Moto Guzzi 1100 Sport Café Racer

Una de las mayores ventajas de no tenerle miedo a meterle mano a tu moto, es que el día que decides hacerlo en serio, le puedes dar vuelo a la hilacha. Y eso fue justo lo que hizo el dueño de la Moto Guzzi 1100 Sport Café Racer. A primera vista, no se ve tan diferente de la original, pero tiene muchísimo trabajo.

Adam Grosser trabaja en finanzas, pero se relaja haciendo proyectos de personalización -principalmente de aviones y barcos-, aunque ha hecho unas cinco motos. Se decidió por una Guzzi 1996 porque previamente había trabajado con una V65 y le encantó la excentricidad de la marca (¡que se aviente algo con la V85 TT!)

Lo primero que hizo con la Moto Guzzi 1100 Sport Café Racer fue rehacer el motor, pues estaba bastante cascado. Lo “estroqueó” a 1,200 y, dice, ahora tiene un torque masivo. Aunque usted no lo crea, se aventó casi todo el trabajo en su taller, aunque sí tuvo que mandar a maquinar algunas piezas.

Luego la cosa se puso interesante, pues agarró la horquilla, rin y abrazadera inferior de una Suzuki GSX-R1000. Para poder usarlas, tuvo que modificar el poste de la dirección y fabricar una abrazadera superior. Adam dice que ahora la moto es mucho más ágil que la original. Los frenos de la Moto Guzzi 1100 Sport Café Racer también son de una Suzuki GSX-R, pero los discos son aftermarket (bastante más locochones). Atrás hay un nuevo amortiguador Matris, pero dejó el rin original.

 

¡Todos a bordo!

El carenado de la Moto Guzzi 1100 Sport Café Racer merece mención aparte, porque el frente y colín están hechos de fibra de carbono. El asiento es una creación de Sid Chavers, un famoso tapicero de hot-rods. Adam tomó la inspiración para el frente de una fuente nada usual: las locomotoras aerodinámicas de los años treintas. Por ello, hay dos faros hundidos de xenón, uno sobre otro, y una línea de remaches en el fairing.

Los headers también fueron hechos a mano por Adam con dos tubos de acero inoxidable y ahora enmarcan el motor por el frente y por abajo. Los silenciadores son dos Yoshimura que, si los ven diminutos, es porque son para motos de cross de 450 cc. El filtro de aire quedó en la basura y ahora lleva un par de trompetas.

 

Para finalizar el trabajo, Adam recurrió a varios componentes de Motogadget, como puños, direccionales, interruptores o el velocímetro. La pintura, por su parte, es obra de John Bisson de Finishing Touch. “Nunca he visto una moto gris con bronce y quería unir el look de la horquilla anodizada con el resto de la moto”, dijo Adam.

Cortesía de AUTO COSMOS

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