A finales del año pasado, Tania Sibree renunció a su trabajo bien remunerado como abogada de servicios financieros en Hong Kong y regresó a Australia en lugar de vivir un momento más con las estrictas restricciones del coronavirus de la ciudad.

Sibree, que dijo que había disfrutado de los últimos cinco años en Hong Kong, es uno de los cientos, posiblemente miles, de profesionales extranjeros expatriados que se han ido o planean irse, amenazando con abollar la posición de la ciudad como uno de los centros financieros del mundo.

“La cuarentena del hotel hizo que fuera tan difícil para la gente viajar y ese fue el gran incentivo para estar en Hong Kong, estaba cerca de casa y de mis padres. Pero no se puede hacer tanto tiempo en cuarentena hotelera con niños”, dijo. “Todo el mundo había estado pensando que se levantarían las restricciones, mejorarían y no continuarían durante tanto tiempo”.