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Subastarán nota de Einstein con la teoría de la felicidad.

Una nota escrita por el físico Albert Einstein y que le dio a un mensajero en Tokio porque no tenía dinero para darle una propina y en la que explicaba su teoría para tener una vida feliz, se publicó después de 95 años y ahora será subastada en Jerusalén.

Aunque no se ha establecido si el mensajero pidió una propina al físico, o si Einstein le dio la nota como muestra de agradecimiento, sin embargo, el mensaje es lo que más se ha rescatado.

“Una vida sencilla y tranquila aporta más alegría que la búsqueda del éxito en un desasosiego constante” indica la nota escrita en una hoja con el membrete del Imperial Hotel Tokyo.

La archivista a cargo de la mayor colección de Einstein en el mundo, ubicada en la Universidad Hebrea de Jerusalén, afirmó que es imposible saber si la nota era una reflexión del científico acerca de su propia fama.

Y aunque este tipo de notas que han sido reveladas en años recientes carecen de valor científico, han sido analizadas como parte de los pensamientos íntimos del físico y como una manera de encontrar más pistas acerca de sus planteamientos.

La nota será subastada el martes en la casa Winner de Jerusalén junto con un par de cartas que Einstein escribiera años después.

MiHeL

Nueva detección de las ondas gravitacionales que predijo Einstein

Un equipo científico internacional anunció el jueves que había detectado nuevamente las ondas gravitacionales, la tercera observación de estas vibraciones del universo que predijo la teoría de la relatividad general de Albert Einstein en 1915.

La primera detección directa de estas ondas producto de ligeras perturbaciones del tejido del espacio-tiempo por efecto del desplazamiento de un objeto enorme, un poco como un peso que deforma una red, fue anunciada el 11 de febrero de 2016.

Este histórico acontecimiento tras 40 años de esfuerzos abrió una nueva ventana en la astronomía para avanzar en la comprensión de los misterios del cosmos, subrayaron los astrofísicos. A esta nueva detección se sumó una segunda observación el 15 de junio de 2016.

En ambos casos, las ondas gravitacionales detectadas se generaron por la colisión de dos agujeros negros que formaron uno mayor, de hasta 62 veces la masa de nuestro Sol.

En esta nueva observación, el agujero negro producto de la colisión cuyas ondas gravitacionales se observaron el 4 de enero de 2017 era de alrededor de 49 masas solares.

Los resultados serán publicados en la revista estadounidense Physical Review Letters. “Es verdaderamente destacable que el ser humano pueda teorizar y verificar este tipo de fenómenos extraños y extremos que se han producido allí hace miles de millones de años y a miles de millones de años luz de la Tierra”, señala David Shoemaker, un astrofísico del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y portavoz de esta colaboración científica.

Las tres detecciones se realizaron mediante el instrumento Ligo (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory), que consta de dos detectores idénticos de cuatro kilómetros de largo, ubicados a tres mil kilómetros el uno del otro, en Luisiana y en el estado de Washington.

“Esta última observación confirma la existencia de agujeros negros de una masa superior a veinte soles”, agregó.

Sin detección de las ondas gravitacionales, los agujeros negros son invisibles, porque no emiten luz, subrayó el profesor Shoemaker.

La cara oscura del Universo

“Con la confirmación de la tercera detección de ondas gravitacionales, el Ligo se reafirma como un observatorio poderoso para revelar el lado oscuro del Universo”, celebró David Reitze, responsable del Ligo en Caltec, el Instituto de Tecnología de California.

“Dado que el Ligo fue específicamente concebido para observar las fusiones de los agujeros negros, esperamos poder captar pronto otros eventos de astrofísica como las colisiones violentas entre dos estrellas de neutrones”, los objetos más enormes del cosmos, explicó.

El Ligo, en el que trabajan más de mil científicos de Estados Unidos y de otros 14 países, captó por primera vez las ondas gravitacionales en septiembre de 2015 durante su primera campaña de observación tras la modernización del instrumento.

