eventualmente ello ocurre, no ocurre una reparación efectiva del daño a las instituciones y a la sociedad que resultaron defraudadas.

El crecimiento de la corrupción ha sido exponencial. Esta en la base de la falta de estado de derecho, que es central en casi cualquier problema que analicemos. Alcanza todo los niveles de gobierno y todas las estructuras; atraviesa el sector público al igual que el privado y ha creado una dualidad en la que por un lado la corrupción como nunca es señalada y reprobada ampliamente por la sociedad, pero simultáneamente se presenta cotidianamente sin ningún freno, alcanzando niveles de cinismo en los que cualquier señalamiento personal se descalifica argumentando un complot político sin aclarar la acusación o mediante explicaciones absolutamente inverosímiles frente a la evidencia de riqueza no acorde con los ingresos públicos (todos resultan ser herederos de riqueza hasta ahora desconocida y son capaces de comprar propiedad, relojes de medio millón de pesos, sin mediar explicación legal y creíble alguna).

Pero por más que pretendamos centrar la corrupción en partidos y políticos, finalmente ésta es un fenómeno derivado de la conducta de personas y no está limitada por ideologías o afinidades políticas.

Pareciera que vemos como seres humanos con condiciones especiales (y particularmente despreciables) de personalidad única, a quienes cometen los más escandalosos actos de corrupción; sin embargo, mayoritariamente se trata de personas comunes y corrientes que, en un entorno permisivo y contexto propicio y favorecedor, desataron toda su capacidad para cometer actos ilegales.

Haciendo una interpretación libre análoga, Hannah Arendt, teórica política judeo alemana, acuñó el término “la banalidad del mal” para tratar de explicar cómo personas aparentemente “normales” pudieron cometer actos inmorales y bárbaros durante la Segunda Guerra Mundial, estudiando particularmente el caso de Adolf Eichman.

La premisa del concepto, es que no se necesita ser un monstruo con características de personalidad anormales, para que, en entornos que justifiquen de forma anómala y propicien las conductas inmorales, las personas incurran en esos actos.

En México, el arreglo institucional hoy propicia todas las condiciones para favorecer la corrupción. No existen mecanismos de supervisión efectivos y los existentes son creados y manipulados desde los propios partidos y grupos políticos, que tienen nulo interés en crear condiciones que les permitan, castigar a sus propios integrantes y o frenar el margen de maniobra que tienen cuando ocupan cargos de poder.

Hoy la corrupción ha crecido incluso cuando existen mecanismos institucionales que se crearon para propiciar una mayor transparencia en el manejo de recursos públicos. Los mecanismos de control y seguimiento administrativo para impedir los actos de corrupción son de en la práctica inoperantes y, simultáneamente, los canales y mecanismos legales y penales para perseguir y castigar de forma puntual y expedita los actos de corrupción, son rígidos, caducos e ineficientes.

En el estudio A Developmental Behavioral Analysis of Dual Motives, Role in Political Economies of Corruption, de Sara Nora Ross se detalla como los vínculos sociales, el establecimiento de networks y mecanismos de reciprocidad (el “yo rasco tu espalda y tú rascas la mía” tan frecuente entre políticos), son sistemas sociales que, en ausencia de mecanismos reales de control, favorecen la corrupción; limitando seriamente su combate simplemente a través de la expedición de leyes y ordenamientos.

Por su parte en el estudio Preventing Corruption by Promoting Trust, de Johann Graf Lambsdorff, señala que la evidencia experimental muestra que los mecanismos contra la corrupción centrados fundamentalmente en controles y sistema de supervisión rigurosas (normas y reglamentos) tienen típicamente un desempeño deficiente para combatir efectivamente la corrupción.

Por el contrario, los métodos centrados en incrementar efectivamente y de forma simple la transparencia, que favorecen la genuina participación de la sociedad a través de la expresión pública y posibilitan mecanismos de “delatores confidenciales” de forma simple, son mecanismos más efectivos.

El efecto de la corrupción en nuestro país es brutal en todos los niveles. Se pierde riqueza económica, capacidad de crecimiento y confianza institucional, que a su vez favorece el incumpliendo de normas por parte de la sociedad. Combatirla no es deseable; es imperativo.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.