Valencia derrotó a Barcelona y se llevó la Copa del Rey

El Valencia acabó con el reinado del Barça. En una noche para el recuerdo, enloquecida y que acabó con los nervios de todo el mundo, con el campeón destronado buscando el empate con más corazón que fútbol y el nuevo Rey desesperado por alcanzar la orilla.

El fútbol es esto. Y el Barça, que nunca supo manejarse en situaciones desesperadas, no pudo evitar una derrota con sabor a final de una era. No hubo doblete y sí habrá que reflexionar. El fútbol…

La final no pudo comenzar mejor para el Barça, que controló el balón con absoluta comodidad durante cuatro minutos iniciales en los que el Valencia, agazapado y sin saber cómo entrar en juego, le cedió toda la iniciativa, incapaz de mostrar más plan que defenderse… Y esperar.

Esperar y confiar en algún error de cálculo o un mal pase, o lo que pudiera darle entrada en el partido. Y ahí apareció de repente Lenglet para resbalar, regalar el balón a Rodrigo el balón y empezar a romperse el plan azulgrana. Si es que lo había. Suerte tuvo el Barça de que el delantero che no acertó en el remate tras driblar a Cillessen estrellando el remate en el palo… Pero ya, de pronto, el miedo empezaba a cambiar de bando.

Seguía controlando el campeón pero ya daba una sensación de poca ambición que regalaba esperanza al Valencia. Y su ambición sí fue la que cambió el rumbo de la noche. A lo bestia.

Ocurrió que el Barça mostró lo mal que corre hacia atrás y le obsequió a Gayá con una autopista en su banda, descontrolados tanto Sergi Roberto como Semedo para que pudiera regalar un balón raso al área que controló Gameiro sin que apareciera nadie más que el desesperado Alba, incapaz de atacarle el balón y permitiendo su regate y disparo duro, casi a placer. 0-1.

Sin más solución que buscar a Messi el campeón de Copa entró en un bucle desesperante y le regaló al Valencia la capacidad de creer, de crecer y de saberse capaz de cambiar la historia de la Copa… Tal fue así que apenas pasar la media hora una cabalgada de Soler por la banda dejó retratado a Jordi Alba para centrar y ver como Rodrigo, sin nadie que acudiera al rechace, remataba a la red desde casi la misma línea de gol. Sin Cillessen, sin Piqué, sin Lenglet… Sin nada ni nadie.

Moribundo el Barça, parecía pedir a gritos el descanso para intentar de alguna manera buscar soluciones desesperadas. Solo un paradón de Domènech a Messi dio señal que podía imaginarse algún cambio de guión en la segunda mitad. Pero dando la impresión de ser más deseo que posible realidad.

Con información de ESPN

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