La economía de China se desaceleró en marzo a medida que el consumo, los bienes raíces y las exportaciones se vieron duramente afectados, quitando el brillo de las cifras de crecimiento del primer trimestre más rápido de lo esperado y empeorando una perspectiva ya debilitada por las restricciones de COVID-19 y la guerra de Ucrania.
El mayor desafío a corto plazo para Beijing son las nuevas y duras normas sobre el coronavirus en un momento de mayores riesgos geopolíticos, que han intensificado las presiones sobre los costos de la oferta y los productos básicos, dejando a las autoridades chinas caminando con una cuerda apretada mientras intentan estimular el crecimiento sin poner en peligro la estabilidad de precios.
El producto interior bruto (PIB) aumentó un 4.8 % en el primer trimestre con respecto al año anterior, según mostraron los datos de la Oficina Nacional de Estadística el lunes, superando las expectativas de los analistas de una ganancia del 4.4 % y recogiendo desde el 4.0 % en el cuarto trimestre.