¿Y si construimos un mundo sin ISIS?

El atentado terrorista en Manchester es bajo: por la planeación que implica, por la crueldad implícita, porque extinguió vidas que apenas comenzaban, porque se dirigió en contra de un público mayoritariamente femenino. Y a pesar de toda esa bajeza, la respuesta debe ser acorde con el honor, con la dignidad y con el aplomo de tener una categoría moral distinta.

“Atentado terrorista” se ha vuelto un término de uso común en nuestros días. Lo que antes evocaba a la barbarie política de la década de los ochenta, hoy se ha vuelto el común denominador de la inestabilidad política europea. Lamento que este sea el lenguaje de nuestros días; me hiere que esa sea la cotidianidad de nuestros tiempos. Pero no alcanzo ni a sospechar el inmenso dolor de los padres que perdieron a sus hijas en el atentado.

Lo que vimos antier en Manchester es, simplemente, inaceptable. Este eslabón en la cadena de ataques perpetrados por el Estado Islámico no hace sino reforzar fuertes convicciones ciudadanas: no se negocia con terroristas; no se toman decisiones por miedo; no se debe caer en el juego de las amenazas.

Pero, todavía más. ISIS ha mostrado que desprecia la vida de las mujeres; en especial, de las niñas. La mezcla perversa de violencia, el descrédito por la vida humana y el machismo hicieron que atacara n en un concierto donde las más eran niñas y jovencitas acompañadas de sus madres.

Parece que el Estado Islámico no cambiará el rumbo; el terrorismo y la barbarie serán la marca de su paso por la historia. Por ello, las medidas de seguridad habrán de incrementarse, acompañadas de la solidaridad y comprensión ciudadana. Pero sin caer en el extremo opuesto y se vulneren la confianza, el tránsito y la intimidad a la que todos tenemos derecho.

También, es momento de plantear una solución radical para el conflicto en Turquía: que el dictador Erdogan no se beneficie de las represalias en contra del grupo terrorista. El tiro, me parece, tiene que ser doble: derrocar al dictador y contener a ISIS. Esto solo podrá lograrse en una acción coordinada internacionalmente y liderada por las Naciones Unidas.

¿Y si cambiamos las palabras? ¿Si nos empeñamos en que, cada día, charlemos sobre crecimiento, responsabilidad y esfuerzo? ¿Si nos prometemos que desconoceremos a quienes actúen al margen de la razón y de la ley? ¿Y si nos comprometemos a defender a las más débiles? ¿Y si le plantamos cara a al terrorismo? ¿Y a la corrupción? ¿Y si construimos un mundo sin ISIS y sin dictadores? ¿Por qué no?

A pesar del dolor y la indignación por la vida de las personas fallecidas, nuestras convicciones han de permanecer incólumes: frente a la barbarie, la tolerancia; frente al absurdo, la razón; frente a la violencia, la política. Sólo así podremos construir la civilización que merecemos.

* Profesora Investigadora de la Universidad Anáhuac.

[email protected]
Twitter:
@ValHumanrighter

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.