A  raíz de los acontecimientos del 7S y 19S, donde dos sismos, sacudieron con fuerza, no sólo a la Ciudad de México, sino a varios estados del país, Oaxaca, Puebla, Morelos, Guerrero y el Estado de México, todo el país se volcó a las calles, a reconstruir nuestro país, con valentía, con fuerza, con amor. Personas con el único objetivo de apoyar de todas la maneras, con lo que tuviera cada uno, al final, juntando las manos de todos, se hizo uno solo.

Nos dimos cuenta que, #TodosSomosUno, pero también, nos dimos cuenta que somos vulnerables ante fenómenos de la naturaleza, que no se pueden pronosticar. Estos días nos fundimos en un solo corazón.

Pero al paso de los días, he visto que como casi siempre ocurre, nos olvidamos de que aún hay miles de personas en nuestro país que no tienen patrimonio, que lo perdieron todo en un minuto. Se nos olvida que debemos vigilar muy de cerca, cómo y dónde se están destinando los recursos que donamos para quien lo necesita. Se nos olvida que somos México. Y a todo esto, planteo la siguiente pregunta:

¿Por qué nos olvidamos de las tragedias?

En México y en diversas partes del mundo, una tragedia como la que ocurrió en nuestro país, es la señal que nos despierta, que nos hace unirnos, que nos hace uno sólo. Pero también, irónicamente, la tragedia nos aparta, nos aleja, nos corta la unión, nos apaga,

¿Acaso tienen que pasar fenómenos como este para sacudirnos? Porqué postergar lo que por siempre deba perdurar en nuestro país.  ¿Por qué?

¿Por qué no saludar a la persona que va caminando al lado tuyo? ¿Por qué no mostrar la misma solidaridad y amor que tuvimos en aquellos días complejos? ¿Por qué no mostramos nuestra grandeza?

Por eso digo, comenzando por mí, no nos olvidemos de las personas que aún duermen en los albergues, en las tiendas de campaña. Los niños que se siguen preguntando, ¿Qué pasa?

Esta columna es la más corta que he escrito, pero para mí de las más significativas. Por eso, de todo corazón te digo, ¡Mexicano, nunca te olvides de México!

Con cariño,

Xicani.