Archivos de la categoría Valeria López Vela

El mejor país para ser mujer

Cada año reviso minuciosamente la lista que ofrece el Foro Económico Mundial acerca de los mejores países para ser mujer; con un poco de nostalgia por lo que no tenemos, con un poco de anhelo por lo que podría ser.

El más reciente Foro Económico se enfocó en las distancias entre hombres y mujeres, en el acceso a oportunidades y derechos, condiciones que permiten el desarrollo de una vida en una sociedad igualitaria. Así, se presentaron las brechas de acceso a la salud, a educación, a las oportunidades económicas y a la representación política.

Pero los resultados fueron devastadores pues, en promedio, calculan que la brecha de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres tardará 118 años en cerrarse. Lamentablemente, ninguna de nosotras tiene tantos años por delante.

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Maduro: Un loco con poder

Maduro: un loco con poder

Valeria López

Nada más peligroso que un loco con poder. Los hemos visto hacer destrozos en la historia, y villanías en el día a día. Los hay megalómanos, insensibles y hasta asesinos. Son personajes tenebrosos que viven bajo el influjo de las mieles del poder y que en su embriaguez lastiman a la sociedad.

La borrachera de éxito que acompaña al ejercicio del poder es tan peligrosa como potencialmente insuperable. El efecto del vértigo de omnipotencia, el síndrome del emperador o una simple megalomanía pueden poner en riesgo a los ciudadanos pues sus delirios no saben ni de justicia ni de honradez.

De su locura puede esperarse cualquier cosa: un incendio en una ciudad, el encarcelamiento de inocentes o la desaparición forzada.

No hay adicción más difícil de dejar: el deseo de dominar se vuelve motor, deseo y fin único del loco con poder que no entiende razón alguna ni hay lógica detrás de sus pensamientos. Es ahí en donde aparecen los atropellos, las humillaciones y las violaciones a los Derechos Humanos.

Para muestra: Nicolás Maduro, quien no ha dudado —una vez más— en dejarnos saber que su adicción y su indecencia no conocen límites. Para Maduro, la única ley es la que marca su gorda e insaciable ambición que depende de sus delirios y de sus inseguridades.

El encarcelamiento de Leopoldo López, como en su momento escribí para La Razón, fue un claro ejemplo de persecución política, de mal uso de las leyes, de abuso de poder. Pero la simulación del juicio y de la apelación han desnudado la ilegalidad que reina en Venezuela.

Maduro no respeta la independencia de los poderes, pues ha sometido a su capricho al poder judicial venezolano. Venezuela, así, vive al margen de las leyes y de la justicia; la vida de los ciudadanos depende del vaivén de un dictador; el rumbo del país está marcado por el andar chueco de un pobre borracho de poder.

La comunidad internacional no puede seguir guardando silencio frente a violaciones a los Derechos Humanos tan descaradas, tan groseras, tan ruines. Guardar silencio frente a la injusticia, lo he dicho antes, es ser cómplice. Y nuestra región se merece mejor suerte que regímenes como el que tienen que padecer, todavía, los venezolanos.

Pero ésta es sólo una batalla perdida; quienes deben temer son los infames, los injustos, los borrachos de poder pues son ellos los que padecerán la resaca. No hay nada que el tiempo no ponga en su lugar; la verdad termina por imponerse y la justicia alcanza a los malvados. Me pregunto si Maduro y sus secuaces están listos para enfrentar los reclamos políticos y jurídicos que en cualquier momento verán la luz en los tribunales internacionales. Supongo que no, pues los locos con poder suelen ser pequeños cobardes cuya maldad depende de su puesto y nunca de su grandeza ni de su nombre. Al tiempo…

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La nueva alianza en Oriente

La nueva alianza en Oriente

Valeria López

Hace tiempo que la política del presidente Erdogan, de Turquía, nos tiene muy preocupados. Primero, por el ataque sistemático hacia la comunidad kurda; segundo, por la tensión con Rusia tras el derribo de un avión; tercero, por el permiso de tránsito que da al EI y que permite vender en el mercado negro el petróleo que subvenciona los ataques terroristas; cuarto, por las purgas tras el intento de “golpe de Estado”; quinto, por las intenciones de restaurar la pena de muerte; sexto, la destitución de 2,745 jueces; séptimo, el hostigamiento en contra de mil académicos que demandaban respeto a los Derechos Humanos de los turcos… la lista es interminable.

No hace falta ser un genio para reconocer el ADN político de los gobernantes; más allá de los discursos y las posiciones oficiales, los hechos se imponen. El gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha hecho de la censura, el encarcelamiento y la represión, la realidad de sus atemorizados ciudadanos.

