Inquietud en los mercados financieros por banca regional estadounidense

Los mercados financieros volvieron a dirigir la mirada a la banca regional de EUA, tema que había estado en relativa calma después del tumulto generado en marzo, pero se revivió con la quiebra de First Republic Bank.

El acuerdo de compra por parte de JPMorgan ha sido el último ensayo de las autoridades por calmar al mercado. En la semana pasada, el presidente de la Fed, Jerome Powell, también intentó tranquilizar los ánimos diciendo que las condiciones del sector han mejorado ampliamente desde el período de estrés severo a principios de marzo y que el sistema en su conjunto era sólido.

Se suponía que la resolución ordenada de First Republic por parte del mayor prestamista de la nación, a diferencia de lo sorpresivo que fue la quiebra de Silicon Valley Bank, calmaría las preocupaciones sobre el estado del sistema bancario estadounidense, no las reavivaría.

Sin embargo, las acciones de los bancos regionales estadounidenses se han visto sometidos a una fuerte presión de venta en los últimos días, aunque por momentos ante ciertos anuncios rebotan un poco. La atención se centra en qué otro banco mediano es vulnerable a una grave retirada de depósitos.

En este sentido, PacWest y Western Alliance apuntan a convertirse en las próximas víctimas. No es una situación irreversible, pero existe la posibilidad de que suceda.

Se ha filtrado información en la que ambas entidades exploran varias alternativas estratégicas para recuperar la confianza, incluso la posibilidad de vender todo o parte de su negocio, buscando un salvavidas en medio de la agitación que azota al sector.

Las entidades colapsadas son la consecuencia de las repentinas fugas de depósitos y la incapacidad de abonarlos. La tecnología y la inmediatez están jugando un papel importante a la hora de sellar la suerte de las firmas afectadas. La velocidad con la que se difunde la información y la rapidez con la que los depositantes pueden retirar fondos en respuesta a la misma pueden contribuir a que las retiradas masivas de fondos sean más rápidas y mayores.

A las salidas por búsqueda de rentabilidad se le sumó las impulsadas por el miedo, siendo estas segundas las que más han pesado en los bancos fallidos.

Los eventos de marzo demostraron que los bancos pueden quebrar más rápido de lo que nadie esperaba. Las herramientas de banca digital y los temores avivados por las redes sociales impulsaron la fuga de depósitos en bancos, incluido SVB, donde los clientes intentaron retirar más de $140 mil millones en depósitos durante dos días.

A este ritmo, ningún banco regional sobreviviría a las malas noticias o los malos datos, ya que inevitablemente se produce una caída del precio de las acciones, se retiran los depósitos asegurados y no asegurados y la búsqueda de alternativas estratégicas.

No está muy claro cuál será el futuro sobre este tema, si es que puede llegar la calma o convertirse de nuevo en una tormenta de incertidumbre financiera, como en marzo pasado. Además, está por verse el impacto que tendrá esta crisis en las condiciones crediticias en EUA.

Lo que sí, es que luce probable que pueda haber más rescates bancarios.

Impacto en el peso mexicano

A diferencia de lo que pasó en marzo, cuando la moneda mexicana se depreció por más de un peso, ahora la reacción de la divisa a este tema ha sido muy limitada. En días recientes se ha ubicado en su mejor nivel desde septiembre de 2017, muy apoyado por las recientes decisiones y apuestas sobre los futuros pasos de la Fed. No obstante, la situación puede cambiar. El sentimiento de aversión al riesgo podría intensificarse en el corto plazo, lo que temporalmente presionaría a la moneda mexicana.

Cortesía CI Banco

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