Elecciones en España, moneda al aire

A un mes de que el presidente de España, Pedro Sánchez, convocara a elecciones generales para el próximo 28 de abril, la moneda sigue en el aire. De acuerdo con las últimas estimaciones, el PSOE contaría con 27% de los votos; en segundo sitio, se ubicaría el PP con 20%;  Ciudadanos se quedaría con 16,3%; Podemos se conformaría con 13,8%; mientras que Vox afianzaría un 12%.

Frente a estas tendencias se anuncian un par de certezas: la primera, el siguiente será un gobierno de coalición entre partidos de izquierdas o de derechas pues —de forma individual— ninguna agrupación alcanzaría los 176 escaños en el Congreso que le permitan formar gobierno.

Segunda, ninguno de los partidos ha querido enfrentar al punto de quiebre del gobierno de Sánchez: presupuestos e impuestos. Se sabe bien que ese no es un tema electoralmente popular; sin embargo, es políticamente irresponsable dejarlo de lado. Los electores merecen saber cuánto, cuándo y en qué gastará el gobierno los impuestos y, todavía más, si habrá aumentos o no.

La cara de la derecha, el lado negro. Hay dos factores que me preocupan, especialmente, si se consolidan los votos alrededor del bloque de la derecha. Se trata de la corrupción y la impunidad, por un lado; y del autoritarismo, por el otro.

Los escándalos del caso Bárcenas y la caja b del Partido Popular no han terminado de resolverse y, no sorprendería a nadie, que en caso de ser gobierno, se empantanaran la investigación y la justicia. Me parece que la fórmula gobierno-corrupción-impunidad es tóxica para la salud democrática; en México, sabemos bien lo difícil que es recuperarse de dicha intoxicación.

Por su parte, el partido Vox es un peligro histórico que no merece espacio de gobierno. La conducta de Vox replica las prácticas más deleznables de las sectas religiosas: secrecía respecto a sus dirigentes, silenciamiento y deslinde de los escándalos sexuales, obediencia total a las normas del partido, criterios morales para los candidatos y sus familias. Por si esto fuera poco, en el documento 100 medidas para la España Viva, el partido pasa del delirio constitucional a la amenaza en contra de los grupos socialmente vulnerables. Vox romantiza sus intimidaciones bajo el halo de la recuperación de la “verdadera” España “unida”.

La cara de la izquierda, el lado oscuro. La salida de Iñigo Errejón de Podemos ha cimbrado al partido, pues, con su partida, se llevó consigo buena parte del capital intelectual de Podemos. Iñigo y Pablo miran la política en las mismas coordenadas pero no en las mismas tonalidades; de ahí vienen los desencuentros que anticipaban —años atrás— la ruptura. Pablo Iglesias e Irene Montero se enfrentan no sólo al bloque reaccionario sino, más importante aún, a la consolidación de un partido al que también lo persigue el fantasma del autoritarismo venezolano.

No son buenos días para los ciudadanos españoles pues tendrán que elegir entre lo nefasto y lo peor.

Cortesía de LA RAZÓN

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.