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Rebeldes de las FARC dicen adiós a las armas después de 53 años de guerra.

Las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), después de 53 años de guerra continúa contra el Estado colombiano, dejan hoy oficialmente las armas e inician el camino hacia la consolidación de un partido político en la búsqueda de llegar al poder por la vía de las elecciones.

La dejación de las armas por parte de las FARC fueron certificadas este lunes por la Misión de las Naciones Unidas, que es el organismo internacional que garantiza el control y destrucción de más de siete mil 132 armas que entregaron igual número de combatientes,.

Las púnicas armas que faltarían por entregar son aquellas que, de conformidad con la Hoja de Ruta del Acuerdo de Paz, servirán para dar seguridad a los 26 campamentos de las FARC hasta el 1 de agosto de 2017.

Igualmente la Misión de las Naciones Unidas verificó 77 caletas de las cuales ha sido extraído el armamento y destruidas municiones, explosivos y armamento inestable.

Con este reporte las FARC desde hoy deja de ser un movimiento en armas e inicia su ruta para consolidarse en partido político con todas las garantías que otorga la Constitución de 1991 y su primer reto de corto y mediano plazo, es ir a las urnas para buscar representación en el Congreso de Colombia en las elecciones del 2018.

Luego las FARC, que en agosto cambiaran de nombre y definirán su plataforma política, deberá definir si presentará candidato único a las elecciones para la presidencia de Colombia en mayo del 2018, o va en alianza electoral con otras fuerzas de izquierda.

El paso de las FARC de las armas a la política, en Colombia, será oficializado este martes en un acto presido por el jefe de Estado, Juan Manuel Santos, el jefe del grupo Timoleón Jiménez (Timochenko), y delegados de Naciones Unidas, en el poblado de Mesetas, en el extremo sur de Colombia, en donde el grupo insurgente tuvo uno de sus principales enclaves en los 53 años de su alzamiento en armas.

La entrega de las armas de las FARC, se convierte en el hecho político más importante en los últimos 53 años en Colombia y uno de los acontecimientos más relevantes en América Latina y el mundo, si se tiene en cuenta que este grupo insurgente sin duda fue protagonista de la vida política, social y militar de Colombia.

Las FARC llegaron a este punto de dejación de las armas, después de una negociación en medio del conflicto, que arrancó de forma oficial en La Habana, en noviembre del 2012 y finalizo con un Acuerdo de Paz, en noviembre del 2016, para empezar un proceso de desmovilización y entrega del material bélico el primero de diciembre del año pasado.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que desde hoy le dicen adiós a la guerra, fueron y son una realidad construida históricamente, tiene créditos abiertos en el desarrollo social del último medio siglo. Su surgimiento está estrechamente relacionado con el proceso de violencia después de la muerte del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán.

Las FARC nacen en mayo de 1966 luego de diversas negociaciones de paz de los gobiernos de turno con grupos de guerrillas campesinas que aparecieron a raíz de la muerte del líder liberal en 1948.

La desaparición del caudillo ocasionó una oleada de terror en el sector rural que, según el politólogo Eduardo Pizarro Leóngomez, tenía como objetivo la reorganización agraria en favor de los terratenientes.

El Estado patrocinó la creación de grupos de exterminio que se constituyen en los primeros atisbos del paramilitarismo en Colombia y que cumplieron la clara función de desplazar campesinos minifundistas a favor de grandes terratenientes.

Esta guerra oficial del conservatismo ocasionó que muchos labriegos organizaran sucesivamente entre 1948 y 1953 grupos de autodefensa, que por momentos se movilizaban para convertirse en guerrilla y repeler ataques de hombres armados patrocinados por el Estado.

Este fenómeno es conocido por los historiadores colombianos como la sucesiva transformación de guerrilla móvil, cuando debían asumir posiciones de agresión contra fuerzas oficiales, a autodefensa cuando se asentaban pero mantenían su grupo armado.

Los campesinos, en su mayoría afiliados al Partido Liberal, fueron constantemente atacados por organizaciones armadas patrocinadas por los gobiernos conservadores, que de cierta manera instauran la guerra sucia en el país a mediados de siglo XX.

Estas primeras incursiones de grupos paramilitares, que en esa época se denominaban pájaros, dinamizaron el fenómeno de violencia en zonas como el suroeste Valle Caucano o el sur del departamento del Tolima.