La última detección de estas ondas revela que la colisión entre los dos agujeros negros se produjo a cerca de tres mil millones de años luz, mientras que las primera y segunda detecciones mostraron fusiones de hace mil 300 millones y mil 400 millones de años luz, respectivamente.

Debido a que la fuente está mucho más lejos, este descubrimiento ha permitido probar la exactitud de uno de los corolarios de la teoría de la relatividad general, según la cual las ondas gravitacionales no se dispersan al propagarse, dando una vez más la razón a Albert Einstein.

La localización de las fuentes de señales de ondas gravitacionales mejorará significativamente en el transcurso de los próximos meses, cuando el Virgo, el interferómetro europeo que se encuentra en Italia, haya incrementado su red de sensores, sostienen estos astrofísicos.

Una prueba indirecta de las ondas gravitacionales fue identificada cuando Russe Hulse y Joseph Tayloral descubrieron en 1974 un púlsar -estrella que emite radiación muy intensa a intervalos cortos y regulares- que gira alrededor de una estrella de neutrones a muy alta velocidad. Ese descubrimiento les valió el Premio Nobel de Física en 1993.

agencia/jcd

La discriminación tiene un inicio: el estereotipo

En 1949, dos personajes de suma importancia -cada uno en su campo- la actriz Marilyn Monroe y el físico Albert Einstein, tuvieron la oportunidad de conocerse,  en su encuentra ella le preguntó: ¿Qué dice, profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos? ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia?. Einstein esbozó una sonrisa y le contestó, “Desafortunadamente, me temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y con su inteligencia”.

Albert Einstein
Albert Einstein

Sin embargo, -para sorpresa de muchos- Monroe tenía un cociente intelectual (165) más alto que el físico alemán (160), pero nadie podría suponerlo, ¿Por qué?.

Una simple respuesta: Los estereotipos, ya que para la mayoría de las personas, la física es algo sumamente complicado ya que la asociamos con personas cultas, con alto rendimiento académico, no necesariamente guapas, sin embargo, cuando pensamos en una actriz y más en Marilyn, sólo la recordamos por su rubia cabellera, sus curvas, y quien no necesariamente debe ser inteligente.

Los estereotipos son creencias colectivas que etiquetan una realidad pre fabricada en nuestro cerebro para la supervivencia, por ejemplo, vemos a un camión acercarse a toda prisa y no nos preguntamos de dónde viene o por qué va a tal velocidad, sólo tenemos el tiempo para correr, y lo mismo pasa con nuestra sociedad, en donde nos vemos obligados a etiquetar la realidad, por poner algunos ejemplos: las rubias son tontas o los mexicanos son flojos.

Creemos que en determinadas profesiones la belleza o la inteligencia (cualquiera sea el caso) son esenciales para triunfar y todo esto sucede porque contemplamos la realidad bajo ciertos perfiles del deber ser de otros, aunque no seamos completamente conscientes de ello.

Con información de El País

JZCD

101 años de la Relatividad de Einstein

El 25 de noviembre de 1915, Albert Einstein presentó ante la Academia Prusiana de Ciencias, en Berlín, la teoría que acabaría por culminar su mito. La Relatividad General era una continuación de la Especial, la idea que había presentado diez años antes cuando era funcionario de la Oficina Suiza de Patentes. En aquel año milagroso de 1905, Einstein mostró cómo el movimiento modifica la percepción del espacio y del tiempo, pero la velocidad de la luz y las leyes de la física siempre son las mismas con independencia de la velocidad a la que se mueva el observador.

Con estos fundamentos, en 1907, Einstein tuvo la que consideró la idea más feliz de su vida. En uno de sus famosos experimentos mentales, se dio cuenta de que una persona en caída libre y alguien que flota en el espacio tendrían una sensación similar, como si la gravedad no existiese. Más adelante, observó también que estar de pie sobre la Tierra, atraído por la fuerza de la gravedad del planeta, no sería muy distinto de encontrarse en una nave espacial que acelerase para producir el mismo efecto.

