Malas decisiones por sesgo de sobre precisión

“Todo este mal juicio que tenemos el uno del otro se basa en la ignorancia”.

Marjane Satrapi historietista y pintora franco iraní.

Desde hace ya muchos meses hemos presenciado un ambiente de polarización en la discusión de prácticamente cualquier tema económico, político o social, que toca la esfera de lo público.

Se pensó que ello terminaría después de la elección presidencial, después que ello ocurriría al concretarse el cambio de gobierno, pero la polarización no sólo no disminuye, sino que se acrecienta. Ello genera, además de una reducción de los espacios de discusión y conversación, una peligrosa reducción y sobre simplificación de los problemas, para convertirlos en posturas antagónicas que no admiten ni diagnóstico ni discusión sobre puntos de coincidencia o explicaciones alternativas.

Este entorno de polarización afecta la vida económica. Muchas de las discusiones que presenciamos se refieren precisamente a temas relacionados con el presente y futuro de la economía o a temas que tienen un efecto directo sobre la evolución de la misma; así como al diagnóstico de lo ocurrido en el pasado que, con frecuencia, es utilizado para justificar las visiones del presente o propuestas para el futuro.

Este fenómeno de polarización no es privativo de México, en el estudio “Unmotivated bias” and partisan hostility: Empirical evidence”, de Daniel F. Stone, se hace un análisis de los factores que han contribuido a la polarización en la discusión en los Estados Unidos.

El estudio encontró que las personas tienden a generar un sesgo en contra de aquello (personas o argumentos), que representan temas que no les gustan o por los que tienen aversión.

Ello deriva en un sesgo denominado de “sobre precisión”. Las personas tendemos a tener un exceso de confianza que nos lleva a creer que conocemos de los temas más de lo que realmente conocemos y que, consecuentemente, somos capaces de opinar aun careciendo de conocimientos básicos al respecto. Este sesgo se refiere a una fe excesiva en la calidad de nuestros juicios y a que consideramos que cualquier información que tenemos es suficientemente precisa para validar los argumentos y creencias que exponemos y que son la base de nuestras decisiones.

Lo anterior resulta negativo para nuestras decisiones. Primero, aquello por lo que tenemos aversión lo rechazamos sin análisis; después, tenemos sobre confianza de

nuestro conocimiento sobre los temas y ello nos lleva a creer que los datos que tenemos (sin importar la fuente, la consistencia lógica o la validación que exista sobre los mismo), es suficiente para formular un juicio o tomar una decisión.

Cuando estos sesgos se manifiestan tan sólo en argumentaciones simplistas en redes sociales, los efectos negativos pueden ser menores; sin embargo, cuando estos se traducen en decisiones respecto de temas como el ahorro, el gasto presente o nuestras perspectivas del futuro económico, las consecuencias pueden ser sumamente negativas.

Como la mayoría de los sesgos y conductas, este tipo de condiciones son difíciles de auto diagnosticar y, consecuentemente, de evitar; sin embargo, el desarrollo de un pensamiento crítico puede ayudarnos a identificar cuándo nuestro razonamiento no está fundado en datos consistentes y en argumentación lógica. Para aquellos que genuinamente están interesados en mejorar la calidad de sus decisiones es fundamental desarrollar el sentido autocrítico que les permita evitar la validación automática de aquello que les resulta afín, evitar la descalificación automática de aquello por lo cual sienten aversión y, sobre todo, construir sus decisiones a partir de información verificable y consistente.

Como sociedad y como individuos debemos recobrar nuestra capacidad de razonar y decidir a partir de información lógica y verificable que fundamente adecuadamente nuestras decisiones.

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