Después de que la invasión rusa de Ucrania hiciera que los futuros mundiales de trigo se dispararan, el agricultor estadounidense Vance Ehmke estaba ansioso por vender su grano.

Los precios locales subieron aproximadamente un 30 % a casi 12 dólares por bushel, aproximadamente el más alto que Ehmke pudo recordar en 45 años de agricultura cerca de la ciudad occidental de Healy en Kansas.

En lugar de cosechar una ganancia inesperada, Ehmke encontró un mercado de productos básicos al revés. Él y su esposa Louise dijeron a medios europeos que no podían vender ni un centavo de su próxima cosecha de trigo de verano para su futura entrega. Los precios futuros del maíz y el trigo se habían disparado tan abruptamente que muchos a lo largo de la compleja cadena de manipulación de granos – cooperativas agrícolas locales, elevadores de granos, molineros de harina y exportadores – dejaron de comprar por temor a no poder revender con un beneficio.