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Está por concluir salvamiento arqueológico por el proyecto del Tren Maya: INAH

Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), informó en “la mañanera” del 17 de febrero de 2023, sobre salvamiento arqueológico por el proyecto del Tren Maya. Una infografía presentada por Prieto señala, los procesos de excavación están concluidos en el tramo 1, 2, 3, 4. Mientras en el tramo 5 sur se encuentra en el 47.78 por ciento, dichos datos del avance son con corte del 16 de febrero. Seguir leyendo Está por concluir salvamiento arqueológico por el proyecto del Tren Maya: INAH

Investigadora del INAH desmitifica sacrificio humano entre los mexicas

La práctica del sacrificio humano entre los mexicas es una verdad irrefutable, de acuerdo con fuentes históricas y arqueológicas, sin embargo, los descubrimientos desde hace poco más de un siglo matizan en mucho lo descrito por conquistadores y frailes españoles en sus crónicas.

Así lo señaló la arqueóloga Ximena Chávez Balderas, quien gracias a su análisis pormenorizado de los materiales óseos recuperados en el Templo Mayor de la antigua Tenochtitlan, se ha convertido en una de las principales especialistas sobre el fenómeno sacrificial en la cultura mexica.

Tras publicar un libro sobre las exequias que tenían lugar en este recinto para despedir a los difuntos de alto rango, de los que sólo se han registrado cinco individuos cremados, Ximena Chávez Balderas se dio a la tarea de abordar la otra cara de la moneda: las víctimas ofrendadas.

La investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) sostiene que la negación del sacrificio entre los mexicas radica en el equívoco de tomarlo como una medida del grado de civilización, siendo que ésta fue una práctica religiosa común para las culturas mesoamericanas, y del mundo en general.

“En esencia y como la propia etimología señala, el acto de sacrificar significa hacer sagrado, convertir un ser humano o un animal en un medio de comunicación con lo sagrado, a partir de su destrucción”, menciona como una nota al margen, antes de abordar su nueva publicación, basada en la investigación por la que obtuvo en 2013 el Premio INAH Javier Romero Molina, a la Mejor Tesis de Maestría en Antropología Física.

El objeto de análisis del libro “Sacrificio humano y tratamientos postsacrificiales en el Templo Mayor de Tenochtitlan”, editado por el INAH, son 99 individuos decapitados y dos infantes recuperados en 26 ofrendas y en el relleno constructivo de esta edificación, principalmente en la plataforma que correspondía al adoratorio del dios de la guerra, Huitzilopochtli, y algunos procedentes de la plaza principal frente a éste.

Este centenar de individuos fue recuperado de las etapas constructivas del Templo Mayor que datan de los periodos de mayor expansión del imperio mexica, los de Axayácatl, Tízoc y Ahuízotl, entre 1469 y 1502. La mayoría de estos contextos arqueológicos salieron al descubierto en la segunda mitad del siglo XX, y se intensificaron a partir de 1978 con la instauración del Proyecto Templo Mayor.

La arqueología ha confirmado que luego del sacrificio, mientras los cuerpos de los inmolados iban a parar probablemente al remolino de Pantitlán o al calpulli (barrio), sus cabezas permanecían en el recinto sagrado de Tenochtitlan. Este segmento anatómico se convertía entonces en un elemento transmutable en significados, como explica la maestra Ximena Chávez Balderas.

“En realidad tenemos los restos de pocas victimas sacrificiales porque el Templo Mayor no fue concebido como el lugar de enterramiento para todas las víctimas, sólo algunas eran llevadas al edificio durante ceremonias específicas; por ejemplo, para consagrarlo durante su inauguración o alguna ampliación. Las cabezas cercenadas se enterraban casi de inmediato a la decapitación, aún con las vértebras cervicales articuladas.

“Otra categoría corresponde a lo que llamamos efigies de deidades. En estos casos los cráneos que estuvieron expuestos previamente en el tzompantli o que presentaban perforación basal se sometían a tratamientos de desuello, desarme, algunos eran hervidos o fracturados, para luego pintarlos y decorarlos con atributos asociados a ciertas deidades, principalmente Mictlantecuhtli, dios de la muerte”, agregó la especialista.

Así, mientras en un primer momento los cráneos expuestos en el tzompantli aludían al carácter intimidatorio del Estado expansionista mexica, o al Árbol de calabazas, símbolo de la fertilidad, tiempo después eran divinizados.

