Estados Unidos tiene suficientes reservas de litio, cobre y otros metales para construir millones de sus propios vehículos eléctricos (VE), pero la creciente oposición a las nuevas minas puede obligar al país a depender de las importaciones y retrasar los esfuerzos para electrificar los automóviles de la nación.

La tensión subraya el dilema que enfrenta Estados Unidos al entrar en 2022, un año en el que los responsables políticos estadounidenses esperan ver innovadoras en una serie de instalaciones de fabricación de vehículos eléctricos de Ford Motor Co, General Motors Co y otros.

El presidente Joe Biden señaló a principios de este año que prefiere confiar en aliados para los metales EV, parte de una estrategia diseñada para aplacar a los ambientalistas. Eso significa que los fabricantes de automóviles estadounidenses se encontrarán compitiendo con rivales internacionales por el suministro en medio de la prisa global hacia la electrificación.