A penas habían pasado dos horas y cuarto del simulacro para conmemorar el terremoto de 1985 cuando la tierra volvió a cimbrarse, pero esta vez, además de dejar severos daños en varias zonas de la Ciudad de México, sorprendió a los habitantes de la pequeña comunidad de Tlatempa, en el municipio mexiquense Ocuilan.

Han pasado 32 años de “otro” 19 de septiembre y como si se trata de un dejá vu, premonición o simplemente un capricho de la naturaleza, el sismo del martes pasado “para mí fue más duro”, comentó Juan Saucedo Figueroa, habitante de dicha comunidad de apenas 300 pobladores.

Para Don Juan, de 63 años de edad, este movimiento telúrico “fue algo terrible porque nunca habíamos sentido algo así y aunque mucha gente dice que fue más duro el del 85 (…) no pasó lo que ahora vivimos en Tlatempa”, donde las casas quedaron disminuidas a escombros.

Aunque la casa del sexagenario, ubicada en un predio de la calle Adolfo Mateos, fue una de las más devastadas, también las de sus hermanos Rosalío, Tomás y Fidel Saucedo Figueroa quedaron en condiciones similares.

Ahora ellos y sus familias viven a la intemperie porque compartían el mismo terreno, pues era la herencia de sus padres. Donde antes vivían 40 personas, “ahora nos quedamos sin nada. Estamos volando en el aire y esperando lo que venga”.

Rosalío Saucedo señaló que muchos de los vecinos también sufren los estragos del movimiento telúrico y calculó que un 60 por ciento de las viviendas está condiciones similares. “Todos estamos en esta tragedia”, subrayó.

Afortunadamente, agradeció con la mirada al cielo, quedamos vivos y no hubo decesos que lamentar en esta comunidad, pero sí pérdidas del patrimonio.

El nativo de 59 años de edad lamentó que la fuerza de la naturaleza le haya arrebatado en menos de un minuto su vivienda “de más de 45 años de esfuerzo”.

De acuerdo con datos preliminares del censo, hasta este viernes en Tlatempa 28 viviendas, la primaria y la iglesia están dañadas por completo, aunque el número podría aumentar porque sigue la evaluación de daños en los hogares que todavía permanecen de pie.

El vaivén de la tierra

Don Juan era el único que estaba en este predio cuando empezó a temblar el pasado martes y al momento de vaivén de la tierra corrió sin detenerse hasta llegar a la calle. “Fue algo espantoso porque nunca lo habíamos vivido; la fecha (19 de septiembre) se repitió y ahora fue más duro”, insistió.

Se cuestionó cómo el movimiento de la tierra fue variable porque partió las casas, las razones por las cuales las bardas quedaron destruidas en forma de X y de diferentes líneas. “¿Ahí no me lo puedo explicar?”, expresó.

Ya en la calle, relató, dos personas cayeron una y otra vez al suelo porque no podían mantenerse de pie. “Parecía que las flotaba el temblor”.

“Ahora estamos pisando la tierra que verdaderamente fue abierta por el temblor. Hay grietas que se abrieron (…) por el fenómeno que nos vino a destruir y fue algo inesperado”, sostuvo el mexiquense, quien lamentó lo ocurrido sin olvidar “dar gracias a Dios porque estamos vivos”.

Por su parte, Don Tomás Saucedo fue sorprendido por el sismo mientras trabajaba en su huerta de aguacate, pero reconoció que quedó impresionado con los daños en su casa cuando la vio al regresar. “Sufrió fracturas abajo y arriba y ya no es habitable”, dijo.

Volver a comenzar

Hasta el viernes una maquina atravesó el puente fisurado que conecta a Tlatempa con Ocuilan; es la única vía de comunicación para ayudar a las cuatro familias a remover los pedazos de concreto, las varillas retorcidas y los enseres domésticos que quedaron en el terreno, el cual hoy luce como una “zona de guerra”.

Esto porque “desde el día del temblor estamos a puro puño para tratar de reordenar lo que la naturaleza nos destrozó”, dijo Don Rosalío.

Reiteró sentirse afortunado de alguna manera, porque a la comunidad llegaron decenas de voluntarios para darles una mano. “Son grupos de la sociedad y son de la gente más pobre y humilde de los rincones de nuestro país”, aplaudió.

“(Ellos) no traen maquinaria, sólo herramientas y un corazón para entregarlo aquí, y lo están haciendo al ayudar a demoler lo que quedó”, comentó.

Mientras los vecinos, con ayuda de las brigadas, avanzan en las tareas para retirar los escombros y después pasar a la etapa de la reconstrucción, los tres hermanos pidieron a las autoridades voltear a ver a la comunidad porque “es una de las más perjudicadas”.

Reconocieron que pese a que la ayuda llega a los vecinos es insuficiente porque algunos duermen sobre colchonetas y cartones en el albergue instalado, con todo y el temor por las réplicas y por las lluvias.

Pidieron apoyo urgente y materiales como tarimas, lonas, lámparas, extensiones, pilas, faros, carpas, colchonetas, lonas, láminas, camiones de volteo y maquinaria trascabo, entre otros.

“Estamos como los animalitos, donde nos agarra la noche”, se dolió don Juan, quien reconoció desolado: “es triste lo que estamos viviendo, nosotros aquí es cuando necesitamos apoyo”.

NTX