A partir de esta intuición, Einstein se planteó que tanto la gravedad como la aceleración deberían tener la misma causa, que sería la capacidad de objetos con mucha masa como los planetas o las estrellas para curvar un tejido continuo formado por el espacio y el tiempo, dos dimensiones que durante milenios se habían considerado separadas y absolutas en las que la materia existía e interactuaba. El efecto de esa curvatura y de los objetos moviéndose sobre ella es lo que percibimos como la fuerza de la gravedad o, explicado en las palabras de John Archibald Wheeler, el espacio le dice a la materia cómo moverse y la materia le dice al espacio cómo curvarse.

UNA TEORÍA QUÉ CAMBIÓ LA FÍSICA

Las primeras consecuencias asombrosas de las teorías de Einstein llegaron pronto. Pocas semanas después de su presentación en Berlín, Karl Schwarzschild, otro investigador alejado de las instituciones académicas, escribió a Einstein mostrándole sus cálculos sobre cómo se comportaría el campo gravitatorio alrededor de una estrella de acuerdo con la relatividad general. Schwarzschild, un físico reputado, había llegado a su conclusión calculando en sus ratos libres mientras trabajaba como artillero en el frente ruso durante la Primera Guerra Mundial. Además de mostrar la eficacia de las ecuaciones de Einstein para describir el mundo real, los resultados de Schwarzschild sugerían la existencia de objetos cósmicos inesperados. Al calcular los efectos de la curvatura del espacio-tiempo dentro y fuera de una estrella, observó que, si la masa de la estrella se comprimiese en un espacio lo bastante pequeño, el tejido espaciotemporal parecía venirse abajo. Era la predicción inverosímil de los agujeros negros, unos objetos a cuya atracción gravitatoria no puede escapar ni la luz y que ni siquiera Einstein consideró posibles.

Un resumen: el espacio le dice a la materia cómo moverse y la materia le dice al espacio cómo curvarse

El primer gran experimento que sirvió para confirmar la validez de los planteamientos de la Relatividad General fue el dirigido por el astrónomo británico Arthur Eddington en 1919. Durante un eclipse solar, observó que tal y como predecía la teoría, la masa del Sol hacía que la luz procedente de las estrellas que se encontraban detrás de la estrella se curvase. Se probaba así que un gran objeto era capaz de deformar el espacio-tiempo y que incluso la luz debía desviarse para seguir la nueva geometría. Justo un año después de la gran guerra, un científico del bando vencedor había dado la gloria con su esfuerzo a otro nacido en el país derrotado. A partir de ese momento de alto valor científico y simbólico, el creador de las teorías relativistas se convirtió para siempre en el científico más reconocible del mundo.

Con el tiempo, y sobre todo a partir de la presentación de la Teoría de la Relatividad, el propio Einstein se convirtió en una de esas autoridades que él siempre había ignorado. En varias ocasiones, pese a haber sido capaz de transformar la física con sus teorías, no quiso aceptar algunas de sus derivadas más revolucionarias. Rechazó los agujeros negros, pero también se inventó una constante cosmológica para mantener el universo estático, pese a que sus fórmulas decían lo contrario. Tampoco aceptó las ondas gravitacionales, unas ondulaciones del tejido espacio temporal producidas por objetos cósmicos como los agujeros negros o las estrellas de neutrones y le costó aceptar la teoría del Big Bang, planteada por físicos como George Lemaître y consecuencia natural de las ideas presentes en la relatividad general.

Hace 101 años, Albert Einstein transformó nuestra visión del mundo, o al menos la forma en que los físicos son capaces de entenderlo. Según cuenta Ignacio Fernández Barbón, investigador del Instituto de Física Teórica, Einstein “era un genio, pero es probable que solo adelantase el descubrimiento de la Relatividad General en una o dos décadas”. El avance conjunto de la comunidad científica habría acabado por dar con aquella forma de ver la realidad. Ni siquiera los genios como Einstein llegan a sus conclusiones desde la nada o son imprescindibles, pero pocos dudan de que él fue el mejor del siglo.

 

MiHeL