El muro: historia, fracaso y tragedia

Donald Trump hizo de la construcción del muro fronterizo un lema de campaña, al que aderezó con aquello de que “y los mexicanos lo van a pagar”, repetición que le sigue dando tema cuando no encuentra otro.

Pero el muro y la extrema vigilancia en la frontera tienen historia y han tenido mortales consecuencias.

La primera acción de este tipo se dio durante la administración de William Clinton, cuando se puso en marcha la llamada Operación Bloqueo el 19 de septiembre de 1993, con el despliegue de 400 agentes de la Patrulla Fronteriza a lo largo de aproximadamente 30 kilómetros de la frontera colindante con El Paso, Texas.

Más tarde denominada Sostener la Línea, la operación requirió de 450 millones de dólares y consistió en un despliegue “de disuasión”, pues los agentes se situaron en zonas de alto flujo migratorio, en puntos de gran visibilidad para ver a los migrantes y para ser vistos por ellos. Una demostración de fuerza que concentró a dos mil agentes.

El 1 de octubre de 1994 se inició oficialmente la Operación Guardián, que creó un cerco de una barda triple, con equipo técnico que constó de luces tipo estadio en la línea divisoria Tijuana-San Diego; equipo militar de visión nocturna; sensores electrónicos en los senderos transitados por los indocumentados; el doble de agentes en la zona, con una supervisión de 24 horas y el apoyo de helicópteros, lo que luego se replicaría en muchos tramos fronterizos.

Y todo para que en los primeros años de este siglo cruzaran la frontera más migrantes que nunca. Todo ese alarde no detuvo la migración, pero sí causó la muerte de más de 10 mil mexicanos.

En el documento Historia de la Oficina del Inspector General de Investigación, Operación Guardian, 1996, del Departamento de Justicia de Estados Unidos, se señala: “La persecución y aprehensión de inmigrantes ilegales era considerada una excitación y una diversión.”

El documento resalta: “el propósito de este plan era contrarrestar la manera en que los inmigrantes ilegales cruzaban la frontera México-Estados Unidos, y cambiar de lugar el tráfico restante hacia el este, donde la Patrulla Fronteriza espera tener una ventaja”.

¿Cuál ventaja? La que daba a Estados Unidos la dureza de desiertos y montañas, las únicas rutas posibles luego del bloqueo de las zonas urbanas y que esperaban a los migrantes con climas extremos y riesgos mortales.

Así, pues, no es nuevo que Estados Unidos recurra al sufrimiento de “los otros” a la hora de decidir sus políticas, como ahora lo hace al pretender separar a las familias de migrantes en la frontera para disuadirlas de intentar el cruce con sus hijos.

Poco disuadió con sus mil 200 kilómetros de muro y sí propició la muerte de miles, pero sigue empeñado, ahora con el mesías Trump, en construir muros caros e inútiles.

Con la mitad de los 20 mil millones de dólares que se supone costará completar el muro se podrían ejecutar cientos de programas de impulso al desarrollo regional para que la gente tuviera trabajo y oportunidades en su lugar de origen.

El fracaso de los muros está a la vista, pero no quieren verlo quienes los aprecian como solución o como bandera para mantener adeptos sobre la premisa de que los migrantes son los causantes de todos los males, afirmación que desmontaremos en este mismo espacio en unos días.

Twitter: @mfarahg

Secretario general de la Cámara de Diputados y especialista en derechos humanos.

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