La belleza…

 

Hay palabras que desde que las escuchas, generan un impacto enorme, y tal es su impacto que muchas veces, nos cuesta trabajo digerirlas, como si fuera algo prohibido, algo que estuviese fuera de contexto.

 

Justo hoy, hablando con una muy querida amiga, (que por cierto admiro con todo mi ser) salió el tema de “la belleza”. Y es que, se puede describir a la belleza desde distintas miradas.

 

Determinar qué es bello y que no lo es, es quizá uno de los más interesantes desafíos intelectuales. Para muchos, a causa de la subjetividad, se trate simplemente de una quimera. ¿Cuándo y a qué objetos es lícito aplicar la categoría de belleza? ¿Es bella la naturaleza, su representación o la relación entre ambas? ¿Qué parámetros rigen a una o a la otra? ¿Existen códigos que trasciendan las normas culturales y temporales? El debate se abre como un abanico que al ramificarse ofrece nuevas posibilidades. Algunas complementarias y otras, llanamente contradictorias.

 

La belleza puede aplicarse en términos general o podemos optar por hablar de la representación artística en particular, de la mano del talento creativo. No es original señalar que ésta se ve influía siempre por un marco filosófico ya sea de manera implícita o explicita. Esta evidencia se expresa en la historia del arte, en el florecer de los movimientos artísticos y en sus respectivas reacciones. Pero más allá de esta interacción fascinante entre la razón y la creación, resolver qué es lo bello y por qué, conforma uno de los problemas centrales de la estética y ha sido aborada por no pocos pensadores a lo largo del tiempo.

 

Una de las primeras discusiones al respecto, la encontramos en Jenofonte, en el siglo V a.C. Jenofonte afirmó que existen tres categorías diferentes para el concepto de belleza:

 

 

1.La belleza ideal: basada en la composición de las partes

 

2.La belleza espiritual: el alma, que se expresa a través de la mirada

 

3.La belleza funcional: las cosas son bellas en tanto que son útiles.

 

Y es en este sentido que las cosas pueden ser bellas o feas a la vez, esto es, según que fin persigan. Esta idea relativista, será reemplazada por otros criterios de corte idealista, que fueron dominantes por largos años a través de la historia.

 

 

 

Belleza esencial, belleza perfecta

 

Es así que será Platón quien elaborará las concepciones de belleza que más impacto tendrán en occidente. En primer lugar, tomará de Pitágoras la noción de belleza como armonía y proporción. Y luego, el concepto original de esplendor, según el cual la belleza reside en una suerte de luz ininteligible de la cual el mundo sensible es una mera aproximación: “de la justicia, pues, y de la sensatez y de cuanto hay valioso en las almas no queda resplandor alguno en las imitación de aquí abajo, y solo con esfuerzo y a través de órganos poco claros, les es dado a unos pocos, apoyándose en las imágenes, intuir el género de lo representado.” (Platón, Fedro)

 

 

 

La belleza, en síntesis, es para Platón algo independiente de lo físico de manera tal que no tiene por qué corresponderse con una imagen visual. Esto significa, entonces, que la ésta es suprasensible y está más allá de lo intelectual., por lo tanto, captar lo verdaderamente bello no es algo posible para todos.

 

 

A mi, me costó mucho trabajo aceptarme como era. Hace 6 años, cuando me decían. “¡Eres inspiración!” “¡Tienes una esencia hermosa!” Yo me limitaba a responder, “¡Yo soy Xicani! Dementando mi esencia, mi cuerpo, mi discapacidad. Incluso, al grado de verme con “asco” “feo” “cero atractivo” Nada, a Xicani, me encargaba de hacerlo “mierda” “basura”. Lejos de no permitirme que las personas me reconocieran, no me reconocía a mí, a mi esencia.

 

Ha sido un trabajo continuo, uno de las cosas que más trabajo me ha costado atravesar, de los que más ha dolido, pero que sin duda, ha valido la pena el camino. Y que gracias a ello, puedo conectar con mi esencia pura, y transmitir mi misión de vida, que es esta:

 

 

Sin duda alguna, el universo nos ha dado un poder que poco conocemos, y poco llevamos a la práctica, algo que nos hace únicos e “”imperfectamente perfectos” “¡La belleza!”

 

 

 

Xicani.

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