Chávez Balderas abunda que huellas observadas en algunas de las llamadas máscaras-cráneo, indican un uso anterior posiblemente como pectorales o para ser exhibidos en otros edificios. Una vez convertidas en representaciones de los dioses mexicas, estos cráneos se colocaban como parte de ofrendas que en sí mismas simbolizan cosmogramas.

Hay evidencias que permiten proponer que al menos, las cabezas cercenadas de diversas ofrendas se obtuvieron en un mismo ritual y fueron enterradas de forma simultánea. “También es factible que más depósitos sean contemporáneos, en cuyo caso la cantidad de víctimas dista mucha de aquella registrada en las fuentes históricas”, señala la experta.

Destaca el conocimiento de la anatomía humana que tenían los especialistas rituales mexicas, saberes que probablemente pasaron de una generación a otra, incluso antes de arribar a la Cuenca de México. La estandarización de las técnicas de decapitación así lo confirma.

En cuanto a la preparación de cráneos para el tzompantli, utilizaban herramientas puntiagudas para golpear la parte lateral del cráneo donde el hueso es más delgado. Una vez lograda la perforación, se percutía la orilla hasta lograr el orificio donde atravesaría el madero.

“De realizar esta acción con un objeto más contundente, pesado o grande, no hubieran logrado ese efecto, hubieran obtenido una fractura irradiada y el cráneo habría sido obsoleto”, anotó la investigadora del Proyecto Templo Mayor.

Otro aspecto interesante que aborda la antropóloga en su nueva publicación, es el relativo a la práctica del sacrificio por extracción del corazón, del que sólo se tienen reportados cuatro casos, dos de ellos humanos y un par de felinos. Por códices de la región Mixteca-Puebla y otros procedentes del área oaxaqueña, se sabía que el sacrificio de animales era una práctica común en las culturas mesoamericanas.

Lejos de las representaciones que aparecen incluso en fuentes documentales prehispánicas como el Códice Laud, donde se observa a un sacerdote blandir un gran cuchillo de pedernal sobre el tórax de una víctima para extraer su corazón, la evidencia arqueológica apunta a un método mucho más certero: el acceso a la cavidad torácica desde el abdomen.

“La separación del músculo cardíaco se habría llevado a cabo empleando instrumentos de bordes finos y seguramente de tamaño pequeño, los cuales dejaron numerosas huellas en la cara interna de las costillas. Esto contrasta con las narraciones donde se dice que el corazón se extraía de un solo paso; por el contrario, las marcas muestran que era un proceso más elaborado cuya duración dependía de la pericia del sacerdote”, detalla Ximena Chávez.

Tal vez lo más estandarizado sea lo que corresponde a las edades de los individuos sacrificados, la mayor parte de ellos, 90 por ciento, se hallaban en una edad productiva, entre los 15 y los 40 años, correspondiendo la mayoría al intervalo entre los 20 y 30 años. En cuanto al sexo de las víctimas sacrificiales y sus orígenes, hay una variabilidad que también rompe con los prejuicios.

“Estudios de isotopía y de genética que han realizado colegas, como Alan Barrera, Diana Bustos y Diana Moreiras, dejan ver un panorama que apunta a que varios de los sacrificados, aunque procedían de otros lugares (como los actuales territorios de Hidalgo, Guanajuato y Zacatecas), vivieron un buen tiempo en Tenochtitlan, lo cual ya no resulta tan compatible con el ‘patrón’ del guerrero capturado en batalla y sacrificado poco después en la ciudad de los mexicas”, apuntó.

Actualmente, la candidata al doctorado por la Universidad de Tulane, trabaja en un estudio comparativo entre las prácticas sacrificiales y los tratamientos póstumos en humanos y en animales.

Para ello ha incorporado a su análisis a los individuos recuperados durante la séptima temporada del Proyecto Templo Mayor en la Plaza Oeste, incluidos más de tres mil fragmentos óseos; y una gran cantidad de restos de animales (caso de la Ofrenda 126 hallada bajo el monolito de Tlaltecuhtli).

NTX

Estable, la Columna de la Independencia INBA

El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) informó que tras un recorrido realizado en compañía de personal del INAH, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) y la Delegación Cuauhtémoc, se determinó que la Columna de la Independencia se encuentra estable.

