Volvo Cars ha hecho una parada estratégica antes de una propuesta pública inicial. El miércoles, la marca de automóviles sueca anunció que compraría el 50% de su empresa conjunta china que no posee de la empresa matriz Zhejiang Geely por una suma no revelada. Eso le dará al director ejecutivo Hakan Samuelsson pleno control sobre sus operaciones en China cuando la República Popular relaje las reglas de propiedad el próximo año.

El acuerdo parece una maniobra ingeniosa para acelerar el valor bursátil del fabricante de automóviles. China representó una cuarta parte de las ventas totales de automóviles de Volvo el año pasado. Los agresivos objetivos de vehículos eléctricos de la compañía – Samuelsson tiene como objetivo eliminar gradualmente los tragadores de gas por completo para 2030 – son otra razón para aumentar su exposición a China: Jefferies calcula que el país representará casi la mitad de todas las ventas de viajes sin emisiones este año. Los asesores de salidas a bolsa de Volvo han recibido un impulso oportuno.