Más allá de la agenda de la novena cumbre de los BRICS, el centro de atención es la evaluación de daños de la relación India-China y que espacio puede llenar este grupo del dejado por la presidencia de Donald Trump.

Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica (BRICS) se reúnen a nivel de jefes de Estado del tres al cinco de este septiembre en su novena cumbre en la ciudad china de Xiamen.

La elección de esta ciudad como sede es estratégica para China, ya que está conceptualizada como un pivote de la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI, un proyecto dorado de Beijing.

De acuerdo a un análisis de la agencia china Xinua, la esencia del grupo está conformada por la apertura, la inclusivas y la cooperación a fin de ganar-ganar.

Esa esencia determina que los BRICS deban de tener un círculo de amigos muy amplio, y por ello el tema en esta novena cumbre es profundizar relaciones de socios en aras de un brillante futuro.

Más allá de este planteamiento, los trabajos han generado expectación, en primer lugar, para ver que tanto se dañaron o se han sanado las relaciones entre el presidente chino Xi Jinping y el primer ministro indio Narendra Modi.

Durante unos dos meses los ejércitos de China e India se vieron cara a cara en la frontera común en el Himalaya, en particular en la región de Doklam, que disputan China y Bután.

Se trató de la primera vez que tropas indias se vieron de frente -y no de manera amistosa- con sus contrapartes chinas en el territorio que reclama Bután, anota el sitio de análisis estratégico The Diplomat.

Agrega que en la zona se creó tensión por el temor de que China quisiera extender su influencia más allá del oeste del río Torsa Nala, en busca de extenderse hacia el sur de la zona de Jampheri Ridge, de importancia estratégica para India.

En un comunicado fechado el 30 de junio, la cancillería india señaló que en acuerdo con Bután, se oponía a cualquier cambio unilateral en la situación de la región, afectada por maniobras chinas a mediados de ese junio.

Durante casi dos meses y medio fuerzas de ambas potencias nucleares estuvieron en tensión, hasta que el pasado 28 de agosto se regresó a la situación previa al 16 de junio, con comunicados complementarios difundidos por las partes.

India se retiró a las posiciones previas, China continuará con los patrullajes que ha hecho por años, pero sin resolverse de fondo la disputa que data al menos de fines del siglo XIX.

La tensión fronteriza se resolvió a una semana de la cumbre BRICS, que será el primer escenario en que se encuentren Xi y Modi tras la crisis, y la atención estará en su capacidad para crear acuerdos y superar las diferencias.

Se debe considerar en este asunto que el presidente estadunidense Donald Trump, a mediados de agosto, llamó a India a jugar un papel importante en su nueva política hacia el sur de Asia y Afganistán.

Ese papel se da en el marco de las críticas del mandatario a Pakistán por ser protector de terroristas, según dijo Trump, un país que rivaliza con India, ambas potencias nucleares.

Junto a esa situación regional, se encuentra el aspecto global, donde se espera que China empuje al grupo a tomar el liderazgo, al menos parcialmente, que ha dejado el actual aislacionismo económico de Estados Unidos, señala el South China Morning Post.

En ese marco llama la atención que en la cumbre de Xiamen hayan sido invitados los líderes de Guinea, México, Tailandia y Tajiskistán, quienes han confirmado su asistencia.

También se cursaron invitacionesn a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), formada por Agentina, Bolivia, Brasil, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay y Venezuela.

Y lo mismo ocurrió con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que integra a los países del continente americano con la salvedad de Canadá y Estados Unidos.

BRICS engloba al 43 por ciento de la población mundial, así como al 23 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del planeta.

NTX