Salvador Dalí, excéntrico, muralista y polémico.

Fue uno de los pintores más talentosos y representativos del surrealismo, además de ser considerado por muchos como un genio, otros lo tildaron de loco, pero millones lo describieron en realidad como un genio loco.

En muy poco tiempo alcanzó la fama, pues tuvo la habilidad de desarrollar un estilo muy particular y reconocible.

Era un artista extraordinario; polifacético y sumamente polémico que buscaba llamar la atención a toda costa, atribuyéndose un amor “por todo lo que es dorado y resulta excesivo”.

Así se ganó el reconocimiento de muchísimas personalidades, pues incluso grandes artistas elogiaron al catalán, como Andy Warhol, quien lo proclamó “una de las influencias más notables del pop art”.

El famoso grupo de pop español, Mecano, escribió también una canción en su honor; el tema Dalí se incluye en el álbum Descanso Dominical, grabado en 1988.

Salvador Dalí produjo alrededor de mil 500 pinturas a lo largo de su carrera, además de decenas de ilustraciones para libros, litografías, diseños escenográficos, vestuarios, dibujos, esculturas y proyectos paralelos en fotografía y cine.

Alrededor del mundo existen por lo menos cuatro museos dedicados enteramente a reconocer el talento y la obra del pintor, quien también se desarrolló en otras áreas como el dibujo; la fotografía; la escultura; el diseño y la publicidad; el cine y la escritura.

Desde los diez años comenzó a tomar clases de pintura y, a su corta edad, deslumbraba por sus dotes artísticos. A los 14 años tuvo su primera exposición colectiva de artistas locales en Figueras; posteriormente estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.

A los 16 años sufrió la pérdida de su madre a causa del cáncer de mama que ella padecía, debido al deceso, su padre se casó nuevamente nada más y nada menos que con la hermana de su difunta esposa.

Durante su época como estudiante, Dalí destacó por su excéntrico carácter de dandi. Allí mismo tuvo como compañeros a futuras figuras del arte español, como Federico García Lorca y Luis Buñuel, con quienes también colaboraría en algunas obras.

Se dice que en esta época entabló una apasionada relación con el joven Lorca, pero Dalí terminó rechazando los amorosos reclamos del poeta. Fue expulsado de la Academia en 1926 tras afirmar que no había nadie en la misma en condiciones de examinarle.

Su tendencia al narcisismo y la megalomanía irritaba sobremanera tanto a sus críticos como a quienes admiraban su arte, pues rechazaban sus conductas excéntricas como un reclamo publicitario que continuamente ensombrecía su producción artística.

Tras una prolífica, exitosa y polémica vida llena de aventuras y obras compartidas, su esposa falleció en 1982, hecho que desencadenó el declive artístico, anímico y físico del pintor.

Luego de un par de intentos de suicidio y aquejado por el mal de Parkinson, Dalí murió de un paro cardiorespiratorio escuchando su disco favorito -Tristán e Isolda de Richard Wagner-, el 23 de enero de 1984 en Figueras.

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