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La inercia del peso mexicano seguirá en racha positiva en Junio, pero tendrá que sortear considerables riesgos externos

El pánico que observó el mercado financiero a finales de febrero por la propagación del virus fuera de China se ha ido bajando de tono. Lo anterior aunado con agresivos estímulos monetarios por parte de Bancos Centrales en EUA y Europa (baja en tasas de interés a cero o negativos, e inyección de liquidez a través de compra de bonos en el mercado), han ayudado a que el dólar en general haya perdido fuerza frente a la mayoría de las monedas en el mundo, principalmente frente a monedas de países emergentes. Así, esta situación dominará el comportamiento de las monedas en los próximos meses o años (hasta que se anuncie que se retirará la compra de bonos o empiece a subir la tasa de interés otra vez). En el caso del peso mexicano, éste concluyó mayo en buena forma. La apreciación mensual fue alrededor de 8.0% y le permitió al peso recortar parte de las pérdidas de marzo.

Cinco elementos se alinearon para este comportamiento del peso: la desescalada de las medidas de confinamiento en las principales economías desarrolladas sin que haya rebrotes; anuncios de estímulos económicos para fortalecer la recuperación; una vacuna (medicamento) contra la pandemia del COVID-19 y; la percepción de que lo peor de los datos económicos ya pasó y; rebote en el precio internacional del petróleo. Como se ve, los elementos son externos y no exclusivos a la moneda mexicana.

El peso arrancó junio con optimismo y por primera vez en 11 semanas, el tipo de cambio se ubicó por debajo de los $22.0 spot. Para el verano la inercia de apreciación del peso continuará, pero no estará libre de bache o considerables riesgos que se mencionarán más adelante.

Si se mantienen las condiciones mencionadas, el peso mexicano tendría la fuerza suficiente para apreciarse hacia $21.0 spot en los próximos días/semanas. A pesar de ser una tendencia de apreciación, ese nivel todavía está lejos de los registros previos a la pandemia del COVID-19 ($18.50). La razón por la que vemos difícil en el corto y mediano plazo que la moneda regrese a esos niveles es por el deterioro en los fundamentales que se han dado a nivel global y local.

Aunque la respuesta de las instituciones (monetarias y fiscales) no tiene precedentes, con actuaciones muy relevantes, sin embargo, la incertidumbre en torno al impacto del coronavirus en la economía global continúa siendo elevada. Por ello, el mercado cambiario mexicano seguirá de cerca la evolución de la desescalada, si ésta tiene éxito o no y, por ende, cuál es el ritmo de recuperación económica y con ella el impacto final. Estos dos elementos se pueden convertir en un lastre que revierta la tendencia de apreciación de las últimas semanas.

Por su parte, es altamente factible que de las empresas con mayores avances en la búsqueda de encontrar una vacuna que cure el COVID-19, en algún momento, alguno de estos procesos (al menos 11 en el caso de la vacuna) se frustre. Y que los avances de los que siguen adelante sean lentos, sin resultados en semanas. Esto le podría poner un freno a las apuestas a favor de la moneda mexicana.

Adicionalmente, actualmente los inversionistas observan un déjà vú y no positivo. Además de una crisis económica y sanitaria sin precedentes producto del coronavirus, los mismos problemas que en 2019 (y parte de 2018) generaron fuertes episodios de volatilidad, incertidumbre y caídas en los mercados financieros vuelven a estar presentes: las tensiones entre Estados Unidos y China; las manifestaciones sociales en Hong Kong y; la incertidumbre en torno al proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea (Brexit).

Por el momento, en términos generales estos problemas están siendo prácticamente ignorados por el mercado, ya que toda la atención se enfoca en el tema del COVID-19. Pero es de esperarse que en cuanto pase a segundo término la pandemia, estos concentrarán el foco de los inversionistas.

Las tensiones entre EUA y China todavía no están teniendo afectaciones en lo pactado en el acuerdo comercial alcanzado a finales de año, pero dado lo impredecible que es Trump y las posibles represalias del gigante asiático, es un escenario que no se puede descartar.

Con relación al Brexit, esta semana se retoman las negociaciones. Esta ronda es la última programada antes de la cumbre de la UE del 18 y 19 de junio y, de momento, Reino Unido sigue firme en su intención de no modificar plazos. El primer ministro Boris Johnson se reafirma en su idea de que no habrá extensión del periodo de negociaciones (tendría que solicitarlo a finales de junio), lo que llevará a que el periodo de transición finalice el 31 de diciembre de 2020, con o sin pacto. Lo que menos necesitan los mercados es que la Unión Europea (UE) y Reino Unido sean incapaces de llegar a un entendimiento.