En un comunicado, explicó que la visita se llevó a cabo el 26 de septiembre, cuando “no se detectaron daños en los pavimentos de mármol, en la obra escultórica de bronce y mármol, ni en la Victoria Alada.

“Sin embargo, se apreció un fenómeno de golpeo interior del cilindro en la sexta hilada de sillares, similar al que se detectó en 2005-2006 en los sillares de cantera a la altura de la tercera hilada. En ese entonces se optó por inyectar las piezas afectadas para su consolidación”, recordó.

Para este caso, y tras los sismos del 19 y 23 de septiembre reciente, el INBA, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Seduvi y la Delegación Cuauhtémoc “solicitarán a una empresa especializada trabajar el proyecto para atender lo que se detectó en esta última revisión”, anotó.

Aclaró que a raíz del sismo del 7 de septiembre pasado se habían realizado diversas visitas técnicas al monumento también conocido como Ángel de la Independencia sin detectarse afectaciones.

Recordó que de 1906 a 1957 los sillares de cantera que conforman el fuste cargaban el peso de la columna y tenían una función estructural, pero para el último año, tras el sismo de entonces, “el ingeniero Samuel Ruiz le colocó un cilindro de acero y al centro una escalera al mirador, lo cual mejoró el comportamiento estructural de la columna”.

Refirió que la columna tiene declaratoria de monumento artístico del 4 de mayo de 1987, “forma parte de la infraestructura de la Ciudad de México y el Gobierno de la Ciudad es el responsable de su custodia y conservación. El INBA tiene el compromiso de garantizar su salvaguarda como instancia federal normativa, por dictado de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos”.

Igualmente, recordó, ha participado en sus restauraciones de 1982, los años 90 y entre 2005 y 2006, “conjuntamente con la Seduvi y la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México.

“Por lo anterior, tanto en los archivos en la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble (DACPAI) como en el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), así como en la Seduvi, se cuenta con información y antecedentes documentales e historial de los daños e intervenciones”.

NTX

Ciudadanos y autoridades habrán de definir futuro del zócalo de Santa Anna

Aquí, el destino de los espacios públicos tiene que ver con la gobernanza de esta ciudad, y con la relación democrática entre quienes la habitan y sus autoridades, dijo el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto, al comentar sobre el futuro que tendrá el zócalo que en 1843 mandó construir Antonio López de Santa Anna en la hoy Plaza de la Constitución.

“Ahora, los mexicanos tenemos la posibilidad de recuperar un zócalo distinto, una Plaza de la Constitución diferente, pero esa es una decisión que corresponde tomar solamente a los ciudadanos y a las autoridades debidamente electas; el INAH únicamente es autoridad en materia de conservación, protección legal, cuidado y divulgación de todo nuestro rico patrimonio histórico”, aseguró el funcionario federal.

“Es sin duda un hallazgo muy interesante”, subrayó el entrevistado, y dejó ver que los expertos del INAH ya sabían de la existencia de ese zócalo, a través del estudio algunas crónicas históricas, ciertas referencias escritas y diversos grabados de la época que tienen que ver con esa propuesta de hacer un monumento a la Independencia desde los años 40 del Siglo XIX, cuando era presidente de esta nación Antonio López de Santa Anna.

El entrevistado recordó que en virtud de los numerosos conflictos económicos, políticos y sociales por lo que atravesaba el país en ese entonces, se desplantó el zócalo y ahí se quedó.

“Ya que constatamos su ubicación, lo evidenciaremos en los propios pavimentos de la Plaza de la Constitución, con una cédula que refiera el hallazgo y todo tiene qué ver con la recuperación de la memoria histórica de todos los mexicanos”, advirtió enseguida.

Diego Prieto puntualizó que “esa es una tarea tiene el INAH, y consideró que ese nuevo hallazgo, tan comentado actualmente, es de capital importancia. “Estamos muy contentos porque los últimos días han sido de considerables hallazgos en el primer cuadro de la ciudad, y de resultados de recuperación y de restauración interesantes, como es el caso de la estatua ecuestre de Carlos IV, de Manuel Tolsá, conocida como El Caballito”.

El funcionario explicó que como cotidianamente, la institución sigue en esta tarea, en función de los hallazgos de vestigios históricos, es decir, recupera, restaura y conserva.

