Después del trabajo por las noches, Nicola Frape apaga la calefacción y se acurruca bajo una manta con su hija y una botella de agua caliente. Agregar una capa no cuesta nada, dice, pero dejar la caldera encendida drena su cuenta bancaria afectada por la inflación.

Golosinas como entradas de cine han sido desechadas a medida que aumentan las facturas de alimentos y combustible de la trabajadora de cuidadosa de 38 años, y ha intentado cancelar su servicio de televisión de pago, pero no puede llegar a su proveedor: asume que todos están haciendo lo mismo.

Frape es uno de los millones de británicos normalmente cómodos financieramente que se enfrentan a una crisis del costo de vida como un doble golpe de acelerar la inflación, impulsada por el aumento de las facturas de energía, y los aumentos de impuestos se activan en este año.

El rápido aumento de los precios está infligiendo lo que el Banco de Inglaterra dice que será la mayor caída de un año en la renta disponible, ajustada por inflación, en al menos 30 años.

Después de una década de estancamiento de los niveles de vida, y en marcado contraste con las promesas de una economía de altos salarios del primer ministro Boris Johnson, Frape, como otros, se está preparando para un nuevo golpe en sus finanzas en abril.