Amenazó con imponer las sanciones más duras de la historia a Rusia. Trabajó para galvanizar a los aliados estadounidenses en un frente unido. Suministró a Ucrania más armas que cualquier presidente estadounidense antes que él. Y reforzó las fuerzas estadounidenses en el flanco oriental de la OTAN como garantía de su compromiso.

A pesar de los esfuerzos del presidente Joe Biden para evitar un ataque ruso contra Ucrania, el presidente Vladimir Putin, no se intimidaron. El jueves, autorizó lo que llamó una “operación militar especial” en la región de Donbass en el este de Ucrania, marcando un nuevo máximo en las tensiones posteriores a la Guerra Fría.

El alcance de la ofensiva no estaba claro de inmediato. Se pudieron escuchar explosiones cerca de Kiev y en otras partes del país, y el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy dijo que Rusia llevó a cabo ataques con misiles contra la infraestructura.

Se espera que la forma en que Biden maneja la crisis, que los funcionarios occidentales temen que podría convertirse en el conflicto europeo más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial, tenga profundas implicaciones para su fortuna política y las relaciones de Estados Unidos con el mundo.

Biden prometió que Estados Unidos y sus aliados responderían decisivamente al “ataque no provocado e injustificado” de Rusia.