“Además de recuperar la información que éstos pueden proporcionar, y someterlos a los análisis correspondientes, tenemos la alta misión de cuidarlos y resguardarlos, así como determinar si vale o no la pena dejarlos exhibidos”, comentó el antropólogo Diego Prieto.

En este caso, detalló, la institución que él dirige procurará que halla la evidencia, en los pavimentos de la Plaza de la Constitución, sobre el sitio donde estuvo el zócalo de Santa Anna, en la medida en que el proyecto que recibe el INAH es el de continuar con una Plaza dela Constitución que básicamente está constituida por una gran área abierta, plana, circundada por hermosos edificios que son los que propiamente constituyen esa plaza.

“Como director del INAH me debo hacer cargo del registro de esos elementos históricos, su consolidación y protección del vestigio subyacente, así como de hacer evidente la ubicación original; como ciudadano deseo saber cuál es el futuro de la Plaza de la Constitución, que desde mediados del Siglo XX se ha destinado a la concentración de actos masivos de toda índole, que suponen la necesidad de una gran plancha sin grandes elementos sobre ella”, concluyó.

ntx/jcd

Arqueólogos coinciden en necesidad de proteger vestigios de zócalo original

Los arqueólogos Salvador Pulido y Raúl Barrera coincidieron en la importancia que tiene el hallazgo del zócalo que mandó construir Antonio López de Santa Anna para edificar el Monumento a la Independencia, y que en dias pasados quedó al descubierto durante los trabajos de remozamiento de la zona.

Pulido, director de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), recordó que es de suma importancia porque aunque se conocía de la existencia de esta plataforma, no se tenían con precisión sus características.

Es un hecho de relevancia porque la Ciudad de México se define por la presencia de una columna de la Independencia, “pero lo que encontramos en el Zócalo es justamente el ancestro directo de este monumento, esa es su importancia simbólica”.

Sin embargo, aclaró, los vestigios deben estar cubiertos o prácticamente terminándose de cubrir, por la sencilla razón de que en el espacio donde está es de uso muy intenso.

“No podemos dejarla abierta justamente por la manera como se utiliza este lugar, y dejarlo en una ventana arqueológica no es viable tampoco por el uso y características del espacio y por la propia forma del hallazgo no tienen características para garantizar una preservación que nos lleve a definir que va a estar durante años y años”, explicó Pulido.

En el mismo sentido se pronunció Raúl Barrera, director del Proyecto de Arqueología Urbana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tras señalar que son vestigios que pertenecen a la mitad del siglo XIX y son los trabajos que están llevando a cabo el INAH, y ésto nos habla del gran potencial arqueológico que tenemos en el subsuelo de la Ciudad de México”.

Abundó que “es algo muy importante lo que tenemos, lo que ahí llevó a cabo la Dirección de Salvamento Arqueológico con el arqueólogo Alejandro Meraz, coordinando estos trabajos”.

Sobre cubrir los vestigios, Barrera recordó que la función de la arqueología es investigar y proteger los vestigios, no siempre es posible mostrar al público, sólo en ciertas situaciones se puede hacer alguna actividad para poder mostrar.

“Nuestra misión es registrarlos e investigar y protegerlos, cubrirlos, para asegurar su preservación a futuro, pero lo importante es la investigación, los datos y que esta información se pueda difundir”, concluyó.

Ntx /jcd

Inician trabajos para cubrir vestigios hallados en el Zócalo capitalino

La Secretaría de Obras y Servicios inició los trabajos para cubrir la plataforma que se ubica al lado del mástil del asta bandera, la cual fue descubierta durante el proceso de remodelación de la Plaza de la Constitución, luego de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) determinó tapar la estructura histórica construida en 1843.

El secretario de Obras, Édgar Tungüí Rodríguez, informó que el INAH ha instruido cubrir esta plataforma circular para posteriormente colocar la placa de concreto que se emplea en el resto de la plancha del Zócalo capitalino con el objetivo de preservar los vestigios hallados.

“El procedimiento que nos instruyó el INAH fue cubrirlo con una malla geotextil, después colocarle encima un material inerte que es el tepetate para posteriormente colocar la plancha de concreto que ustedes ven que estamos colocando en el resto de la plancha.

“Es la forma que ellos consideran que hay que preservar estas piezas, estos vestigios y es lo que nosotros estamos atendiendo”, afirmó.

