La Seguridad Alimentaria como la Puerta de Alcalá

La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) reporta la variación de precios de la canasta básica alimentaria de 44 productos del 15 de marzo al 15 de abril.

El estudio de mercado fue realizado en los 32 estados de la República, con una muestra aleatoria domiciliada, ambulatoria y estratificada en 200 puntos de venta en tres niveles de consumo: alto, medio y popular.

En esta ocasión, la variación resultó favorable, aunque de manera bastante “marginal”, ya que mejoró su precio en $4.24, pasando de costar $1,696.69 en marzo a valer ahora $1,692.45, mejorando en un 0.25% su precio.

Los Estados con la canasta alimentaria más encarecida resultaron ser Morelos, Nuevo León, Chiapas, Tabasco y Quintana Roo. Los precios altos se dieron en 29 de los 44 productos estudiados, resultando ser los que más aumentaron: limón en Morelos $75.00; aguacate en Quintana Roo $80.00; limpiador de piso en Coahuila $42.00, naranja en Chiapas $42.00 y jabón para lavar ropa en Zacatecas $63.00.  

“Este reporte confirma que la inflación alimentaria al primer tercio del año en nuestro país, como la puerta de Alcalá, ahí está. No se ha logrado controlar aún este flagelo que, como lo hemos dicho en múltiples ocasiones, golpea a la población más vulnerable, la del esfuerzo, aquella que destina la mayor parte de sus ingresos, hasta $0.90 de cada $1.00, a la compra de alimentos”, explicó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.

Hemos anotado en esta conversación también que el PACIC, como estrategia para controlar a la inflación y la carestía, se ha quedado corto. El resto de los esfuerzos que recién se han iniciado para abordar esta problemática a nivel continental, buscando la coordinación entre países para aterrizar políticas y programas de apoyo al consumo popular realmente efectivas, son apenas una ventana abierta con horizonte aún difuso, por lo que pagamos por ver qué nos depara el destino.

Por otra parte, el pronóstico del Banco de México para este 2023 es que la inflación seguirá siendo elevada y que las mejoras importantes al respecto serán hasta el segundo semestre del próximo año.

“Podemos leer de este pronóstico titubeante que las autoridades de la Banca Central, voces avezadas en el tema, no se arriesgan a hablar de una mejora inflacionaria importante para los próximos meses, de tal reserva que patean el bote de sus pronósticos para el 2024, siendo tan alargada en el tiempo su predicción que se convierte cuando más en una apuesta, si no que en un deseo, mismo que compartimos con ellos. Nuestro deseo, y seguro el del Banco de México también, es que lo más pronto posible podamos llegar a escribir un reporte de precios en sentido opuesto a los que hasta ahora en los últimos años nos ha tocado consignar”, comentó Rivera.

La inflación es un tema pernicioso que, por cotidiano, muchas veces terminamos por no darle el valor y el significado que socialmente merece. La comunicación escrita no alcanza a transmitir cabalmente las consecuencias humanas de este asunto. La ciudadanía excluida, la que sufre en carne propia los efectos de la inflación, llegan a sentir culpa de la situación de marginación alimentaria que padecen, es decir, sienten culpa de su pobreza y no se atreven a socializar que se las están viendo muy duras a la hora de encontrarse frente al plato y la cuchara en la mesa de su hogar. La resiliencia de miles de hogares mexicanos es encomiable y, a la vez, criticable, pues seguramente familias de otros países en igualdad de circunstancias ya hubieran alzado la voz, manifestándose, exigiendo un cambio radical y verdadero en su cotidianidad alimentaria.

Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) muestra aspectos muy importantes de la pobreza en México. Por un lado, destaca la gravedad de la pobreza rural, pues en esta zona 9 de cada 10 habitantes viven en pobreza, mientras que, si bien, la mayor parte de quienes viven en la ciudad se considera, no se encuentran en esta situación. Sigue siendo la zona urbana la predominante, cerrando con ello un círculo de sufrimiento que obliga a repensar completamente la manera en que se ha venido enfrentando la pobreza en el país.

En resumen, lo que ANPEC quiere resaltar, sin alarmismos ni amarillismos ni nada que se le parezca, simple y llanamente, por responsabilidad social y convicción, que, si bien la población puede posponer adquisiciones y ahorrar a cuenta gotas para futuras prendas o muebles, todo mexicano debería tener garantizado el derecho a una alimentación de calidad para su familia. Al no ser así, la voz de ANPEC amplifica entonces este dolor soterrado, grito hacia adentro de esta población que no se atreve siquiera a balbucear su hambre por un equivocado sentimiento de vergüenza, es decir, increíblemente ellos han terminado por sentirse responsables de su marginación y eso es lo más alejado de la verdad que pueden estar. Es responsabilidad de todos que nadie se quede atrás y que todos tengamos un consumo esencial garantizado en nuestros hogares.

Aquí una entrega más de la situación que guarda la microeconomía, el consumo popular de lo local, del esfuerzo de muchos mexicanos que no la ven llegar a la hora de ir a tratar de ganar el chivo y no lograrlo.

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