Mientras el resto de los gobiernos de Europa lanzaban sus campañas de vacunación contra el coronavirus con bombos y platillos, Francia lo hizo con una actitud más discreta dado el amplio escepticismo entre la población.
Luego de la primera vacuna, aplicada a una mujer de 78 años residente de un asilo de ancianos cercas de París, el presidente Emmanuel Macron suplicó a sus compatriotas: “Confiemos en nuestros científicos y nuestros médicos. Somos el país natal de la Iluminación, de (el pionero de las vacunaciones Louis) Pasteur. La razón y la ciencia deben prevalecer”.