Recordó que el Zócalo de la CDMX es un monumento histórico que está bajo el resguardo del INAH por lo que, desde el inicio de la obra, la dependencia ha estado acompañada de manera permanente del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

“Sobre cómo hacer la remodelación, el tema de la preservación de este espacio, ellos son los que nos tienen que ir diciendo cuál es el mecanismo para poder preservar estos vestigios” apuntó.

A su vez, el grupo de arqueólogos, después de realizar el registro fotográfico y topográfico correspondiente, dictaminó el procedimiento para proteger y conservar el basamento, por lo que el proceso de compactación del tepetate se realizará a mano sin uso de ningún tipo de maquinaria, a fin de evitar daños en la estructura de ocho metros de diámetros y 28 centímetros de altura.

Rubén Arroyo, arqueólogo del INAH, detalló que la mejor manera de cuidar el descubrimiento es mantenerlo protegido de los rayos del sol y de las inclemencias del tiempo.

Ante ello, descartaron colocar una ventana arqueológica que permitiera apreciar a los ciudadanos la plataforma en la que el ex presidente Antonio López de Santa Anna proyectó instalar el monumento para conmemorar la Independencia de México.

La SOBSE continuará trabajando en estrecha colaboración con el INAH hasta que culmine totalmente el proyecto de remodelación.

El secretario destacó que el hallazgo representa una zona pequeña, por lo que no interfiere con los trabajos de la obra en la que se cambiará en su totalidad el piso de los 22 mil metros cuadrados de la plancha del Zócalo capitalino, la cual lleva un avance del 55 por ciento y, conforme a lo establecido, estará terminada para finales de agosto.

“No hemos detenido obras y vamos avanzando de acuerdo al programa. Nos deja muy tranquilos saber que el INAH está con nosotros porque esto nos permitirá ir haciendo los trabajos de preservación que sean necesarios”, subrayó.

ntx/jcde

INAH descubre más entierros prehispánicos en playas de Baja California Sur

Antropólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) identificaron como prehispánico parte de un cráneo humano encontrado en la playa El Conchalito, en La Paz, Baja California Sur, lo cual aporta valiosa información sobre las costumbres funerarias de los antiguos indios californios.

El rescate lo realizó el antropólogo físico Alfonso Rosales-López, investigador del INAH en Baja California Sur, quien informó que el cráneo fue avistado en la playa que se localiza frente a las instalaciones del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR-IPN), por científicos que realizaban estudios marinos.

En un comunicado, el INAH destacó que hasta el momento se han descubierto 61 entierros humanos pertenecientes a los antiguos californios, cuya práctica funeraria se distinguía por enterrar a los individuos dos veces: las llamadas dobles exequias.

Sobre el hallazgo, el antropólogo explicó que tiene una antigüedad de entre 1100 d. C. a la época de contacto español y misional jesuita (1533 a 1768 años d.C.), “se trata de un entierro humano compuesto por dos individuos adultos (uno femenino y el otro masculino) cuya edad al momento de la muerte era entre 20 y 25 años.

Los cuerpos -sepultados de manera simultánea, el hombre abajo y la mujer arriba-se depositaron dentro de una fosa no mayor de 50 centímetros de profundidad, boca abajo, con las piernas dobladas hacia atrás y los talones sobre la cadera.

Habían sido amortajados con pieles y amarrados fuertemente con cordeles, de los cuales no quedó rastro. Sin embargo, la existencia de la mortaja se infirió por la posición “apretada” de ambos esqueletos.

“A diferencia de otras tradiciones, en las que la separación post mórtem de partes del cuerpo se hacía con instrumentos como navajillas y cuchillos, en El Conchalito se aprovechaba el proceso de descomposición natural del cuerpo para realizar esta tarea manualmente”, sostuvo Rosales-López.

Los dos esqueletos hallados tenían removida la cabeza de tal forma que los cráneos estaban en posición vertical: el facial de la de mujer “miraba” hacia el mar y el del hombre hacia el interior peninsular.

El especialista recordó que otros entierros localizados con anterioridad en el sitio presentaron uno o ambos brazos separados, o las piernas, e incluso en algunos no se seccionó el cuerpo, sino sólo se cambió su posición. Las direcciones a las que fueron orientados los diversos cuerpos o sus partes separadas en la segunda inhumación, son variables.

