Lentamente se perfila un escenario de expansión y contracción – Análisis

Por: Yves Bonzon, CIO de Julios Baer

El activismo fiscal de Estados Unidos sigue ganando impulso. Pocos días después de que el presidente Joe Biden firmara la ley del «Plan Americano de Rescate», ya está tomando forma un programa económico a largo plazo que desplegará USD 5.4 billones en los próximos diez años. Está previsto que estos fondos se destinen a un amplio abanico de áreas económicas, como las infraestructuras, la educación, la investigación y el desarrollo, la vivienda, la seguridad social y la sanidad. En torno al 70% debería financiarse mediante la subida de impuestos.

Si bien este plan guarda coherencia con el programa electoral de Biden, la aplicación eficiente y ágil de la ley de estímulos contra la crisis del Covid-19 – a pesar de la estrecha mayoría demócrata en el Congreso estadounidense – confiere todavía más verosimilitud a la aparición de un mayor activismo fiscal. Según los demócratas, las subidas de impuestos previstas tendrán en cuenta las desigualdades inherentes al propio sistema fiscal. Se calcula que el 54% de las modificaciones fiscales recaerá sobre los contribuyentes pertenecientes al tramo superior del 0,1% en cuanto a nivel de ingresos. El 95% de la población con menos ingresos debería notar muy pocos cambios en su renta neta después de impuestos. Se prevé que el impacto negativo sobre el producto interno bruto (PIB) sea relativamente modesto.

EXISTE POTENCIAL PARA UN CICLO DE EXPANSIÓN Y CONTRACCIÓN

En 2021, el paquete de estímulos de Biden incrementará el poder adquisitivo de los hogares estadounidenses hasta un nivel sin precedentes. Sin embargo, durante el año siguiente, la ausencia de cheques de estímulo dejará un vacío en los ingresos de los hogares del orden de USD 2000 millones de dólares, lo que inevitablemente conducirá a un ciclo de expansión y contracción. La mejora del mercado laboral en 2022 y el considerable ahorro involuntario que han acumulado los hogares durante la pandemia podrían contribuir a atenuar la fuerte variación del poder adquisitivo.

Al mismo tiempo, los cambios en la legislación fiscal para financiar las futuras iniciativas presupuestarias de la administración Biden podrían acentuar las fluctuaciones. Un posible restablecimiento de normas presupuestarias prudentes en los próximos años también podría acrecentar la magnitud de la actividad económica estadounidense. Estas fuertes fluctuaciones se dan exclusivamente en EE.UU., dado que China ya está suprimiendo gradualmente los estímulos mientras Europa está dando prioridad al plan plurianual de recuperación «nueva generación» de la Unión Euro[1]pea, centrado en la inversión.

RESERVA FEDERAL: POCO MARGEN PARA ERRORES DE COMUNICACIÓN

El presidente de la Reserva Federal de Estados Uni[1]dos (Fed), Jerome Powell, ha de enfrentarse a varias preguntas ¿Tendrá el nuevo paquete fiscal un carácter inflacionario? ¿Qué proporción del paquete de estímulos de USD 1,9 billones se ejecutará el año que viene? ¿Qué impacto tendrán las operaciones de refinanciación del Tesoro en las tasas del mercado monetario? Y por último, pero no menos importante, ¿darán indicios los miembros de la Fed sobre una subida de las tasas de interés – o incluso dos – en 2023? En esta situación, Jerome Powell necesita encontrar un buen equilibrio. En caso de enviar una señal de aumento de la inflación sin subida de las tasas, la Fed corre el riesgo de que la curva de rendimientos se pronuncie aún más de forma temporal, un factor que pondría en peligro el mercado de la vivienda. En cambio, la combinación de una mayor inflación con una perspectiva de subida de tasas podría ser fácilmente interpretada como el regreso a una política monetaria ortodoxa. Finalmente, si mantiene inalteradas las perspectivas de inflación y de tasas, el mercado podría desestimar esta proyección por considerarla poco realista en el escenario actual, con el trasfondo del paquete de estímulo fiscal de USD 1,9 billones.

El problema de Jerome Powell es que las previsiones más sensatas reflejan una baja inflación y unas tasas bajas a largo plazo, ya que nada ha cambiado con respecto a la tendencia estructural hacia la desinflación. En particular, dado que la administración Biden está sopesando la posibilidad de subir los impuestos en el próximo ejercicio fiscal, no hay necesidad de subir las tasas en un futuro próximo. Vemos poco margen para la subida de tasas a largo plazo y, en este contexto, trataremos los períodos de debilidad pronunciada de los bonos a largo plazo como oportunidades de compra para cerrar la brecha de duración en nuestras carteras.

Las opiniones de los columnistas y colaboradores expresan su punto de vista, y no necesariamente los de Pilotzi Noticias o de su servicio informativo Online

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