Desde hace tiempo, el presidente de Amnistía Internacional, Shalil Setty, había advertido que la situación de los Derechos Humanos en Turquía vivía tiempos difíciles.

Y ayer, en un giro inusual, se reunieron Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan para mejorar las frías relaciones entre sus países. El encuentro es de suma importancia, pues Putin ha respaldado consistentemente al presidente sirio, Al Assad, principal opositor del EI; mientras que Erdogan ha permitido que la organización extremista reciba ingresos de millones de dólares al exportar y vender petróleo en el mercado negro de su país.

A diferencia de su homólogo norteamericano, Putin ha deseado ansiosamente el conflicto militar que lo vuelva el rey de Europa. Por lo que además de las claras intenciones comerciales y petroleras, es posible sospechar que se gesta una nueva alianza militar en el medio oriente, liderada por Rusia y la cual incluye a Siria, Turquía e Irán y que amenaza a la OTAN y a Israel.

La misteriosa alianza rusa con el mandatario sirio Al Assad fue el punto de inflexión con la administración Obama pues la paradoja política —apoyar a un dictador o permitir el crecimiento del terrorismo del EI— era la trampa perfecta. Sin que importara la decisión de Obama, Putin saldría ganando.

Si consideramos como parámetro el gasto militar respecto del PIB, Rusia es uno de los países que más gasta en defensa con el 4.5%; mientras que Estados Unidos invierte el 3.5% y China, el 2.5%. Los países que más gastan son Arabia Saudita con el 10.4% y los Emiratos Árabes con el 5.1%, respectivamente.

Así las cosas, no sorprende el aumento de presupuesto militar norteamericano ha aumentado a 3,400 millones de dólares para reforzar su presencia militar en Europa; noticia que fue muy bien recibida por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

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Un mal gobernante

Valeria López

 

Cubrir la nota internacional, en estos días, se ha vuelto más exigente, tanto por la cantidad de acontecimientos como por la inverosimilitud de los mismos. Frente a nuestros ojos, los de los hijos de la revolución de Silicon Valley han aparecido prácticas políticas medievales en high definition: el absurdo político llevado a su máxima expresión.

 

En todos los continentes hay protagonistas del autoritarismo que frente a nuestros ojos han contradicho, groseramente, las libertades y los derechos de los ciudadanos.

 

Aquí, una breve estampa de tres actores políticos por cuyas venas corre la sangre del totalitarismo político; tres personajes cuyas acciones roban la vida a sus conciudadanos: succionadores de existencias humanas que nutren su ambición de poder a costa nuestra.

 

Desde noviembre pasado, en la Feria Internacional del Libro, varios asistentes se mostraron preocupados por la posibilidad del triunfo electoral de Donald Trump. Esto sería una mala noticia para los estadounidenses, los migrantes, pero, que nadie lo dude, también para el mundo. ¿Por qué? Porque la visión del universo de Trump es incompatible con los pilares de la civilización occidental del siglo XX y XXI; Trump desprecia la tolerancia, la inclusión, la mirada igualitaria. Se burla de los discapacitados e instrumentaliza a las mujeres.

 

Infortunadamente, no es el único que se aleja de los valores de nuestros días. En Latinoamérica, Nicolás Maduro se ha encargado de desoír todo lo que no le haya dicho “un pajarito”: sólo escucha las voces de sus delirios. Y sus caprichos han dañado a una generación de venezolanos que han visto pasar muchos de sus días hundidos en la desazón de un gobierno autoritario.

En Turquía, el dictador Erdogan ha encontrado, en el reciente “golpe de Estado”, el pretexto perfecto para endurecer las prácticas constantes de derechos humanos y que, desde hace años, Shalil Setty —Presidente de Amnistía Internacional—venía denunciando.

 

Trump, Maduro y Erdogan lastiman, deconstruyen y restan a la historia de la humanidad.

 

A pesar de las malas noticias —atentados terroristas, violaciones a derechos humanos, autoritarismos, candidaturas obscenas—, no podemos perder de vista los liderazgos positivos que no se rinden y que siguen construyendo un mundo más humano. En los últimos días ha sido refrescante escuchar las voces de Michelle Obama y de Hillary Clinton, quienes con la perspectiva femenina ofrecen soluciones —a veces mejores; otras, no tanto— pero dan salidas al laberinto de insensateces de los totalitarios.

Cada día que un ciudadano vive debajo del absurdo político es un día que le ha robado su gobierno; el riesgo de un mal gobernante es que la generación que inicia su vida adulta pierde la oportunidad de construir su vida, de hacer su existencia. No debemos permitirlo, menos México. Es momento de analizar los perfiles de los posibles candidatos.

 

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