Por todo lo anterior, lo que el científico ha considerado relevante es el hecho de tocar el cuerpo y mover la anatomía original, lo que está relacionado con una cosmovisión particular.

“A través de las investigaciones hemos concluido que este proceso corresponde a una forma de pensamiento particular de los conchaleños: para ellos la muerte no existía. En su cosmovisión, el individuo entraba a otra etapa de su existencia donde se le daba una primera sepultura.

“Ninguna cultura deja que el humano sufra eternamente, siempre resuelve una forma de liberarse de ese estado. En el caso de los conchaleños ese momento se daba en la segunda inhumación: Por eso los destapaban. Había que tocarlos y modificarlos”, acotó

De acuerdo con sus creencias, tras la segunda exequia, la existencia del individuo se fundía con el entorno que rodeaba al cuerpo. Eso revitalizaba la naturaleza, garantizando que la riqueza del entorno natural, siguiera disponible a sus descendientes, entre ellas las fuentes de alimento. En otras palabras, los inmóviles (difuntos) nutrían el hábitat.

La zona arqueológica de El Conchalito tiene una extensión aproximada de tres kilómetros sobre la costa y entre 40 y 50 metros hacia el interior. Los 61 entierros que se han hallado en un área de kilómetro y medio de la poligonal mencionada, coinciden con los mejores lugares para habitar dentro de la playa.

El antropólogo físico Rosales-López ha descubierto otros sitios arqueológicos con inhumaciones similares en Baja California Sur: en Ensenada de Muertos y Rancho Rodríguez, municipio de La Paz; El Médano, Barco Varado y playa Las Destiladeras, municipio de Los Cabos; San Juanico, municipio de Comondú; Bahía Concepción, municipio de Mulegé, así como las islas Margarita y Magdalena.

Todos los entierros han sido relevantes ya que cada uno ha arrojado información distinta que en conjunto ha aportado elementos con los que hoy se puede bosquejar la historia de las costumbres funerarias de los antiguos californios.

ntx/jcd

Entregan El Caballito tras restauración

Frente al Museo Nacional de Arte donde esta mañana fue develada la escultura ecuestre de Carlos IV, mejor conocida como El Caballito.

La escultura fue entregada luego de que un equipo interdisciplinario de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) culminó los trabajos de restauración y conservación integral de esta obra.

En noviembre de 2016, cuando el INAH anunció que iniciaba el proyecto  de restauración, los encargados del proyecto señalaron que la pieza estaría lista en mayo o junio. Siete meses después, con un costo de 7 millones y medio de pesos, la escultura ya está lista para que el público pueda apreciarla.

De acuerdo con los especialistas, el acabado final de la pieza será un tono verduzco, el mismo color que su autor aplicó originalmente a finales del siglo XVIII.

JCD

El INAH 78 años, dedicado a la defensa del patrimonio nacional

Creado el 3 de febrero de 1939, por mandato del presidente Lázaro Cárdenas, el Instituto Nacional de Antropología e Historia tiene la misión de investigar, conservar y difundir el patrimonio arqueológico, antropológico e histórico de México

Aunque se puede pensar que el INAH sólo se dedica a la conservación e investigación de las zonas arqueológicas, el campo de acción en que actúa el organismo es bastante amplio.

Ya que además, se dedica al rescate de las lenguas indígenas que llevan a cabo los lingüistas, quienes han proporcionado información rica y variada acerca de las más de 50 o 60 lenguas que todavía se hablan en el país.

También se ven los estudios de antropología física, disciplina que actualmente cubre muchos aspectos, desde estudios genéticos, hasta excavación de entierros, análisis óseos, análisis de estatura y otros. Además, contamos con la etnología, dedicada principalmente al estudio de las sociedades indígenas, y la antropología social, que estudia problemáticas del México actual.

A todo esto, habría que añadir la historia, ya que hay todo un grupo de historiadores que investigan dentro del INAH y que también han aportado su conocimiento tanto al México prehispánico, como al colonial y al actual.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia es una de las instituciones más sólidas de América Latina, toda vez que prácticamente no tiene precedentes por las diversas ramas que maneja en  la investigación, la formación, el resguardo del patrimonio y su difusión.

Según datos del propio INAH, en México se han descubierto más de 28 mil sitios arqueológicos, de los cuales, menos de 200 están abiertos al público, pero se estima que podrían ser más de 200 mil los lugares con vestigios antiguos.

MiHeL