Universidades, bajo ataque: López Vela – Análisis

No son buenos días para la democracia. En todos los continentes, hay presidentes que gobiernan con un perfil dictatorial y, a diferencia de otros años, lo hacen sin vergüenza alguna.

Es de especial preocupación, el común denominador entre los gobiernos menos democráticos y el ataque hacia las universidades, las organizaciones de la sociedad civil, los grupos en desventaja y los migrantes.

No es casualidad que los gobiernos que no respetan los derechos humanos se sientan amedrentados por las instituciones —académicas, especialmente— que señalan sus fallas. Pensemos, por ejemplo, en el gobierno de Viktor Orbán, en Hungría, que es el defensor de una aberración conceptual llamada “democracia iliberal” a la que habría que inscribir en el género de lo que Hannah Arendt denominó “regímenes totalitarios”.

Durante los diez años que lleva su gestión, Orbán ha atacado a las ONG, a los jueces, a las universidades, a los medios de comunicación, a los musulmanes, a los refugiados y hasta a George Soros.

En Turquía, Recep Tayyip Erdogan ha silenciado las voces de los opositores; en enero de 2016, encarceló a mil académicos que señalaron las constantes violaciones a los derechos humanos en contra de los kurdos.

Además, se ha aprovechado de las tensiones religiosas con los practicantes del islam para, desde ellas, jugar sus cartas en una Europa de la que Turquía termina —y no— de formar parte. El gobierno de Erdogan aceptó hacerse cargo del tránsito migratorio y la crisis de refugiados a cambio de apoyo económico y la posibilidad de que Turquía se convirtiera en miembro de pleno derecho de la Unión. Sin embargo, las continuas violaciones a derechos humanos y la política totalitaria del régimen anuncian imposible la materialización de la promesa. Al menos, la crisis de refugiados es de dominio público y hay apoyos, planes y retribuciones.

En México, no cantamos mal las rancheras: ¡faltaba más! El acoso judicial en contra de 31 científicos, la embestida contra la Universidad de las Américas —UDLA—, el CIDE, la Universidad Autónoma de Chihuahua, así como el más reciente enfrentamiento hacia la Caravana Migrante, son signos que deben preocuparnos y ocuparnos: dejarlos pasar sería gravísimo.

Frente a estos atropellos, la pasmosa incredulidad de los pueblos —que dieron por sentados sus derechos y sus libertades— creó el espacio para el sometimiento, no sólo de los grupos atacados, sino de toda la sociedad.

Por ello, lo único que queda hacer es redoblar, trabajar el triple, defender los valores de la democracia liberal: ¡que los narcisistas todopoderosos y sus rastreros sicofantes no impidan el paso del progreso!

Hoy, más que en otros momentos, demos la bienvenida al diálogo, a la crítica, al disenso, a los giros democráticos. Tal vez, eso salvaguarde la paz.

Las opiniones de los columnistas y colaboradores expresan su punto de vista, y no necesariamente los de Pilotzi Noticias o de su servicio informativo Online

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