Cambio de régimen o de modelo económico

Los ciudadanos se pronunciaron por un cambio ante la corrupción de los políticos y la inseguridad que ahoga a todos los estratos de la sociedad.

El pasado 1 de julio se definió en México la posibilidad de implementar un cambio de régimen político con el triunfo contundente del hoy presidente electo Andrés Manuel López Obrador por encima de las opciones de continuidad, cambio moderado e intento fallido de propuestas independientes.

El sistema de partidos, como hasta ahora lo conocemos, ha desaparecido bajo la ola de alternativas antisistémicas que recorren algunas partes del mundo democrático.

Los ciudadanos se pronunciaron por un cambio a fondo ante la corrupción desmedida de los políticos, la inseguridad que ahoga a todos los estratos de la sociedad sin distingo y la realidad de la existencia de dos naciones, la de las oportunidades y la que literalmente lleva siglos a la espera de éstas y en donde la clase media no se percibe a sí misma sólida, estable y creciente.

Cortesía

El ser uno de los países más corruptos e inseguros del mundo, con la mitad de sus habitantes en pobreza y con la otra mitad camino a la prosperidad, nos tiene en la antesala de un auténtico cambio de régimen político.

Sin embargo, el cambio inminente en el quehacer político nos va a enfrentar al dilema de decidir si éste incluye un cambio de modelo económico de desarrollo, cuando además asistimos al fin del ciclo expansionista de las economías más avanzadas del planeta.

En los últimos 100 años a partir de la Revolución se tienen identificadas al menos siete visiones de desarrollo, las cuales, con base en la irrefutable evidencia, han fracasado en establecer niveles sostenidos de crecimiento y cumplir con las expectativas de bienestar que se supone todo movimiento de esta naturaleza suele traer consigo. Una de las muchas explicaciones a esta situación encuentra sustento en la falta de consistencia en la implementación de dichos modelos. En promedio cada 14 años se tiende a improvisar en lo económico sin buenos resultados.

La ola antisistémica que mencionábamos no se está cuestionando un nuevo modelo económico e incluso el amago proteccionista en Estados Unidos encabezado por Donald Trump tiende a establecer nuevas reglas del juego con China más que acabar con el libre comercio global. En México, la búsqueda por poner en el centro al Estado puede resultar en una buena idea si ello se traduce en el tangible comienzo de la disminución de los altos niveles de corrupción e impunidad, se baja significativamente la inseguridad y se pone a los más necesitados como prioridad no del discurso sino del proceso de desarrollo. Pero no lo será si en ello genera un sistema extractor de rentas y no promotor de ellas o peor aún, si el Estado termina siendo parte del problema en lugar de la solución del rezago económico ancestral que padecemos.

El mandato de las urnas fue para hacer cambio verdadero, la corrupción y la inseguridad son buena parte de los motivos, empero este cambio no deberá justificar incertidumbre que derive en nuevas fases de crisis económica pues la situación puede terminar con mayor pobreza y desigualdad. El reto es gobernar básicamente para el México que no puede detenerse en su avance y para el México que ya no puede seguir esperando más tiempo pues está en la desesperanza. Bajo esta lógica, en materia económica, el nuevo gobierno tiene que articular una propuesta económica para este doble reto y transmitirla a todos para lograr el apoyo de la sociedad en su cambio de régimen.

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.