El uso excesivo del celular puede estar vinculado con decisiones financieras impulsivas

“La habilidad de hacer una pausa y no actuar por el primer impulso se ha vuelto aprendizaje crucial en la vida diaria.” Daniel Goleman, psicólogo autor del concepto Inteligencia Emocional.

El uso de los teléfonos celulares y en general de dispositivos móviles, se ha vuelto una constante en la vida de la mayoría de las personas.  Su uso es frecuente y cotidiano y, como en la mayoría de las conductas, las personas manifiestan distintos tipos e intensidades en su comportamiento en relación con el uso de esta tecnología.

Algunos son capaces de usar sus dispositivos de forma mesurada, mientras que para otros el uso de la tecnología y en específico de sus teléfonos celulares, limita incluso la realización de otras actividades, con comportamientos que podrían ser caracterizados como obsesivos.

De acuerdo con la investigación “La Materia Blanca del Cerebro Predice el Uso de Teléfono Móvil y de la Toma de Decisiones Impulsivas”, de Hampton, Wilmer, Olson, Olino y Chein de la Universidad de Temple, que presentaron en el pasado 15º encuentro de la Sociedad de Neuroeconomía; el uso obsesivo de los teléfonos y dispositivos móviles puede estar relacionado con una propensión de comportamiento impulsivo que se manifiesta también en procesos de decisión igualmente impulsivos. Y, como es bien sabido por todos los que en algún momento la padecemos, la impulsividad en las decisiones afecta de forma negativa nuestra conducta financiera.

El estudio mostró que ciertos patrones de conectividad cerebral en las regiones del cerebro (tegmental ventral y cuerpo estriado ventral) están asociados con personas que muestran una tendencia a una conducta obsesiva en el uso excesivo de la tecnología móvil y que presentan también comportamientos asociados a una elevada sensibilidad hacia las recompensas de corto plazo; así como dificultad para valorar adecuadamente las recompensas en el futuro; siendo éstas últimas dos condiciones altamente relacionadas con la proclividad de las personas para gastar en el presente y para no ahorrar para el futuro.

Es importante precisar que la investigación no significa que el uso del teléfono celular provoque malas decisiones financieras; a lo que se refiere es que a los patrones de comportamiento cerebral que provocan lo primero, también inciden en lo segundo.

Como en muchos otros temas asociados con la conducta, si bien no es tarea fácil las personas podemos reentrenar los patrones neuronales y propiciar cambios favorables en la conducta. No necesariamente estamos predeterminados por la forma en que hoy funciona nuestro cerebro en lo que se refiere a la conducta.

Si de forma objetiva podemos decir que nosotros o alguien de nuestra familia muestra una conducta obsesiva hacia el uso de los dispositivos móviles, probablemente podemos esperar que sus decisiones financieras sean de baja calidad al tener una marcada predisposición hacia las recompensas de corto plazo, que les impida planear adecuadamente el futuro y que les lleve a tener conductas que propicien un gasto excesivo.

Los estudios que han encontrado formas de alterar las condiciones actuales de operación de nuestro cerebro, se refieren al establecimiento de dinámicas que, a través de la repetición de nuevas conductas, permitan crear nuevas conexiones neuronales y, consecuentemente, adquirir conductas diferentes.

Particularmente con los jóvenes, el uso excesivo de dispositivos móviles puede ser al mismo tiempo que una señal, un mecanismo negativo de refuerzo que los lleve a sostener patrones de decisión negativos, que incidan en sus decisiones económicas y financieras futuras.

Las investigaciones de neurociencia nos han mostrado en las últimas décadas que muchos de los patrones de conducta están profundamente enraizados en la forma en la que opera nuestro cerebro. Reconocerlo es importante, pero también lo es entender que no se trata necesariamente de una predestinación a ciertas conductas, sino que, con decisión, pero sobre todo con un sentido de reconocimiento de nuestras propias conductas negativas, podemos restablecer patrones que conduzcan a una vida futura, particularmente financiera, más plena.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

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