En 1953 las guerrillas se desmovilizan tras una amnistía otorgada por el general Gustavo Rojas (último dictador militar que ha tenido Colombia), convirtiéndose en autodefensas que retornan sus lugares de origen para trabajar la tierra.

Sin embargo, Rojas Pinilla, consideró que muchas de las organizaciones armadas liberales mantenían zonas de gran influencia al sur del país, a las que denominó repúblicas independientes, por lo que las atacó dando origen a grupos guerrilleros campesinos que retornaron a procesos de violencia.

En 1958 hay de nuevo una amnistía, promovida por el presidente Alberto Lleras, pero la lucha agraria continúa por la constante agresión oficial a regiones como El Pato, Guayabero, Riochiquito y Marquetalia, donde se dará el paso definitivo para el surgimiento de las FARC.

Este componente agrario en las guerrillas liberales (en las que ya participaba Manuel Marulanda, actual líder de las FARC), fue permeado en algunas zonas por la ideología comunista que había llegado al país y se había asentado especialmente en municipios del departamento del Tolima.

“Las FARC nacen ligadas al Partido Comunista, nacen íntimamente ligadas a este Partido”, sostuvo Pizarro Leóngomez, quien enfatiza que el grupo rebelde aparece como respuesta a la violencia oficial y al problema agrario no resuelto que tienen la mayoría de países de Latinoamérica.

Este grupo tiene un origen campesino, se expande en los años 60 en zonas de colonización agraria y sufre un lento cambio en los años 80 en la medida en que sectores urbanos comienzan a integrarse a la organización, como en el caso de Alfonso Cano, actual miembro del secretariado general de las FARC.

De esta forma se genera un cambio en la composición social de la agrupación que varía de la resistencia campesina a la violencia oficial y el conflicto agrario, hasta convertirse en una guerrilla ideológica que busca el poder político.

De acuerdo con Pizarro, una vez este movimiento campesino se relaciona con el Partido Comunista adopta la tesis de la “Combinación de las Formas de Lucha”. Esta estrategia consiste en tener un movimiento armado para la lucha militar que se alterna con la participación política legal y abierta.

Entonces las FARC comienzan a ganar terreno militarmente hasta hoy, donde tienen más de 60 frentes y unos 18 mil hombres, al tiempo que intentan participar legalmente, y sin mayor fortuna, en las elecciones con el Partido Comunista y la Unión Patriótica.

Para diversos analistas, esta combinación permitió el crecimiento del aparato militar de las FARC, pero desdibujó su accionar político y llevó al Partido Comunista a una marginalidad total.

No obstante, esa poca credibilidad electoral no se puede interpretar como falta de fuerza o como ilegitimidad de la organización rebelde, que generó en sus zonas de influencia un orden social propio, dirigido desde su secretariado general o comando central.

La presencia de las FARC cubre una gran parte del territorio nacional, pues tienen distribuidos sus frentes rurales y sus milicias urbanas en el sur, el centro y el oeste de Colombia.

Las FARC para el 2002 logran tener casi 20 mil hombres en armas, contra ocho mil en 1990. Este número de combatientes se redujo a ocho mil para el 2016, según cifras de los organismos de inteligencia de Colombia, sin contar la cifra de los milicianos en zonas rurales y urbanas.

En otras palabras se duplicaron entre 1990-2000, pero más allá de su crecimiento hay que hablar también de un incremento significativo en los demás actores del conflicto como lo veremos más adelante.

Las FARC en sus 53 años de existencia lograron una presencia significativa en departamentos como Caquetá, Putumayo, Guaviare, Meta, Cauca, Tolima, Nariño, Cundinamarca, Vaupés, Huila e incluso Valle del Cauca, donde son consideradas, en muchos casos, como una autoridad local.

Las negociaciones de paz que se adelantaron en La Habana, desde noviembre del 2012, cerraron con un Acuerdo Final de Paz en el 2016, el cual fue refrendado por el Congreso de Colombia, fue el reconocimiento por parte del Estado colombiano, que la salida a la confrontación armada con este grupo rebelde, era la vía política negociada.

Para el presidente Santos y Premio Nobel de Paz 2016, la dejación de las Armas por parte de las FARC, “representa el inicio de una nueva Colombia que avanza hacia la paz”.

NTX/MiHeL