Novak Djokovic destroza el sueño de Rafael Nadal

En Australia, en donde tantos sin sabores ha tenido, castigado en ese cemento repetidamente, Rafael Nadal volvió a quedarse a las puertas del cielo, anulado por un tenista sencillamente indomable. Otra vez Novak Djokovic, otra vez el serbio, campeón por séptima vez en Melbourne sin oposición, tan superior que la pelea fue mucho más fácil de lo esperado y duró un suspiro. El número uno lució galones y se llevó un torneo con unas formas estupendas, capaz de reducir a la mínima expresión a todo un titán como Nadal, que nunca había perdido una final en tres sets. Es su ogro, no hay duda, y un campeón excepcional que ya cuenta 15 Grand Slams, a dos de su enemigo y a cinco de Roger Federer.

Es excepcional porque le ha tumbado en 28 ocasiones ya de 53 combates, que son muchísimas. De un tiempo a esta parte, Djokovic ha moldeado su juego y se sabe de carrerilla el patrón de Nadal, al que tortura cada vez que se cruzan en una pista rápida como la de Melbourne. Los ocho últimos partidos en dura entre estos dos tenistas han terminado de la misma manera, y ya se sabe cómo.

No habrá foto de portada para Nadal, ni se acercó a ello. Combatía contra la historia, que le hacía un guiño y le indicaba que podía convertirse en el único tenista de la era Open con, al menos, dos trofeos de todos los grandes, algo que solo Emerson y Laver lograron en tiempos de blanco y negro. Sin embargo, a la hora de la verdad fue Djokovic el que destrozó la estadística y ya puede exclamar, con todo el derecho del mundo, que es el mejor, que en Australia nadie ha logrado tanto premio (siete copas, una más que Roger Federer y Roy Emerson), que es casi imposible encontrarle un defecto cuando se emplea como lo hizo este domingo en las antípodas. Es una pasada, algo indescriptible.

Con información de ABC

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